El título: “Hay vida en martes” y la figura de “los martianos” habían llamado mi atención, llevaba varias semanas con ganas de asistir a estos encuentros que Fundación Telefónica celebra el segundo día de la semana y en los que intervienen jóvenes de entre 14 y 18 años, que aportan su visión como nativos digitales.
Finalmente pude hacerlo el pasado 18 de noviembre, en que se debatió sobre Internet y las redes sociales.
La revolución industrial la vivimos a través de los libros –dijo la moderadora- pero a la revolución digital estamos asistiendo en vivo y en directo y podemos debatir sobre ella mientras transcurre. Eso fue lo que se hizo en este encuentro, en el que participaron Fréderic Martel, autor de “Smart. Internet(s): la investigación” y César Rendueles, de “Sociofobia”.
Llamó la atención que, desde puntos de partida tan distantes, al final ambos estuvieran de acuerdo en que, aunque la palabra regulación suene a pasado, en realidad es el futuro de Internet. Puntualizaron que no se trata de regular la Red, sino a los grandes jugadores. De momento Bruselas ha mirado para otro lado pero debería luchar contra los abusos de los poderes dominantes y promover la competencia en igualdad de condiciones para poner los cimientos de una economía de mercado justa. Así se evitaría una mercantilización negativa o que se atente contra la privacidad, entre otros aspectos. Inmediatamente se me vino a la cabeza el Manifiesto digital de Telefónica.
También fue interesante la conclusión de Martel, resultado de sus múltiples viajes y el trabajo de campo realizado, acerca de que Internet no es un fenómeno global, sino que hay tantas Internets como países. No es igual para todo el mundo en todas partes porque no se usa de la misma forma en Silicon Valley que en Tokio, Brasil o la India, hay un uso territorializado, dijo. El ensayista francés discrepa de que exista una conversación global en la Red de redes. Para él, Internet es algo mucho más complejo, donde siguen existiendo fronteras simbólicas: hay una especie de fragmentación por identidades.
Respecto a su papel y el de las redes sociales en ciertos movimientos políticos como la Primavera árabe, Martel sostiene que Internet permite a la vez la revolución y la contrarrevolución, el cambio y lo conservador. En el fondo, representa la vida con sus contradicciones, así que hay que relativizarlo. “En Brasil he visto las acciones que se han llevado a cabo contra la deforestación a través de la red; en Argentina, contra la soja transgénica; en Perú, a favor de los indígenas. Y todo eso es positivo. Internet facilita esas acciones y abre un diálogo. Podemos mejorarla, aportar nuevas herramientas, pero no creo que haya democracia por Internet.”
Esto podría enlazar con el significado que Rendueles da a sociofobía. Señaló que Internet se ha visto como el bálsamo de Fierabrás, “se ha confiado en las TIC como un elixir para la ecología, la educación, los procesos socio-culturales… como una manera de camuflar los desafíos que se deben afrontar desde la política”, señaló.
En cualquier caso, y aquí también hubo acuerdo de pareceres, estamos en los albores de la revolución digital, próximamente veremos muchas cosas y algunas pueden ser erróneas o peligrosas pero, en general, aunque las amenazas existen, son mucho mayores las oportunidades.
Imagen: Hugo-photography

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