La voz ha sido desde los inicios del siglo XX el producto estrella de las operadoras de telecomunicaciones, elemento core de un negocio en constante cambio que, además, ha servido como habilitador para el desarrollo de nuevos productos y servicios, lo que ha permitido a la industria evolucionar hasta límites que jamás hubiésemos imaginado. De esta forma, durante años el consumo de minutos de voz ha ido creciendo constantemente, gracias en parte al persistente despliegue de líneas fijas y su amplia penetración en el mercado. Más tarde, con la llegada de la tecnología móvil, el tráfico de voz continuó en aumento e hizo despegar los ingresos de forma casi exponencial.
Sin embargo, y casi sin darnos cuenta, todo apunta a que el producto más tradicional y protegido por las operadoras ha alcanzado su cénit. Apenas se ha percatado nadie, pero si miramos con detenimiento las cifras publicadas por la CNMC para el mercado español podemos apreciar el claro descenso de los minutos de voz generados tanto desde la red fija como desde la móvil. En el primer caso la caída se inicia en 2005 (2002 si contamos la reducción de conexiones a Internet basado en líneas de acceso conmutadas o Dial-up) mientras que en el móvil, se aprecia una clara meseta de consumo desde el año 2008.
Por otro lado, esta situación no es exclusiva de España: si acudimos a las cifras recientemente publicadas por el regulador británico Ofcom y tomamos los valores de CAGR (tasa de crecimiento anual compuesto) entre 2008 y 2013 de la agregación de minutos de voz fijo y móvil, nos encontramos con un análisis bastante revelador que arroja cifras planas y en algunos casos negativas en la mayoría de mercados desarrollados (no así en países en pleno crecimiento como India o Brasil).
Y es que los hábitos de los consumidores han cambiado y, con ellos, las posibilidades que ofrecen los operadores, pero el escenario sigue siendo el mismo y todo sigue girando en torno a un dispositivo cada vez más potente, más conectado y con mayor potencial de ingresos para un operador: el smartphone. Un objeto con volúmenes de venta que sobrepasan los mil dispositivos cada 22 segundos en todo el mundo y que ya supera en millones de usuarios al ordenador personal (más de 1.800 millones). Lo consultamos de media más de 150 veces al día, según el Informe de la Sociedad de la Información de 2014. En Inglaterra, sin ir más lejos, el teléfono móvil se utilizó el año pasado una media de dos horas y 20 minutos al día y, de todo este tiempo, sólo diez minutos se emplearon para realizar llamadas.
Este uso cada vez más masivo del móvil (sin su empleo para llamadas de voz) se debe en gran parte a la necesidad de socializar a través de aplicaciones que nos conectan con nuestro entorno y nos proporcionan una experiencia de usuario mayor. Paradójicamente, el contacto humano y las actividades entre personas se reduce paulatinamente y el consumidor demanda comunicaciones tecnológicas cada vez más reales. Es precisamente en este punto donde juegan un papel determinante las comunicaciones enriquecidas, ya sea a través de soluciones WebRTC (Web Real-Time Communication), o mediante aplicaciones de mensajería. El potencial es gigante ya que no sólo se trata de comunicación mediante voz y vídeo, sino de una nueva dimensión en tiempo real, con sesiones síncronas entre dos o más puntos finales y la posibilidad de transmitir cualquier tipo de dato: desde voz hasta vídeo, intercambio de datos, videojuegos o chats.
Sin duda, se trata de un panorama complejo, que crea expectación y, en el que los operadores Telco deben tomar las decisiones de posicionamiento con agilidad para tener capacidad de actuación ante la posible aparición de nuevos actores o tecnologías. Porque como "no" dijo Darwin (parece probado que la famosa cita que siempre se le atribuyó no fue acuñada exactamente por él), “No es ni la especie más intelectual ni la más fuerte la que sobrevive, sino aquélla que mejor se adapta al cambio en el entorno que la rodea”.
Imagen: Tsahi Levent-Levi

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