En 2014 Gartner incluía las criptomonedas en el punto álgido de su "curva del hype" para entrar en el "abismo de la desilusión" y pronosticar, por tanto, un período en el que las enormes expectativas sobre el impacto que las monedas virtuales podrían tener en el mundo real no se cumplirían. Dos años después, la evolución de bitcoin como máximo representante ha confirmado esa previsión y en 2016 Gartner ha eliminado las criptomonedas de la foto, para dar paso a la tecnología subyacente que hace posible su funcionamiento. O, como dirían, en EE.UU.: "Es blockchain, estúpido".
La tendencia de blockchain se inició en 2015, momento en el que las grandes empresas comienzan a apostar por la tecnología de Bitcoin. A partir de entonces cabe destacar las iniciativas generadas en el sector financiero (bancos, aseguradoras, etc.) que han dado lugar a la creación de un consorcio denominado R3, en el que participan (por el momento) más de 50 bancos (y alguna otra entidad), y cuyo objetivo es desarrollar la siguiente generación de servicios financieros.
Es importante aclarar que R3 no se plantea utilizar la tecnología existente (por ejemplo, la que posibilita los pagos en bitcoins), sino aprovechar algunas de sus características, e incorporar otros enfoques, para desarrollar soluciones propias. Es el caso de Corda, una solución que evoluciona el enfoque tradicional de blockchain (tal y como se entiende en bitcoin) hacia un nuevo concepto, los Distributed ledgers, sobre el que profundizaremos en próximos posts, y que encaja mejor con las necesidades de este sector.
Fuente: Gartner (Hype Cycle for Emerging Technologies, 2016)
Podemos decir sin duda que la banca española es pionera en esta línea de investigación sobre blockchain. Bankinter fue el primer banco del mundo en invertir en una compañía de bitcoin (Coinffeine), y tanto Santander como BBVA no sólo han publicado estudios donde sostienen la relevancia que tendrá la tecnología de blockchain para el sector, sino que han invertido ya en algunas de las mayores empresas del mundo relacionadas con estas tecnologías (Coinbase por parte de BBVA y Ripple, Elliptic y Digital Asset Holding por parte de Santander).
Gracias a todo este interés estamos empezando a conocer los primeros resultados tangibles, donde cabe destacar nuevamente algunas de las iniciativas impulsadas por el Banco Santander en 2016:
- En mayo su filial británica puso a disposición de sus empleados una aplicación que permite utilizar la tecnología ofrecida por Ripple para realizar transferencias internacionales (inicialmente como “prueba piloto”, con la idea de abrirlo a clientes en el futuro).
- En agosto han lanzado un proyecto para impulsar el uso del dinero digital mediante el uso de blockchain (junto a UBS, Deutsche Bank y BNY Mellon), denominado “Utility Settlement Coin” (USC), cuyo objetivo es desarrollar un sistema para facilitar pagos y liquidaciones de forma eficiente, rápida y segura.
Estos casos concretos son un buen ejemplo del potencial de dichas tecnologías para simplificar los actuales procesos bancarios, que posibilitan desde hace décadas el movimiento de dinero. Como clientes de los bancos usamos de forma habitual los servicios que ofrecen para realizar pagos, transferencias, etc. y hemos asumido sus pros y contras: confiamos en los bancos aunque nos cobren comisiones (cada vez más) y tarden en ocasiones días en hacer efectivas estas transferencias.
Pero no somos verdaderamente conscientes de la tremenda complejidad y el volumen de intermediarios que participan en una transacción. Por ejemplo, el envío de dinero desde un cliente de un banco español a otro cliente en un banco extranjero no implica únicamente la coordinación entre las entidades origen y destino, sino un complicado (y lento) proceso entre múltiples entidades (cámaras de compensación, bancos centrales, redes de procesamiento, etc.) que requiere múltiples “cuadres” de información entre cada uno de ellos, contrastando (con volúmenes globales diarios, no transacción a transacción) los flujos de dinero que luego se transfieren entre toda la red de entidades del mundo.
Lo que sucede a este respecto con Blockchain y la banca me hace recordar uno de los diálogos grandiosos de Matrix entre Neo y Morpheo, que marca el momento en que el primero empieza a ser consciente del mundo en que vive y sus posibilidades como “El elegido”:
MORFEO: He visto agentes atravesar un muro de un puñetazo. Algunos han vaciado sus cargadores y sólo le han dado al aire. Su energía y su velocidad tienen su origen en un mundo basado en reglas y debido a eso ellos jamás serán tan fuertes ni tan rápidos como lo serás tú.
NEO: ¿Qué intentas decirme? ¿Que puedo esquivar las balas?
MORFEO: No, Neo, intento decirte que cuando estés listo, no te será necesario.
Adaptado al caso, la banca parece estar empezando a entender (como Neo) la realidad de Matrix. No es que se puedan mejorar los procesos de compensación y liquidación actuales. Es que cuando de verdad entiendan cómo usar la tecnología de blockchain, ¡ya no serán necesarios! Las transacciones se confirmarán en el mismo instante en que se generen, de forma irrevocable y visible para todos los participantes en el proceso, y el dinero llegará de forma efectiva a su destino en ese preciso momento.
Por primera vez en la historia, existirá de verdad "dinero electrónico" que podremos transferir de una persona a otra (o entre empresas) instantáneamente, en cualquier parte del mundo. Y no estamos lejos de ver ese futuro, si la banca elige finalmente la píldora roja.
Imagen: W.Carter

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