2018: “Internet de la confianza” y la “economía del token”

Siempre es peligroso jugar a ser adivinos, pero hay indicios que nos invitan a pensar que en 2018 dejaremos atrás la fiebre de bitcoin (o al menos perderá  pujanza, como estamos viendo en su cotización bajista de los últimos meses) y su lugar en las noticias lo ocupará la tecnología que lo soporta: blockchain, que supondrá un replanteamiento de la forma de relacionarnos en el mundo digital.

Desde el año pasado hemos asistido a muchos movimientos y pruebas de concepto en diferentes industrias que demuestran que el uso de blockchain permite generar eficiencias en los procesos (y, por tanto, ahorros) y eventualmente diseñar nuevos modelos de negocio y explotar nuevas fuentes de ingresos. Gigantes del comercio internacional como Maersk o de la distribución como Walmart están apostando decididamente por blockchain. Microsoft, IBM y Oracle ya anunciaron el año pasado servicios tipo blockchain as a service y parece que desplegar un nuevo servicio sobre esta tecnología llegará a ser tan fácil como operar un servidor en la nube.

Buena parte de las startups que consiguieron fondos a través de ICOs en 2017 tiene que empezar a demostrar resultados y poner sus servicios en producción este año. Muchas de ellas ofrecen soluciones que podríamos encajar en la categoría de infraestructura de blockchain y permitirán añadir diferentes capas de abstracción sobre la infraestructura básica de la cadena de bloques para facilitar el desarrollo de nuevos servicios y su integración con el mundo pre-blockchain, lo que fomentará un ecosistema de innovación.

A priori parece que Ethereum seguirá siendo por algún tiempo el entorno preferido por los desarrolladores para desplegar sus aplicaciones descentralizadas (D-Apps) y, de hecho, la compatibilidad de los desarrollos para otras blockchains con Ethereum es lo que permitirá evitar la fragmentación de la tecnología (algo así como desarrollar apps para Android independientemente de la imagen del sistema operativo que esté corriendo en el terminal). Sin embargo, el incremento del coste de las transacciones en esta red empieza a ser un problema.

La principal alternativa a Ethereum para el desarrollo de servicios y aplicaciones con requerimientos empresariales es Hyperledger. Se trata también de un proyecto de software libre, en este caso auspiciado por la Linux Foundation y con miembros tan relevantes como IBM, Accenture, Intel o SAP. Esta implementación de blockchain añade ciertos aspectos diferenciales, tanto funcionales como de gobernanza, que la hacen más adecuada para organizaciones que requieren un mayor control sobre las transacciones, los smart contracts y la visibilidad de los diferentes actores sobre los distintos elementos de la arquitectura. También hace innecesario el consenso, por lo que ofrece mayor rendimiento y una comunidad cualificada de miles de desarrolladores, aunque inferior a los 25.000 integrantes de la comunidad de Ethereum.

Pero Hyperledger no es la única alternativa que intenta solventar aspectos cuestionables como la escalabilidad. Así, empiezan a aparecer blockchains más ligeras, enfocadas a necesidades concretas de ciertos casos de uso, siempre bajo el paradigma de descentralización que es la esencia de esta tecnología. También consorcios y cadenas de bloques semipúblicas o “permisionadas” que optimizan, simplifican o sacrifican los algoritmos de consenso en aras de garantizar un rendimiento óptimo para casos de uso transaccionales. Uno de estos consorcios es el español Alastria, del que forma parte Telefónica, iniciativa nacional única en el mundo que permite fomentar la interacción de las empresas españolas en un entorno digital seguro y fiable gracias al uso de blockchain. En definitiva, todo ello va a permitir una democratización de la tecnología, reducir las barreras de entrada y que un mayor número de empresas y emprendedores se planteen utilizarla.

“Internet de la confianza”

Pero más allá de las discusiones tecnológicas, hay que plantearse ¿qué palancas habilita blockchain para construir nuevos modelos de negocio y/o relación? Lo que estamos construyendo es un “Internet de la confianza”. En un mundo cada vez más complejo donde empresas y particulares generan, gestionan y consumen cada vez más información, la sociedad demanda con mayor énfasis que la tecnología dé respuestas a ciertas necesidades emergentes y retos claves para la economía digital:

  1. El crecimiento exponencial de los datos conlleva su gestión y almacenamiento con garantía de su privacidad, seguridad y transparencia. Pero la creciente complejidad de las transacciones en el mundo digital exige de un mayor control sobre la veracidad de la información y una trazabilidad exhaustiva de su cadena de custodia.
  2. Las complejas relaciones entre empresas, proveedores y clientes hacen necesaria una optimización y simplificación de los procesos y las transacciones que deben ofrecer a todas las partes una vista única, integrada y en tiempo real y, a su vez, permitir esquemas más eficientes y eventualmente sindicados para la operación de los mismos sin depender de proveedores o intermediarios cuya contribución a la cadena de valor es cuestionable.
  3. La progresiva incorporación de sensores y dispositivos IoT, de facto descentralizados, a los procesos productivos y nuestra vida diaria, sumada al despliegue de arquitecturas más modulares como 5G o edge computing habilitan a la vez que ponen de manifiesto problemas de seguridad y escalabilidad en el acceso y la interacción con las redes.
  4. El auge de la economía colaborativa y la coyuntura económica demanda mecanismos seguros y confiables que permitan intercambiar valor de manera más ágil y flexible para implementar una suerte de trueque digital. Los ciudadanos disponen de activos desaprovechados que necesitan poner en valor: vivienda, transporte, energía, comunicaciones, etc.

Blockchain no es un fin en sí mismo, sino la herramienta que puede ayudarnos a abordar estos retos y ser mejores en nuestros negocios, al incorporar más control, transparencia, trazabilidad y mayor simplicidad en la integración con otros actores.

La “economia del token

Pero, en mi opinión, la tendencia más prometedora es lo que en algunos foros se denomina la “economía del token”. Como mencionaba ayer al hablar de los smart contracts, un token no es más que la representación digital de un activo físico, generalmente el derecho para disfrutar de un servicio en un futuro. Pues bien, empiezan a lanzarse al mercado tokens representativos de activos físicos. El token se compra, se vende y se transmite y, con ello, el derecho para disfrutar del activo que representa, que pueden ser entradas para un concierto, litros de gasolina, KW de energía, gigas de datos, activos inmobiliarios o un coche, por poner algunos ejemplos.

Existen ya sistemas de contratación de profesionales en los que, en base a tokens, se articula una especie de trueque de tareas, modelos de multipropiedad completamente descentralizados donde la transmisión del token permite el acceso a los inmuebles, sistemas de recompensa de empleados en base a logros, etc. El límite a esta “economía del token” es la propia imaginación de los emprendedores, ya que operar un token es siempre igual, independientemente de la naturaleza del activo que representa o el proveedor/propietario del mismo. En cambio, desarrollar servicios que gestionasen el activo dependería no solo del tipo de activo, sino de quién lo controla y cómo lo hace. Pensemos, por ejemplo, en los negocios de reservas: no es lo mismo reservar un hotel que un restaurante e incluso los procedimientos cambian en función de la cadena o el proveedor que ofrece el servicio de reserva. Sin embargo, ambos (hotel y restaurante) pueden modelizar sus servicios en tokens y los tokens serían intercambiables.

En paralelo, cabe pensar que los gobiernos y organismos internacionales pueden comenzar a construir un marco regulatorio adecuado que permita el desarrollo económico y ofrezca a las empresas y los ciudadanos garantías equivalentes a las que soluciones alternativas ofrecen en el mundo pre-blockchain. Algunos gobiernos ya han tomado posición de la manera más fácil posible, que es prohibir y poner trabas a la criptoecononomía, pero una regulación adecuada contribuirá al desarrollo sostenible del sector.   

Blockchain en el sector Telco

Esta industria se caracteriza por entornos de regulación y una infraestructura complejos para soportar esencialmente un servicio universal de voz y datos que requiere de la colaboración de los competidores para ofrecer servicios de interconexión entre sus clientes. En este escenario parece que blockchain puede jugar un papel relevante y su paradigma de operación descentralizada está llamado a transformar los tediosos procesos de conciliación y pagos entre operadores.

Igualmente, la descentralización es inherente a los cada vez más frecuentes ecosistemas IoT. En este caso, la seguridad criptográfica que es la base de las transacciones en blockchain está llamada a transformar la forma en que los dispositivos IoT se identifican ante la red y ejecutan transacciones P2P realmente seguras y confiables. Pero no solo los dispositivos pueden beneficiarse de una identidad confiable. El debate de la identidad digital y cómo proveer a los usuarios de una identidad única es recurrente en la industria digital y hasta ahora no hemos sido capaces de encontrar una solución definitiva. Numerosas iniciativas, quizá la más madura es uPort, ofrecen ya sistemas de identificación personal basados en blockchain que permiten a los usuarios mantener el control sobre la identidad digital que presenta a los miembros de la red y a estos confiar en esa identidad previamente acreditada por la red como un todo.

Pero como en el resto de industrias, la progresiva incorporación de los tokens como instrumentos para el intercambio de valor en las transacciones digitales es lo que abre un nuevo mundo de posibilidades. Podemos pensar en “tokenizar” los servicios de comunicaciones o el acceso a los contenidos, pero también controlar vía tokens el acceso a los datos personales de los clientes (que ya son en sí mismo activos digitales) y evitar casos de desconfianza como el provocado recientemente por el escándalo de Cambridge Analytics. Podemos incluso aplicar los protocolos descentralizados al core de la red y rediseñar los modelos de negocio basados en conciliación periódica dotando a la red de una flexibilidad en los procesos de provisión y supervisión que permitiría ofrecer servicios por horas o minutos sin añadir complejidad a la operación.

Por tanto, 2018 está llamado a convertirse en el año en que veremos numerosas pruebas de concepto entre operadores en éstas y otras áreas y, quién sabe si, como es el caso del sector financiero, algún servicio comercial basado en blockchain. En cualquier caso, esta tecnología va a dar mucho que hablar y probablemente a medio plazo se va a convertir en el estándar de facto para intercambiar información entre pares y registrar eventos relevantes de manera transparente y confiable.

Imagen: Mauquoy Token Company

Techie por devoción desde mi primer Spectrum, sólo se trabajar en y para Telefónica desde que me incorporé a Telefónica I+D el siglo pasado. Tuve el honor y la suerte de ser parte del equipo que lanzamos Wayra y, en todo este tiempo, he tenido el privilegio de vivir en primera persona la revolución digital. Empecé dando voz y oídos a las máquinas y últimamente estamos rodeados de cadenas y bloques.

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