Eran tiempos guerreros, tiempos de taifas y de reinos cristianos en la península. Recientemente había sido tomada Toledo en 1085 por Alfonso VI y, quizá en señal y muestra de los tiempos nuevos, se inició la edificación de la primera catedral gótica de la península, adosada a la muralla, en la próxima y muy fortificada ciudad de Ávila. Casi tres siglos fueron necesarios hasta ver finalizada la maravilla y mostrar así toda su belleza. Muchos piensan que estos muros inspirarían tiempo después a Santa Teresa su Castillo de Dios. Lo mejor será que vosotros mismos lo investiguéis y para ello os invito a auscultar en el interior de sus moradas; no hay mejor lectura para compaginar descanso y ocio veraniego que zambullirse en este hermoso texto místico del siglo de oro.
Sea lo que sea, lo cierto es que tras casi un milenio de azares, comenzaba a manifestarse pesaroso el transcurrir de los años en la catedral y fundamentalmente en sus piedras. Porque había sido construida usando dolomía, una variedad alterada de la caliza, perfecta por su facilidad para ser labrada y así realizar las filigranas de su portada, aunque por desgracia blanda y fácilmente alterable por los agentes atmosféricos.
Aquí llegamos al “quid de la historia”. Porque si bien se habían realizado actuaciones anteriores, el deterioro se había visto acelerado durante el siglo XX. Literalmente las estatuas de la portada se deshacían y era menester actuar con celeridad sobre ellas. Afortunadamente ahora se cuenta con la ayuda de Smart Patrimonio, una solución conjunta de Telefónica y Santa María la Real, la nueva llave inglesa digital de los arquitectos, restauradores y arqueólogos que gestionan el monumento. Para ello se han instalado sensores tanto en la fachada, ábside, retablo, claustro como a los pies de la nueva ubicación de las esculturas. Estos sensores miden en tiempo real las componentes ambientales (temperatura, humedad, luz…) del monumento, que serán comparadas con el exterior y utilizando un algoritmo especialmente diseñado a tal fin, se podrá conocer y escuchar el pálpito de la catedral. Algo similar lleva instalado desde esta primavera de 2015 y funcionando también en la ciudad de Ávila, esta vez en sus murallas, lo cual me hace pensar que tenemos ante nosotros el primer ejemplo mundial de smart city asociada al patrimonio, aunque creo que de este asunto tendré oportunidad de hablar en profundidad más adelante.
Sé que si visitáis la catedral (¡en algo habrán ayudado mis palabras!) buscaréis los sensores que ahora la escuchan. Espero que los encontréis y habléis de ello a vuestras familias, que sin duda se sorprenderán. Pero, sobre todo, espero que disfrutéis con la visita al monumento porque es la obra artística y cultural lo realmente mollar. Que lo que otros construyeron para el asombro y regocijo, como muestra de la prosperidad y resurgimiento del burgo de Ávila, sea también para todos nosotros una prueba de innovación y avance, del cómo la tecnología puede ser acogida hoy día por las piedras.
Imagen cedida por Fundación Santa María la Real

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