Sí, desde lo alto, 12 mil millones de corneas nos observan,… ¿pero cuántas cámaras conectadas habrá por el mundo? Nadie lo sabe a ciencia cierta, aunque muchos pronósticos hablan de crecimientos superiores al 20% anual. Así pues, se trata de un mercado en ebullición, en brutal crecimiento. Y hay una palabra que debiera ser incorporada a nuestro diccionario tecnológico con urgencia cuando se hable de cámaras, con el fin de realizar el proselitismo correspondiente: lo llamaremos el Big “eye”
Esta denominación implica dos transformaciones relevantes en la industria. Y es que las cámaras van a dejar de ser “miradas” por seres humanos, ya que son tantas y tantas que ya no sirve para nada montar inmensas salas de control. Ningún operador observará los monitores, nadie estará detrás suyo y toda la información anónima e imágenes serán transferidas a plataformas de tipo Big Data o Cloud y de allí, de manera algorítmica y matemática, procesada: la información así obtenida alimentará nuevos servicios al ciudadano.
Y es que hablamos de una nueva generación de cámaras IP. Su valor más relevante es la interoperabilidad, garantizada a través del estándar ONVIF. Porque las hay de todos los tamaños y características, pero lo más relevante es que todas, ¡todas! se enchufan en un pispás a la nube. Algo así como el DNLA del Smart TV. Una vez listas envían su información a las plataformas, a los VMS (Video Management System), con independencia de su conectividad: fibra, cobre, Wifi, 3G.
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Otro punto del Big “eye”: Cuando control y vigilancia no son tan solo seguridad
Es cierto, la normativa es amplia y exigente en España (a modo de ejemplo léase la ley INT/316/2011), quién sabe si demasiado proteccionista. Es interesante comprender el porqué del éxito de las cámaras en la sociedad asiática, donde la privacidad tiene un sabor y un significado diferente. Es una cultura de masas donde han sabido sacrificar parte de la individualidad por un potencial y beneficioso progreso. No quiere decir que yo defienda esto, ¡por dios!, defienda que entreguemos nuestra privacidad y anonimato sin más.
Solo quiero explicar que igual que nadie escucha las conversaciones telefónicas y éste fin garantista es el mayor valor y “asset” de los operadores de telecomunicación en la construcción de sus servicios, lo mismo sucedería para los servicios Big “eye”; es decir, llamo por teléfono tranquilo porque sé que lo que digo solo le interesa y es escuchado o grabado por mi interlocutor (espías y agentes dobles aparte); y de la misma forma, pues, no se puede cotillear en el entramado de imágenes pues los sistemas tecnológicos controlan y bloquean este uso. Exclusivamente hay máquinas almacenando y tratando dicha información. Esto así dicho es fácil, aunque detrás hay una infraestructura tecnológica descomunal: poderosas redes y poderosos centros de proceso. Por eso los operadores son parte fundamental en esta nueva cadena de valor.
Hablamos de la Smart “lo que sea” donde la cámara es otro sensor más aunque ahora especialmente útil. Un sensor que puede ayudarnos en mucho, más allá de delimitar la seguridad perimetral en un área pública. Podrá ayudarnos a organizar mejor el tráfico en carretera y el desplazamiento de los grupos humanos en la calle o en los centros comerciales, ya que puede perfectamente contar cuántos somos y hacia dónde vamos. Además la combinación de cámaras y pantallas en el marketing digital puede ser poderosa.
¿Se imaginan?, la cámara leyendo nuestra sonrisa mientras seleccionamos la lata en la máquina de vending (ahora ya con cámara incorporada) y descubriendo que somos una familia de cuatro miembros: Cocacola daría millones por usar esta tecnología. Además en mi trabajo tengo cámaras por todas partes que no paran de grabarnos y por fin es hora de que me ofrezcan un servicio de objetos perdidos. Quiero saber dónde dejé abandonada mi chaqueta.
Muchos aborígenes no permiten que les hagas fotos porque dicen les robas un porción de su alma. No te engañes, es una trola, sencillamente quisieran recibir algo a cambio. Yo haría lo mismo…, nadie da algo por nada. Pero inevitablemente el número de imágenes por individuo se ha multiplicado, (eso da para otro post) y definitivamente el Big “eye” no es sinónimo de ojo fisgón. Es sinónimo de matemáticas y de inteligencia. De valor añadido a esos dispositivos que cuelgan de los postes y que nos miran. Recoge tu imagen y devuelve un beneficio a la sociedad. Un nuevo servicio, información relevante.
Imagen: Flickr Rubén Chase

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