Hoy en día estamos más que acostumbrados a la presencia de cámaras pero, aunque podamos decir que ya no nos sorprenden, es inevitable verlas como elementos intimidatorios, su sola presencia nos suele hacer sentir incómodos incluso aunque no sepamos cuál es su finalidad.
No es una sensación, se trata de un hecho confirmado: sólo en España hay registradas más de 15.000 cámaras de videovigilancia, según los datos de la Agencia Española de Protección de Datos (AEDP). Fuera de nuestras fronteras también cientos de miles de cámaras nos “acechan”, al más puro estilo de la serie “Vigilados: Person of Interest” o del reality “Gran Hermano”. Según el diario El Mundo, en Pekín hablaríamos de más de 470.000 cámaras en 2009, en Ciudad de México se calcula que en 2012 había en torno a 8.000, pero el país que lidera estos registros es Reino Unido con una cifra estimada de unos 4, 2 millones de cámaras de circuito cerrado.
Una posible explicación a esta reacción que sufrimos la mayoría cuando detectamos la presencia de una cámara es porque automáticamente asumimos que su finalidad es grabarnos. Y cuando el objetivo de esas cámaras es garantizar la seguridad de los bienes o los espacios en los que nos encontramos es así. Pero en la actualidad la presencia de cámaras puede estar asociada a otros muchos fines como la medición de audiencias, o el análisis de flujo o comportamiento de personas dentro de espacios atendidos.
En este sentido, se ha incorporado recientemente en los Innovation Center de Telefónica el piloto “People Behaviour Analisys” liderado por el área de Innovación Tecnológica, que analiza el comportamiento y movimiento de las personas dentro de un recinto y, a partir del flujo de vídeo captado por las cámaras, se extrae una información con un gran potencial para áreas de Marketing o Comercial y sí, también para áreas de Seguridad.
Este piloto se está llevando a cabo en dos tiendas Movistar, en concreto las situadas en la calle Mayor y en la Avenida de España en Alcobendas. En él, mediante el uso de cámaras inteligentes, podemos analizar de forma anónima y en tiempo real el comportamiento de las personas que a diario entran en dichas tiendas. Cada persona que entra en el área que cubre la cámara es localizada y se hace un seguimiento de la trayectoria que realiza. Posteriormente la información se analiza y se agrega para obtener informes y estadísticas de, por ejemplo, el número de personas que hay en cada momento y zona de la tienda, los trayectos que siguen dentro de ella, las “zonas calientes” o donde más se detiene la gente, etc.
El funcionamiento de este piloto se basa principalmente en dos tipos de tecnologías:
- Tracking, o identificación y seguimiento de las personas a través del análisis del flujo de vídeo capturado por las cámaras.
- Y la generación de informes y estadísticas a partir de la información de tracking.
El tratamiento y análisis de las imágenes se realiza en local, de manera que una vez que se dispone de los datos anónimos de las coordenadas y trayectorias de las personas, se envían a un servidor en cloud, que es donde se realiza el procesamiento y almacenado de los datos para obtener los informes deseados.
¿Qué necesidades de una empresa puede resolver este tipo de soluciones?
Por ejemplo, en el caso de retailers, puede ayudar a decidir la distribución de los productos y lineales y la ubicación y dimensionamiento adecuado del personal que debe atender el espacio. De esta manera, se optimizan los recursos tanto de personal como los físicos de la tienda, y se reducen las colas, lo que redunda en una mejor atención al cliente.
Otra posible aplicación de este tipo de tecnologías es la que pueden encontrar fabricantes de productos, que podrían tener información del impacto de una campaña promocional, al conocer el porcentaje de personas que se pararon para verla.
No hay vuelta atrás, hemos de asumir la presencia de cámaras como algo normal y cotidiano y tratar de contemplarlas bajo un prisma menos “negativo”. En vez de verlas como herramientas fiscalizadoras, tenemos que pensar que en numerosas ocasiones son nuestras aliadas y velan por nuestra seguridad y por ayudar a muchas empresas a darnos un mejor servicio. Un ejemplo nos lo ofrecen las empresas aseguradoras que, en su búsqueda de la optimización de los recursos y reducción del coste final de las pólizas de sus clientes, están iniciando proyectos de innovación que contemplan la incorporación de cámaras en los vehículos con un doble objetivo: por un lado, realizar un control biométrico del conductor basado en el análisis gestual (movimientos involuntarios del rostro) para poder prevenir, por ejemplo, estados de somnolencia; y, por otro, grabar lo que ocurre durante la conducción como si de una caja negra de un avión se tratara.
Y, como en el fondo todos intuimos, no es que no haya vuelta atrás sino que cada vez va a más. ¿Te has parado alguna vez un minuto a reflexionar sobre el número de dispositivos con capacidad de grabar imagen y audio que hay actualmente, y que no son sólo cámaras? Hablamos de elementos tan cotidianos como los teléfonos móviles y tabletas, y de otros que están llegando como las Google Glass. Y basta con fijarnos un día cualquiera por la calle: turistas que hacen fotos con sus smartphones, conductores que fotografían dónde han estacionado sus vehículos por si luego no lo recuerdan, otros que captan una incidencia para adjuntarla luego a su seguro, asistentes a un concierto que graban los mejores momentos de su grupo preferido, etc. Quizás no somos conscientes de cuantas veces podemos estar siendo grabados o fotografiados sin darnos cuenta. Lo dicho, mejor ir acostumbrándonos.

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