Este año se cumple el primer cuarto de siglo de la conmemoración el 23 de abril del Día Internacional del Libro. Cuando en 1995 la UNESCO escogió esta fecha para rendir homenaje al mundo editorial, nadie hubiera podido imaginar las circunstancias en las que tendría que celebrarse este evento veinticinco años después. La situación actual da pie a muchas reflexiones, pero sin duda una de ellas tiene que ver precisamente con el papel que el libro juega en situaciones como la que estamos viviendo.
Y es que la lectura es, sin duda, la actividad de ocio más entrañablemente hogareña y la primera en desdibujar, sin necesidad de cuarentenas, la frontera entre lo presencial y lo virtual. En el acceso al libro compiten gigantes como Amazon y pequeñas librerías de barrio, sellos generalistas y editoriales de culto. Pero también conviven el placer que nos provoca el olor del papel cuando hojeamos una novela y lo práctico que resulta en un viaje disfrutar de todas nuestras obras favoritas a través de cualquier dispositivo de lectura digital.
Transformación del mundo editorial para responder al cambio de hábitos
Mucho se ha escrito sobre la crisis de un sector que tiene más que ver con un cambio de hábitos culturales, que con las bondades del eBook frente al libro en papel. Desde 2008 el mundo editorial viene protagonizando un proceso de reconversión que afecta a productores y distribuidores, pero también a la naturaleza de nuestras lecturas y a la propia demanda. En estos años han surgido nuevas narrativas y nuevos canales de venta, al tiempo que se ha potenciado una dimensión social de la lectura que, por otra parte, siempre tuvo.
Cuando la realidad casi confirma la ficción
Paradójicamente, el año en el que se celebra la más inusual de las jornadas del Día del Libro se producen fenómenos comerciales como el protagonizado por la novela Los ojos de la oscuridad, del norteamericano Dean R. Koontz. Una obra que en su momento transitó por las librerías sin pena ni gloria ha tenido que esperar casi cuarenta años para ser rescatada del olvido en virtud de las sorprendentes coincidencias de su trama con la pandemia que nos azota.
Cualquier otra obra de este autor, con mucho mayor éxito en su momento, hoy en día puede adquirirse por pocos euros. Sin embargo, este título en concreto en una edición de bolsillo, publicada en español por Plaza & Janés en 1994, cuesta nada menos que 120 euros. De hecho, se ha convertido casi en objeto de culto, con una edición especial de lujo que ronda los 2.200 euros. Sin duda, ha sido literalmente la oportunidad de oro para librerías de segunda mano de Estados Unidos que se han apresurado a rebuscar en la trastienda para sacar a la venta ejemplares que rondan al cambio los 600 o 700 euros.
Mientras, el formato audiolibro no ha perdido tampoco la ocasión y permite establecer paralelismos al módico precio de diez o veinte euros. Sobra decir que se anuncia una inminente reedición de este título, en el que la realidad casi confirma la ficción, con éxito de ventas asegurado antes de llegar a los escaparates de las librerías.
Amplia oferta de contenidos en abierto durante el confinamiento
Por supuesto, esto no deja de ser un fenómeno coyuntural pero rema a favor de algunas reflexiones respecto a la peculiar lógica de consumo de un sector como el editorial. Tiempo habrá para analizar datos relativos a la acogida que ha tenido entre los lectores la amplia oferta de contenidos en abierto que han brindado bibliotecas, librerías y editoriales en todo el mundo, como instrumento de evasión durante el confinamiento de millones de ciudadanos.
Nuevos canales de comunicación con el lector
En estas circunstancias la tecnología se ha revelado como la más eficaz aliada a la hora de mantener la conexión en un contexto de aislamiento físico a golpe de cuentacuentos, lecturas compartidas y directos online con escritores a través de las redes sociales, patrocinados en muchos casos por editoriales y librerías. Han proliferado los clubes de lectura virtual que retoman la vieja tradición de las tertulias de café, apoyados en fórmulas tan innovadoras como herramientas de chat, de uso común en el ámbito de los videojuegos. Y es que la combinación de experiencias pasadas con prácticas de otros sectores aporta una inagotable fuente de inspiración cuando se trata de abrir nuevos canales de comunicación con el lector.
Impacto del COVID-19 en el mundo editorial
Pero lo cierto es que los efectos del confinamiento preocupan y mucho al sector editorial que prevé pérdidas superiores a 1.000 millones de euros. Para empezar, certámenes como la emblemática Feria del Libro de Madrid ha movido su tradicional calendario primaveral al mes de octubre, con la cancelación de todos los lanzamientos comerciales que tradicionalmente se organizan alrededor del 23 de abril.
Como imaginaréis, la importancia de estos eventos no es baladí, ya que suponen para algunos negocios entre el 20 y el 30 por ciento de su facturación anual. La pasada edición del certamen madrileño recaudó la no desdeñable cifra de 10 millones de euros en ventas, que representó un 14 por ciento de crecimiento respecto a 2018. De hecho, se teme que los efectos de COVID-19 trunquen la senda de recuperación en la caída de ventas que supuso la crisis de 2008 y que entre 2010 y 2011 provocó en esta industria pérdidas cifradas en 400 millones de euros.
De nuevo se perfila un horizonte de recesión económica que amenaza de forma especial al mundo editorial, con las librerías de barrio y pequeñas editoriales en primera línea del frente y temerosas de un cambio en los hábitos de consumo que podría terminar de darles la puntilla.
Y es que ha llegado la hora de la reválida para la transformación digital de un sector en el que los eslabones más débiles de la cadena tendrán que esforzarse por apuntalar su valor diferencial frente a una poderosa competencia. Una amenaza que no solo protagonizan los actores dominantes en el ámbito editorial o el ecosistema digital, sino también el auge de formatos como el audiolibro, con difícil encaje en el negocio tradicional de las librerías.
Aprovechar oportunidades y aunar esfuerzos para sobrevivir
Sin embargo, este escenario también plantea oportunidades y nada mejor para aprovecharlas que aunar esfuerzos, como se ha hecho con motivo de la cuarentena impuesta por COVID-19. En este sentido, hay campañas muy interesantes como la que promueve CEGAL que, bajo el lema Apoya a tu librería, busca recabar el apoyo de los lectores para sortear los efectos del cierre impuesto a estos establecimientos.
Lo cierto es que integrarse en la economía digital es ahora una cuestión de supervivencia, aunque entrañe distinto grado de dificultad para grandes y pequeños actores. Además, esta primera celebración virtual de la historia del Día del Libro brinda la oportunidad de reconocer su importancia como materia prima de un importante sector económico. Y, por supuesto, es una excelente ocasión para agradecer la compañía de este viejo amigo cuando necesitamos sortear las barreras del tiempo y el espacio. Por todo ello, ¡feliz Día del Libro!
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Recordad que también autores, editores y libreros merecen nuestro aplauso, mientras secundamos la iniciativa #YoMeQuedoEnCasaLeyendo. Al fin y al cabo, como decía Jorge Luis Borges, “que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído”.

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