Hace unas semanas me preguntaron mi opinión sobre la posibilidad de construir una práctica de trabajo DevOps en un entorno tecnológico mainframe.
No seré yo quien diga que no… pero la idea me echa un poco para atrás. Y no porque la tecnología sea ésta o aquélla, sino porque, ante el objetivo de transformar nuestra organización, no podemos limitarnos por una tecnología que está pensada para trabajar de una manera concreta. Por decirlo con claridad: de abajo arriba, cuanto más abiertos, mejor.
En “El fuera de la Ley” (The Outlaw Josey Wales, 1976), Clint Eastwood nos cuenta la historia de un hombre que elige combatir en la guerra civil de los EE. UU. después de que su familia haya sido asesinada. Y, aunque el final de la guerra cambia las circunstancias, él se niega a rendirse y se convierte en fugitivo. Josey Wales se resiste a cambiar de vida y, así, comienza una aventura épica en la que los cambios se hacen inevitables.
Algo parecido ocurre con la infraestructura TI. No es tan solo que la propia evolución de la tecnología nos haya llevado de cabeza hacia los entornos cloud, sino que las prácticas de gestión y gobierno TI nos han empujado a transformarnos en organizaciones más ágiles, más eficaces (con mejores resultados) y más eficientes (con un mejor aprovechamiento de las inversiones). Todo eso es cloud. E intentar desarrollarlo en entornos tecnológicos diferentes a esta tecnología es una aspiración noble y meritoria, pero con poco sentido.
¿Por qué cloud? Ya hemos dicho que los equipos DevOps son multidisciplinares y aúnan a los especialistas de desarrollo con los de producción. Cloud ofrece a esta simbiosis de roles la oportunidad de realizar operativas de prueba y error, es decir, de construir y destruir la infraestructura para sus proyectos tantas veces como se requiera. ¿Son necesarias más máquinas? Sin problema. ¿Con más potencia? ¡Hecho! ¿Qué en lugar de tal software o configuración hace falta otra cosa distinta? Pues se deshace lo construido y se vuelve a levantar… Todo al alcance de los dedos, listo en un momento.
Aunque la elasticidad y la agilidad son cuestiones básicas y se han convertido en la carta de presentación de cualquier oferta cloud, no son a mi juicio las claves principales para una gran organización. Lo verdaderamente fundamental es que todo lo que se construya cumpla “de fábrica” con la arquitectura, la normativa y los estándares técnicos que se hayan establecido. Como sabe cualquier administrador de sistemas, conocer de antemano dónde se encuentran todos los elementos de un sistema simplifica las tareas y evita incidentes o errores. Por esta misma razón, los campamentos romanos tenían todos exactamente la misma planta y organización… pero no nos desviemos, que lo nuestro es el oeste y no los romanos.
Otra de las ventajas que aporta cloud es la automatización. La construcción de máquinas, discos y redes es ejecutada por herramientas, no por personas, por lo que siempre se realiza de la misma manera. Gracias a esto, se evitan errores manuales y es posible disponer de bitácoras y métricas que permiten trabajar para la mejora continua en las operativas.
¿Y qué tipo de cloud conviene escoger? ¿IaaS o PaaS? ¿Nube pública o privada? ¿Cloud “pura” o Virtual Data Center? Aunque esto depende de cada organización, y lo normal es que se hayan tomado decisiones previas a DevOps, me atreveré a daros dos recomendaciones:
- Cuanto más prefabricado y estandarizado sea el servicio ofrecido, mayor beneficio obtendrán los usuarios, a la vez que facilitará la gestión y gobierno de esa infraestructura. Por tanto, además del sistema operativo, da mejor resultado que las máquinas virtuales incluyan los agentes de supervisión, antivirus, etc. Y si existe la opción de instalar también el middleware (servidor de aplicaciones, servidor web, base de datos, etc.), muchísimo mejor.
- Una cloud “pura” es más aconsejable para quien ya cuente con experiencia en desarrollo de aplicaciones nativas en la nube, y cloud híbrida para quien carece de ella o aún debe adquirirla porque las condiciones de configuración, disponibilidad y continuidad de negocio son más semejantes a lo que ha venido operando.
La infraestructura es un elemento fundamental en los proyectos DevOps y debemos tener con ella la misma mentalidad transformadora que con el resto de aspectos del proyecto. A lo largo de los 135 minutos que dura “El fuera de la ley", Josey Wales va transformando su mentalidad y abandona sus deseos de venganza para encontrar un nuevo hogar, una nueva familia, un nuevo nombre y una nueva vida. De forma semejante, en la travesía de nuestra organización a un modelo DevOps debemos transformar también los fundamentos en los que se apoyará. Y lo tendremos más fácil que el protagonista porque a nosotros no nos perseguirá el ejército de la Unión… ¿o sí?

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