“Big data genera un gran poder pero esto conlleva una gran responsabilidad también” fue la frase con la que concluyó su intervención Chema Alonso y podría ser el resumen de la tercera y última sesión del ciclo “Vivir en un mar de datos. Hacia una sociedad inteligente” de Fundación Telefónica, que se celebró la semana pasada. Como contrapunto a la primera, en la que se abordaron los beneficios que reporta a la ciencia y las empresas, en esta ocasión se debatió sobre los riesgos que entraña para la privacidad de los particulares.
Nuestras interacciones diarias con sensores, dispositivos y redes son recogidas, almacenadas, analizadas y utilizadas. Un inmenso caudal de datos personales circula en todas direcciones y ello genera inquietudes: ¿Nos espían? ¿Es big data un sueño hecho realidad para un hacker? ¿Está la legislación a la altura de esta nueva sociedad hiperconectada? ¿Somos conscientes de nuestra responsabilidad?
La balanza fluctúa entre control en aras de la seguridad, oportunidades de negocio y privacidad.
Chema Alonso, CEO de Eleven Paths, filial de Telefónica centrada en la innovación en servicios de seguridad mostró cómo Google nos rastrea hasta el punto de saber cuánto tardamos en leer un correo electrónico porque somos lo obvio (nuestras cuentas de correo electrónico y nuestros perfiles en las redes sociales) pero también el rastro que dejamos (el navegador de Internet que usamos, nuestra dirección IP, la resolución de pantalla que tenemos configurada, la franja horaria en la que habitualmente nos conectamos…) Es decir, dejamos una “huella digital” independientemente de que voluntariamente hayamos decidido decir que somos nosotros y, aunque intentemos engañar al sistema, hay técnicas de browser fingerprinting para detectar quiénes somos.
Todo esto podría resultar útil para detectar el fraude bancario, señaló Chema, pero nos hace pensar que debería haber alguna regulación para que el usuario validara qué datos suyos quiere que se conozcan.
Recogió el guante Paloma Llaneza, Socio Director en Razona LegalTech, que fue tajante con un “cualquier resistencia es fútil”. Somos lo que somos, lo que creemos que somos, y también lo que nos ocultamos a nosotros mismos, como el miedo a una determinada enfermedad, que Google conoce… La información de ese ese “yo real” -dijo- tiene un valor enorme porque todos esos datos que vamos dejando por todas partes, mezclados y agitados, se venden a compañías que mercadean con nosotros.
Paloma mostró un videojuego que conciencia sobre el tema, Data Dealer, creado por un grupo austriaco defensor de la privacidad, que permite al jugador convertirse en un “traficante” de datos, y The private eye un cómic cuya trama transcurre en 2076 en Estados Unidos y cuyos personajes están obsesionados con su privacidad porque la gente vive en un "dataapocalipsis", ya que la nube estalló y todas su intimidades y verguenzas salieron a la luz.
La abogada habló de un antes y un después del 11S, cuando la seguridad pasó a tener más peso que la libertad y señaló que tenemos poca o ninguna capacidad de defensa para evitar que la NSA nos espie porque, qué vamos a hacer, ¿ir a Plaza de Castilla? ironizó
Se refirió al esfuerzo de la Unión Europea por la protección de datos aunque los lobbies americanos lo están dificultando, dijo
Jose Luis Zimmermann, Director de la Asociación Española de Economía Digital, puso el mejor ejemplo de cómo los datos son el nuevo petróleo (Data is the new oil), que es necesario encontrar, extraer, refinar, distribuir y monetizar, con Amazon, una compañía de las que tienen fans y que nació en 1997 como una librería y hoy es the everything store. Jeff Bezos, su fundador, dijo que vendían libros como la manera de recabar datos de los usuarios. Lo último es que son capaces de anticiparse a nuestra decisión de compra y entregar antes de que nosotros mismos hayamos decidido nada.
Zimmermann dejó sobre la mesa la necesidad de compatibilizar proteccionismo y mercantilismo.
Alberto Calero, presidente de A&JCalero Engineering y partner de Maven7 cerró esta última sesión y el círculo del ciclo con una visión positiva y es que big data, la nube y M2M son áreas de crecimiento, como ya estamos constatando.
De 1995 a 2014 el mundo ha experimentado una complejidad enorme y el valor de big data, que trabaja con datos anónimos y agregados, no hay que olvidarlo, está en encontrar patrones que ayudan a anticipar el futuro: prever crisis económicas, prevenir enfermedades, disfrutar de mejores servicios…; la nube, por su parte, pone económicamente al alcance de cualquiera la capacidad de hacer cosas. Por tanto, la combinación de todas estas tecnologías representa grandes oportunidades.
Imagen: See-ming Lee

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