La situación macroeconómica en la que nos encontramos nos hace tener comportamientos que se repiten de forma mimética…Cada vez que me reúno por primera vez con un cliente, el diálogo inicial responde al mismo guión:
“Buenos días”, digo yo. Y él me responde: “Buenos días Sra., quiero ahorrar costes…“.
“El escabroso asunto” cada vez sale antes a la luz, batiendo récords y apenas han pasado unos segundos desde la presentación.
Bromas aparte, más allá de parecerme un problema, afronto el reto basándome en la experiencia de lo que suelo encontrarme en las plataformas tecnológicas que ya he analizado con anterioridad. Los problemas frecuentes son:
- Plataformas heterogéneas, lo que conlleva procesos de gestión complejos, no normalizados y sin orientación a las mejores prácticas de gestión en tecnología.
- Ausencia de flexibilidad: La distribución de las necesidades de negocio respecto de los sistemas no es homogénea, la ausencia de independencia del hardware supone una debilidad de cara a incrementar o disminuir las capacidades según la necesidad de cada momento, ya que es necesario amortizar las inversiones realizadas y, por tanto, existe una rigidez que no permite evoluciones hasta que eso ocurre.
- Ausencia en la sistematización de la provisión: Aunque me encuentro cierta estrategia de virtualización que permite una sistematización, esta no se puede extender a todos los sistemas, y además no existen mecanismos para la absorción de picos de demanda, que permitan disponer de recursos de forma puntual sin que suponga una inversión.
- Los costes asociados a la energía, clima y alojamiento representan un porcentaje elevado de los gastos asociados a los entornos analizados.
La clave para optimizar las plataformas y generar valor, entendiendo la generación de valor como la realización de cambios que tengan un impacto positivo en la cuenta de resultados de un cliente, gira en torno a tres grandes ejes:
- Descubrir el uso que se hace de la computación, memoria y acceso a disco diferenciando claramente el uso de la capacidad existente. Para ello, hay que estudiar la plataforma no menos de un mes, con objeto de capturar el comportamiento de los sistemas en función de los distintos procesos de negocio por los que pasa un cliente a lo largo de ese periodo.
- Conocer los horarios de uso, diferenciando los picos de la línea base y clasificando los entornos según sean servidores usados intensamente durante el mes o de uso puntual. Un claro ejemplo de esto último es el servidor de nómina que se usa durante sólo unos días, o los servidores de desarrollo que no tienen necesidad de estar disponibles en un horario 24×7.
- Identificar costes ocultos, procesos complejos y tecnología que ya no dan servicio al negocio.
Con todos estos datos, el siguiente paso es transformar la plataforma TI actual siguiendo una estrategia de consolidación, y diseñando un nuevo modelo de prestación de servicios basado en soluciones de cloud computing (ya sea pública, privada o híbrida), con unos sencillos criterios de diseño:
- Dimensionar los sistemas que hay que subir a la cloud en función del uso estudiado previamente y no en la capacidad que tenía la plataforma original. De esta forma se eliminan los sobredimensionamientos, se optimizan las infrautilizaciones y se racionaliza el gasto.
- Identificar los sistemas que efectivamente son susceptibles de subirse a una cloud pública, y diferenciarlos de aquellos entornos que, bien por un tema de regulación o por la criticidad de los mismos, no pueden residir en una infraestructura compartida, y llevar las excepciones a una cloud privada que pueda conectarse a la pública conformando así una cloud híbrida.
- Elegir un modelo de facturación con un compromiso fijo (la conocida línea base) para los sistemas de información de mayor uso horario.
- Utilizar el formato de pago por uso para aquellos sistemas que presentan uso puntual.
Siguiendo estos pasos, obtendremos un modelo optimizado, con las siguientes ventajas:
- Automatización de la operación, sin pérdida de control de la infraestructura.
- Distribución de los recursos tecnológicos según las necesidades actuales.
- Flexibilidad de la plataforma, tanto en crecimientos como en decrecimientos, para adaptarse a las necesidades actuales y futuras, así como eliminación de la dependencia del hardware que impide los cambios conforme van evolucionando las necesidades de negocio.
- Portal de autoprovisión para mejorar los tiempos de despliegue.
- Capacidad de absorción de picos de demanda, gracias al modelo de cloud híbrida.
- Ahorro de costes:
- Los de energía y clima.
- Los de alojamiento.
- Los de mantenimiento hardware de la infraestructura.
Como conclusión, como decía Aristóteles, en el término medio está la virtud: construye cloud privada para el entorno crítico y consume cloud pública para el resto de entornos, para dar así soporte a la absorción de picos de demanda y encontrar un equilibrio entre las inversiones y el gasto: cloud híbrida.
Imagen: Trenten Kelley Photography

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