Blockchain: encadenar Internet para fortalecerla frente a ataques

Seguramente lo de cadena de bloques, o blockchain en el idioma de Shakespeare, a la mayoría os suene familiar ya -podríamos decir que está en pleno boom-, pero quizá no os resulte lo suficientemente atractivo a primera vista. Pues bien, con este post intentaré convenceros de su importancia. Blockchain es la tecnología que subyace por debajo de la conocida moneda virtual Bitcoin, de la que mi compañero Jorge es un conocido experto y de la que en 2013 publicaba una guía en este blog. Si consultamos Google Trends vemos que la moneda (en rojo en el gráfico) supera en más de cuatro veces en popularidad a la tecnología que permite su funcionamiento, aunque la potencialidad de blockchain y los casos de uso reales que se le están dando -cada vez más- aventajan con creces la relevancia de la moneda.

De hecho, ésa es sólo una de sus múltiples aplicaciones. Su valor transversal -desde el mercado financiero hasta el transporte aeroportuario- es el de ser una tecnología que sirve para eliminar intermediarios. Los sustituye por criptografía y consenso, atributos que permiten, por ejemplo, mejorar la eficiencia de los procesos internos (imaginad una cooperativa o una UTE con distintas BBDD), la gestión de deuda entre las compañías, reinventar el eCommerce o, incluso, la forma en que se gestiona una crisis migratoria.

Blockchain consiste en una base de datos distribuida, que va creciendo en bloques y una vez que el bloque se publica nadie puede modificarla. Al crearse un bloque, éste tiene dependencia del anterior de la cadena y dispone de una marca temporal (timestamp). Una de las ventajas de la cadena de bloques es que se puede mantener y operar a través de una red P2P, en la que la carga de trabajo y los bloques se distribuyen de forma paritaria. Vamos, como el eMule que teníamos instalado hace años en casa o como los archivos torrents que se descargan de Internet.

Con estos ejemplos podríais pensar que blockchain no es una tecnología segura, pero precisamente disponer de los bloques replicados y distribuidos por todo el mundo hace que la suplantación de la identidad de la base de datos sea practicante imposible.

Si pensamos en el uso de blockchain que hace bitcoin, lo que se referencia a través del bloque es una transacción pero, al fin y al cabo, lo que se refleja es un cambio en el sistema, que hay una transacción. Así que blockchain es una tecnología muy útil para modelar sistemas y registrar los cambios que en él se producen. Y para muestra un botón: tiene interesantes aplicaciones prácticas en cadenas de suministros, transacciones financieras, gestión de activos, historiales médicos, así como en la gestión de contratos. ¿Os imagináis que en unos años una aplicación construida sobre blockchain sustituya a los registros civiles, mercantiles o de la propiedad que conocemos hoy en día?

Llegados a este punto, me gustaría hacer un inciso sobre cómo blockchain podría llegar a transformar Internet, tal y como la conocemos. Hoy en día la web es una mezcla de direcciones físicas, IP y nombres de dominios que identifican las diferentes páginas webs gestionadas por los servidores de nombres de dominio, así como la gestión de la seguridad y estabilidad de la Red de redes.

En la actualidad la encargada de gestionar esta traducción entre los nombres entendidos por los seres humanos (i.e. www.telefonica.com) y su correspondencia en el lenguaje entendido por las máquinas (212.170.36.79) es la ICANN, una sociedad sin ánimo de lucro responsable de hacer que Internet sea segura, estable e interoperable. Hoy en día Internet se basa en un sistema de gestión jerárquico en el que existen trece servidores raíz (también el número elegido se las trae para los supersticiosos, es ganas de tentar a la suerte…) que son los encargados de almacenar una copia con la agenda de direcciones de Internet.

Los nombres de dominio que forman las páginas web (www.telefonica.com) se componen de dos partes: a la derecha del punto se encuentra el dominio de primer nivel o TLD, que corresponde a las terminaciones “com”, “net” u “org”. De la gestión de los TLD se encargan los registradores de dominio, como Red.es, encargada de gestionar los dominios TLD acabados en .es.

Por otro lado, tenemos empresas privadas que se encargan de alojar estos servicios como neustar, dyn, Akamay o easyDNS. ¿Pero qué pasaría si alguna de ellas sufriese un ataque de denegación de servicio? Pues lo que ocurrió el pasado mes de octubre, cuando uno de estos proveedores fue incapaz de resolver todas las peticiones que le llegaban desde una bootnet de dispositivos IoT e Internet se apagó parcialmente y servicios como Twitter quedaron completamente inaccesibles.

Por tanto, uno de los problemas de la arquitectura actual es disponer de la información centralizada, lo que la convierte en presa fácil de cualquier ataque de denegación de servicio. Por ello, propuestas como la de Blockstack o, anteriormente, Namecoin, permitirían disponer de un Internet mucho más seguro y resistente a través de una red de servidores en la que se pudiesen propagar y actualizar los cambios en los sistemas de registro de nombres e incluso registrar el acceso a los diferentes recursos de la Red.

Ya veremos si alguna de estas iniciativas sale adelante, mientras tanto la estabilidad y la libertad de Internet seguirán en estado de alerta.

Hace ya un año tuve ocasión de asistir a la jornada de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) “Blockchain: la desintermediación de los negocios. Una ventaja competitiva o el riesgo de no entender los cambios”. Y, efectivamente, renunciar a entenderla equivale a hacer de “gallinita ciega” en la era digital. En su intervención Carlos Barrabés destacó las ventajas del paso de lo centralizado a lo descentralizado y, sobre todo, a una red distribuida, en la que muchos nodos, personas y procesos tienen la verdad y dan fe de manera nativa. Para Carlos, blockchain es una de las tecnologías que, junto a cloud, seguridad, IoT, 5G, big data, realidad virtual e inteligencia artificial, permitirá la tormenta perfecta.

Imagen: Salvador Fornell

Alejandro de Fuenmayor es ingeniero de Telecom. y MBA. Vive en las nubes desde hace ya unos cuantos años, desde que las cosas dejaron de ser tangibles y todo empezó a ser digital. Convencido de que las TIC tienen que hacernos la vida aún más divertida y sencilla, es consciente de que estamos todavía escribiendo la primera página de una nueva era para la humanidad.

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