La fusión está de moda. Lo tenemos en la música, los coches, los phablets y en este 2013 en los mentideros del cloud computing no deja de sonar el término cloud híbrida. Cual fulgurante estrella mediática, ésta acapara portadas, protagoniza debates y, dicho sea de paso, nos permite a muchos hablar de algo cool en el ya manido tema de “la nube”. Lo cierto es que las soluciones de virtualización han avanzado mucho en el último año y han ido aportando capas de valor que nos permiten mejorar el uso que hacemos de ellas y maximizar la eficiencia del trabajo en los entornos TIC. Precisamente en una de esas capas se enmarcan las pasarelas que nos permiten interconectar distintos entornos (o nubes) para replicar y poner en marcha tantas máquinas virtuales como deseemos, ya sea de forma manual o automática.
En los tiempos que corren, con capacidad de inversión prácticamente nula y necesidad de reducir gastos en la mayoría de nuestros negocios, el cloud computing ha dejado de ser algo snob o cool para convertirse en una útil herramienta para muchos de nuestros clientes. La nube es una opción muy válida para plantear mejoras, evoluciones o nuevos entornos con inversiones bajas o nulas, y permite ganar flexibilidad y agilidad. No obstante, es habitual encontrarnos empresas con distintos entornos según la criticidad, el rendimiento, la disponibilidad, etc. que “no cabían” en los modelos de cloud pública existentes en el mercado. Imaginemos entornos críticos de ERPs, CRMs, transaccionales o bases de datos con su propia capa de virtualización; la complejidad y exigencia de los mismos en muchos casos suponían una piedra en el camino hacia la nube que no era posible solventar más que a través de soluciones tipo cloud privada o de infraestructura dedicada, con lo que se perdían capacidades como la flexibilidad, el escalado o la redundancia intrínseca al servicio.
Afortunadamente, y gracias a las evoluciones descritas, hoy en día es posible desplegar soluciones de cloud privada con capacidad de desborde a la cloud pública en caso de picos en la demanda. Esto permite disponer de una infraestructura crítica dedicada y dimensionada para el curso normal de nuestro negocio y, sólo cuando lo necesitemos, conseguir capacidad extra de procesamiento para atender a situaciones excepcionales, pagando por lo que consumimos y durante el tiempo que lo hacemos. Utilizando un símil del motor, la nube híbrida es a las infraestructuras TIC lo que el turbo a los coches: sólo entra en funcionamiento cuando necesitamos más aceleración a costa, eso sí, de un mayor consumo de combustible mientras está activo.
Imagen: emailroberto

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