Big data e IoT: un mar de oportunidades para las grandes empresas

Hace unos días asistí a la segunda sesión del ciclo Mar de datos en Fundación Telefónica. Tocaba el turno a las grandes empresas y a sus aplicaciones de mercado de big data e Internet de las cosas. Esta vez los ponentes, siempre de lujo, fueron (y cito por orden de aparición) Lucía Alvarez, Francisco Manzanero, Elena Pisonero, Mónica Martínez Walter y David del Val.

Permitidme meter en una coctelera las ideas que se presentaron y, así, en precipitado desorden, resumirlas para despertar vuestro interés y que visitéis el vídeo del encuentro.

Lo primero, y como buen punto de partida, no hay que confundir un «“big data” problem» con un «big “data problem”». Puede parecer de Perogrullo y, sin embargo, no lo es en muchas ocasiones. Lo cierto es que ahora vemos grandes oportunidades y posibles aplicaciones donde muchos sólo tienen escasa eficiencia y un mal uso o desperdicio del tesoro de sus datos. Hay ya grandes casos de éxito: valoración de riesgos en compañías de seguros, curvas de demanda para agentes del sistema eléctrico, análisis de patrones de consumo en aguas, personalización de ofertas en grandes superficies comerciales, análisis del lenguaje natural aplicado en medicina y en la lucha contra el cáncer; pero también se mencionaron grandes oportunidades en el mercado de prevención del fraude financiero, la agricultura intensiva y en muchos ámbitos de nuestra administración central (¡los impuestos, Díos mío!) o también en la defensa del país…

Aunque me encantó saber que Clash of clans (este videojuego de estrategia para móviles es mi debilidad)  había utilizado tecnología big data para predecir el desenganche de los clientes (ahora entiendo mucho de lo que ha pasado en mi tableta en los últimos meses) ya había leído en el libro Lean Anaylitics de Alistair Croll y Ben Yoskovitz cómo las métricas de negocio y el emprendimiento puede aprovecharse del big data con éxito.

Retos hay a miles, ya se ve, pero, como decía Baltasar Gracián en su “Manual de la prudencia”, sé que es mejor dejar algunas preguntas sin responder. Así que aquí os arrojó unas cuantas, sobre las que se debatió con gran interés en la sesión:

¿Cómo ayudar a las empresas a extraer el valor del dato? ¿Cómo democratizar el acceso a éste? ¿Cómo capturar todos los datos destacados y presentarlos al negocio en tiempo real y con patrones relevantes? ¿Cómo analizar con eficacia los datos no estructurados? ¿Cómo manejarnos con las innumerables fuentes de información y con el volumen de información que traerá el IoT? ¿Cómo tratar los nuevos requisitos de velocidad exigidos para las nuevas redes y la exigencia en la duración de las baterías de los cacharros? ¿Cómo se desarrollarán tecnologías habilitadoras para conectar los objetos al mar de datos? ¿Tendremos en el mercado masivo europeo estándares de ciudad que hablen de IoT y de big data?

Evidentemente para los anteriores desafíos necesitaremos de un nuevo profesional: un matemático- estadístico- programador, un perfil nuevo que llaman ya big data analitics scientist que, sin embargo, sin ser de letras, debe tener la suficiente creatividad como para entender y defender un negocio y, ante todo, debe ser capaz de comunicar estos hallazgos, dotarlos de solvencia”. Es decir, un matemático con olfato, capaz de destilar los datos para sacarles jugo. Estos perfiles se los rifan en algunas universidades ya están apareciendo cursos para formarlos con excelencia.

Para concluir, un toque postrero y reflexivo: el público, en el turno de preguntas, nos premió con nuevos interrogantes: ¿Cómo congeniar un dato abierto y accesible con un uso ético del mismo? ¿Cómo sostener nuestro pequeño mundo de privacidad en este mar de datos?

Y se dijo entonces que “el individuo es el centro de los datos” (sic). En esto estoy de acuerdo, pese a lo que nos pese, y como diría Galileo delante del tribunal inquisidor cuando espetó «Eppur si muove»; la tecnología o el mercado habrá de apartarse y ceder su valor frente el ciudadano, que es quien realmente importa, se pongan como se pongan. De cualquier otra forma, creo que este mar de datos tan interesante se convertiría en tormenta de libertad, vacía de progreso.

Imagen: r2hox

Félix Hernández es ingeniero superior de Teleco y MBA por ESADE. Profesor de emprendimiento digital en la UEM. Emprendedor, visionario y apasionado por las TIC. Creo en la transformación y en el gran valor que aporta la hiperconectividad y la IoT a nuestra sociedad de la información. Escribe en eloterodelalechuza.com o ha publicado dos novelas: Spanish Texas y Tempus Fugit Est.

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