Vaya por delante que no soy un profesional de la gestión de personal o, como suele llamarse (aunque personalmente no me gusta nada), de los recursos humanos. Pero al llevar 27 años trabajando por cuenta ajena, pienso que puedo atribuirme la condición de amateur…
Cuando el libro “Dejemos de perder el tiempo” (editorial LID) de Ignacio Buqueras y Jorge Cagigas, un volumen de menos de 200 páginas, cayó en mis manos, mi primera impresión fue que se trataba de un resumen de los problemas más comunes de productividad y conciliación que aquejan a las empresas (y organismos públicos). Ambos autores son reconocidos como los principales impulsores de la racionalización de horarios en España.Pero al comenzar su lectura cambió pronto esa percepción, toda vez que desde el primer capítulo los autores abordan no solo la singularidad de los horarios en España, sino una amplia serie de cuestiones relacionadas:
- El presentismo
- Las jornadas interminables
- La “reunionitis”
- La corresponsabilidad de trabajadores y empresa
- La valoración por resultados de los empleados
- La puntualidad
- ¡Incluso el uso correcto del correo electrónico!
Pero no quiero dar la impresión de que el libro picotea en estos temas sin entrar a fondo. De hecho, si hay que destacar una virtud es precisamente que va al grano. Y no solo porque haga un resumen al final de cada capítulo o porque al término del libro se incluyan sendos decálogos de medidas para gestionar el tiempo por parte de empresas y trabajadores, sino porque en cada capítulo, en lugar de divagar sobre conceptos, historia o justificaciones, los autores concretan los problemas de forma efectiva y ofrecen medidas para evitarlos o corregirlos. Aunque es imposible reflejar aquí el detalle de propuestas que se ofrecen en la obra, os ofrezco un pequeño muestrario:
- “La pretensión de este libro no es que se trabaje menos, sino que se trabaje mejor” (cap. 1).
- “Las dos parcelas que más contribuyen a la satisfacción de las personas son la familia y el trabajo y ambos están estrechamente vinculados con las necesidades de relacionarse y de sentirse útil” (Luis Rojas Marcos) (cap. 2).
- “Las empresas han de valorar a sus colaboradores por los resultados que consiguen y no por su esfuerzo presencial, debe primar el trabajo efectivo, bien hecho y terminado en los plazos previstos” (cap. 4).
- “La puntualidad ha de consistir para todos en una irrenunciable exigencia ética. Nadie tiene derecho a hacer esperar a nadie […]. Cuando son los líderes quienes lo hacen envían un mensaje de irresponsabilidad a los empleados o, lo que es peor, de falta de interés” (cap. 8).
- “Muchos empresarios ven en el teletrabajo el riesgo de perder el control y la supervisión de las tareas, en una visión anticuada del trabajador por cuenta ajena” (cap. 11).
- Es necesario “un buen liderazgo para conseguir organizaciones eficientes y sostenibles donde las personas deseen trabajar y aportar su experiencia en pos de unos resultados excelentes” (cap. 14).
Si tuviese que achacarle una pega a este volumen es que le faltan páginas en las que desarrollar algunas cuestiones como la gestión por objetivos y su alineamiento con la estrategia, la rendición de cuentas, las estructuras organizativas o la creación de espacios de confianza que permitan a los empleados asumir la iniciativa. Pero, como dice el viejo adagio “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Esperemos que Buqueras y Cagigas estén ya preparando una segunda parte con la que vuelvan a abrirnos los ojos y rellenar nuestras libretas de notas de una forma directa y amena, como han logrado con “Dejemos de perder el tiempo”.
Imagen: Aleutie/shutterstock

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