Avanzada ya la primavera llegó la tercera y última sesión del ciclo “Mar de datos” de Fundación Telefónica, una cita que es un “must go” dentro del panorama tecno-cultural madrileño. Este último encuentro estaba enfocado a poner en valor las nuevas aplicaciones de big data. En esta ocasión los ponentes fueron Sebastián Lancestremère, director general de Microsoft; el doctor Julio Mayol, catedrático de la Universidad Complutense; Carlos del Cacho, chief data scientist en Job & Talent; Pedro Diezma, CEO de Zerintia; David Barrientos, responsable de comunicación de ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles, Turismos y Camiones) y mi compañero Antonio J. Sanchez, responsable de IoT de Telefónica.
Deportes, wearables, medicina, recursos humanos, nuestros vehículos… Todo conectado. El menú fue, pues, inmejorable con ejemplos específicos del valor del dato en estos mundos tan diferentes. Intentaré resumir los aspectos más reseñables.
Comenzamos con el caso de éxito del Real Madrid que me fascinó sobremanera por su ambicioso objetivo, tan brillante y masivo: acercar la experiencia del espectáculo deportivo más allá del propio estadio físico a 450 millones de seguidores, la mayoría de ellos fuera de España. Para ello Microsoft y Sebastián Lancestremère proponían usar dispositivos tan originales e innovadores como las gafas Microsoft HoloLens. Sobre el tema de los wearables, hay otros muchos ejemplos prácticos de tecnología “para llevar puesta” y de forma “invisible” (es decir, que busca ante todo pasar inadvertida a nuestros ojos y se integra con naturalidad en nuestro cuerpo), según palabras de Pedro Diezma. Pero, además, pronto llegará una tecnología más allá de la ropa, las pulseras o los relojes, una tecnología que superará el problema de las baterías (¿quizá porque los nuevos dispositivos se cargarán solos?) y que, en cierta medida, nos hará “superhombres”. Me encantó, en este sentido, el ejemplo que Pedro puso de la ropa que nos recuerda los abrazos de nuestros seres queridos…
Y respecto a salud emocional y en general la salud, Julio Mayol expuso e insistió en el propio valor de los datos médicos, y nos inundó de preguntas: ¿para qué (nos) sirven los datos? ¿Cuánto cuesta explotarlos? ¿Y almacenarlos? ¿Qué problemas de seguridad conllevan? Explicó, así mismo, la necesidad de un modelo sanitario que incremente los servicios pero que ante todo proporcione ventajas al paciente…
Al margen de la salud, también se habló de personas y mucho… Por ejemplo, Carlos Cacho particularizó el uso de big data en el mundo de los Recursos Humanos. Aquí tenemos que hacer un punto y aparte, y es que su startup, Job & Talent, acaba de conseguir 26 millones de euros, algo muy relevante para un país como el nuestro. El motivo de tal éxito tiene nombre y es denominado “jobmatching”, es decir, el dato orientado al proceso de captación de los mejores empleados. Carlos Cacho nos describió el apasionante crecimiento de esta empresa y cómo está construyendo nuestra “huella digital” en lo referente a la información profesional.
Por otro lado, y en un entorno más próximo al de los objetos, tampoco podemos olvidar uno de los sectores en los que big data será más pródigo en retos: me refiero al del automóvil y hablamos de la fábrica 4.0, pero sobre todo del coche conectado, repleto de gadgets que genera 100 Teras/hora de información. David Barrientos nos introdujo en este apasionante mundo y nos dio innumerables pistas sobre los nuevos concesionarios digitales, repletos de pantallas que saciarán nuestra hambre de vehículos atractivos y modernos.
Después, y hablando de hambre y especialmente de conectar “cosas”, mi compañero Antonio nos puso los dientes largos con el ya famoso botón de Telepizza desarrollado por Telefónica. De los millones de cosas potencialmente conectables es uno de los ejemplos más cercanos, que permiten las nuevas soluciones de hardware abierto. Yo ya me estoy pidiendo uno para mi casa, seguro que se me ocurren mil y una utilidades nuevas.
Finalmente, preguntados los ponentes por breves titulares de sus mensajes, los resumo, porque seguro que os darán para una amena conversación frente a la máquina ¿inteligente? de café de la oficina: primero, la tecnología en general y big data en particular deberán trabajar ante todo para las personas, por ejemplo en el aspecto médico, porque no deben hacernos vivir más… sino mejor. Y segundo, respecto a todo lo comentado, es necesario abrir la mente a los cambios… lo que no significa aceptar cualquier cosa. Porque big data nos va a cambiar desde un punto de vista que no conocemos nuestra apreciación sobre la privacidad y el uso de la información.
Pero yo destacaría, y así termino, lo siguiente: todo lo anterior sin emociones no tiene sentido. Aunque muchos ya han tomado conciencia de su importancia y algunos han empezado a medirlas incluso, otros aún las ignoran en la toma de decisiones y no pueden permitírselo. Este efecto se llama falacia de Mc Namara: no debemos guiarnos exclusivamente por aspectos cuantitativos. Por suerte, la clave está en el ingenio y para ello tenemos que estrujarnos las meninges e ir un poco más allá y rebuscar en lo desconocido. Buscar detrás de los números…, en las sombras, pues al darles luz, encontramos nuevo conocimiento. Los científicos se pasan el día haciéndolo. Y, si necesitáis más pistas, el olfato de Clint Eastwood os podrá ayudar un poco .
Imagen: Intel Free Press

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