Según Ridley Scott, director de la mítica Alien, el octavo pasajero, “lo más importante en una película no es lo que ves, sino lo que crees haber visto”. El cine pretende trasladar al espectador inquietudes, reflexiones o emociones que satisfagan sus fantasías. ¿Quién no ha imaginado alguna vez poder vivir esas experiencias en persona o, más líricamente, hacer los sueños realidad?
Qué bello es vivir… La innovación
En los 120 años de historia del cine, la innovación ha sido una constante. Ya en su primer año, los hermanos Lumière crearon cerca de 500 películas y se vieron obligados a incorporar constantemente novedades para satisfacer a su numeroso público. George Méliès introdujo en la primera mitad del siglo XX historias y decorados fantásticos, y creó así el espectáculo cinematográfico. Con los efectos especiales se comenzaba a manipular la realidad.
En 1927 se estrenó la primera película con audio; en 1935 se revolucionaría la imagen con el Technicolor y en 1965 lo haría el sonido, gracias al sistema Dolby. Estas técnicas y sus sucesivos refinamientos buscaban incrementar la sensación de realismo en las películas.
Los efectos especiales cobraron un especial protagonismo a partir de los años 70. En 1977 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas reinstauró el Oscar a los Mejores Efectos Visuales con el objetivo de incentivar cambios revolucionarios en este campo. El avance en este sentido ha sido enorme en las cuatro últimas décadas y siempre de la mano de la tecnología y sus aplicaciones. Técnicas como el morphing, el software 3D o los programas de composición digital han sido utilizados con gran eficacia para la representación de objetos y seres inexistentes, provocando nuevas sensaciones en el público.
Pero el espectador de hoy en día pide dejar de ser tal y pasar a la acción. Ya no se conforma con ver y oír: quiere vivir el sueño con los cinco sentidos. Algo similar a lo sucedido cuando quiso volar después de mirar a los pájaros, o con la luna, cuando puso su empeño en pasar de observarla a desear alcanzarla.
En busca de la realidad virtualizada
A mediados de 2016 está prevista la inauguración del primer parque temático de realidad virtual del mundo. Se llamará The Void (Vision on Infinite Dimensions) y estará ubicado en Salt Lake City, Utah.
No se trata de utilizar gafas o cascos de gran tamaño para transportar a los usuarios a una experiencia virtual, sino de una inmersión completa. Según Ken Bretschneider, CEO de The Void, “será más vivir una película que ir a verla”.
El usuario estará equipado con un traje de cuerpo entero, guantes y un casco con visión de 180 grados. Seleccionará el mundo de fantasía al que quiera entrar (una estación espacial, un castillo medieval, un tiempo prehistórico, etc.) y se encontrará barreras físicas reales, a diferencia de los sistemas de realidad virtual actuales en los que se permite atravesar paredes. Además, se podrá alterar el argumento a petición del propio usuario: un padre podrá ver zombis y su hijo optar por personajes más apropiados para su edad, por ejemplo.
En la inauguración se presentarán tres mundos diferentes: uno de ciencia-ficción, otro de fantasía y un tercero, especialmente pensado para niños, que consistirá en un rompecabezas. La experiencia no será cara (entre 30 y 50 dólares) ni larga (unos 30 minutos), ya que los creadores opinan que es el tiempo idóneo por tratarse de una experiencia mucho más intensa que la que se vive como espectador de una película convencional.
Está en fase de estudio la apertura de más centros de este tipo a lo largo de Estados Unidos, Asia y Europa. La idea sería renovar los contenidos con frecuencia y adaptarlos a cada país con el fin de fidelizar a cada público. Bretschneider también ha pensado que sus aplicaciones son infinitas: experiencias educativas, formación profesional, publicidad…
Cantando (y mojándose) bajo la lluvia
Aunque The Void está orientado al mundo de los videojuegos, es sólo cuestión de tiempo que algún productor audaz aplique la idea al guion idóneo y revolucione de nuevo la industria cinematográfica. Empresas como Samsung, Google u Oculus lo están intentando con sus primeras experiencias en el denominado “cine de realidad virtual (VR Cinema)”.
Samsung, de manera experimental, está creando sus primeros cortos de misterio psicológico y ha anunciado que ha contratado a David Alpert, productor ejecutivo de The Walking Dead para colaborar en esta materia. Con un enfoque diferente, Google indaga con nuevos cineastas y estudia alianzas con otras empresas interesadas como Youtube. Oculus, fabricante de equipos de realidad virtual y propiedad de Facebook, ha apostado fuerte con la creación de Oculus Story Studio, con la intención de extender su experiencia en juegos a los campos de la narrativa de ficción, no ficción, música y artes escénicas. El propio Mark Zuckerberg ha comentado recientemente que "hace diez años fue el texto, ahora son los contenidos visuales y a continuación serán, sin duda, los contenidos inmersivos”.
Todos los fabricantes de tecnología de realidad virtual compiten para ser los primeros en transformar la industria del entretenimiento. La consultora tecnológica Digi-Capital ha estimado que la realidad virtual generará dentro de cinco años unos 140.000 millones de euros, casi cuatro veces lo que recauda actualmente la taquilla del cine mundial en un solo año. A esto hay que añadir las grandes dificultades que supondrá esta tecnología para cometer infracciones contra la propiedad intelectual, al menos tal y como las entendemos a día de hoy.
Pero el camino hasta llegar a esa revolución cinematográfica es complejo. Las viejas reglas sobre escenas, ángulos de cámara, ritmo, edición, etc. deben elaborarse de nuevo. Las empresas tecnológicas hacen lo posible para atraer al mejor talento del mundo cinematográfico, pero muchos profesionales aún no se deciden a dar el salto. La creación de contenidos virtuales es costosa y lenta de momento.
Los cineastas tienen un nuevo medio para mostrar historias con un nivel de realismo sin precedentes, pero todo está por experimentar y descubrir: ¿el espectador querrá seguir la escena principal o preferirá curiosear en otra acción situada en segundo plano?, ¿dónde se pone el límite en la libertad de interactuación con la ficción?, o incluso, ¿cómo tratar el placer?, ¿y el dolor?
Para responder a estas y otras cuestiones se ha creado un foro de discusión, Future of StoryTelling (FOST) , donde profesionales y pensadores de diversos campos se reúnen para compartir ideas y experiencias relacionadas con la forma en la que se puede crear, compartir y experimentar historias gracias a la tecnología más vanguardista.
Si hay un sector que ha sufrido transformaciones implacables en las últimas décadas ha sido el audiovisual. En el futuro seguiremos disfrutando del séptimo arte, pero “Alien” ya no será el octavo pasajero. Lo serás tú. La realidad virtual se encargará.
Imagen: Montaje de Carlos de la Calle con material de Alejandro Arango y NASA’s Marshall Space Flight Center

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