En las últimas semanas hemos visto cómo los medios de comunicación se han hecho eco de numerosas noticias vinculadas a la creación o el desarrollo de la tecnología que dará lugar a una posible interfaz o API capaz de interactuar entre los seres humanos y las maquinas: desde el anuncio de Elon Musk de su nueva empresa, Neuralink, hasta el más reciente de Facebook en su cumbre anual, en la que anunció que desde Building 8 (su laboratorio de investigación) están trabajando para poder enviar mensajes telepáticos.
Esta serie de anuncios va encaminada a ese mundo mezcla de cíborgs y humanos que ya se podía vislumbrar hace años en muchas películas de ciencia ficción. Recuerdo que ya en mi etapa universitaria miraba con recelo la escena de Matrix en la cual Neo era conectado, a través de un simple “cable USB”, a una gigantesca base de datos para recibir un curso de conducción de helicópteros en cuestión de minutos.
La verdad es que cada vez es más difusa la barrera entre las tecnologías de la información y las diferentes ramas de la ciencia más tradicional, como la biología o la química. Se rompió, de hecho, hace años, con los avances vinculados a la denominada “computación biológica”, conocida por poder desarrollar cálculos o almacenar datos sobre diferentes soportes biológicos como las proteínas o cadenas de ADN. Este nuevo tipo de soporte biológico, que equivaldría físicamente a un bit de información, está muy relacionado con el anuncio que realizó un grupo de científicos de la Universidad de Stanford, bautizado como RAD, que permitiría analizar la evolución de las diferentes células del cuerpo humano para luego poder realizar diagnosis más precisas de las enfermedades y/o el envejecimiento del mismo.
Pero los cíborgs hace tiempo que abandonaron la ficción y empezaron a habitar entre nosotros. Si no, ¿como sería posible que un atleta con doble amputación como Pistorius fuese capaz de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres y competir en igualdad de condiciones que el resto de sus colegas e incluso llegar a la semifinal de 400 metros gracias a sus prótesis desarrolladas por Nike? Pero si esto no os parece suficientemente asombroso, veamos un caso de una iteración real entre hombre y máquina: Neil Harbisson, la primera persona en el mundo reconocida como cíborg en el Reino Unido.
Harbisson nació con acromatopsia, una enfermedad congénita que solo le permite ver en blanco y negro pero, gracias a una antena implantada en su cabeza, es capaz de “escuchar los colores” que sus ojos son incapaces de reconocer, pero ahí no queda la cosa. Es capaz, además, de reconocer colores invisibles para el resto, como los infrarrojos o ultravioletas. Gracias a esta conexión entre la antena y su cerebro, no sólo puede suplir sus carencias de visión, sino recibir imágenes, vídeos, música o llamadas telefónicas directamente a su cabeza desde aparatos externos como un móvil.
Los avances de los últimos años en inteligencia artificial y machine learning nos permitirán a corto plazo mantener conversaciones a través de una aplicación de mensajería instantánea con personas de otra parte del planeta, sin necesidad de hablar el mismo idioma. La velocidad a la que está avanzando la tecnología es tal que hace unos meses Google presentó oficialmente el sistema Google Neural Machine Translation, y llamaba la atención que el propio sistema había sido capaz de crear un lenguaje propio para realizar las traducciones entre diferentes idiomas sin un lenguaje intermedio como el inglés.
Creo que entre ese futuro incierto de la humanidad que empiezan a esbozar tanto Zuckerberg como Musk y la realidad dista mucho. Lo cierto es que la manera en que nos comunicamos entre nosotros y con las máquinas está dando un vuelco importante en los últimos años gracias a los asistentes personales como Alexa o Cortana. Está cambiando la forma en que accedemos a la información y Amazon lo tiene muy claro, prueba de ello es que hace unos días anunció que ponía a disposición de los fabricantes de hardware un framework de desarrollo para construir productos y servicios por voz, con el objetivo de seguir transformando la búsqueda de información e interacción en Internet hacia interfaces más sencillos o amigables para el hombre, como el lenguaje natural.
Gracias a Dios, las operadoras de telecomunicaciones estamos lejos de quedarnos sin negocio por el hecho de que los humanos sean capaces de comunicarse de forma telepática, sin necesidad de usar el móvil. Con todo y con eso, siempre nos quedarán las máquinas, ¡larga vida al IoT!
Imagen: Aha-Soft/shutterstock

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