Casi todas mis entradas anteriores en este blog han tratado de viajes y esta ocasión no será una excepción.
En los últimos meses he tenido que gestionar un visado de estancia en Canadá. Todos, absolutamente todos los trámites para su obtención, incluido el pago de las tasas, los he podido realizar por internet sin tener que poner un pie en ninguna oficina de la administración pública canadiense y… ¡mucho menos en el país!
La gestión mediante la web www.cic.gc.ca ha sido rápida e intuitiva. Igualmente, la confidencialidad de los datos intercambiados entre ambas partes siempre estuvo asegurada. Sin embargo, si tuviera que destacar un solo aspecto del procedimiento diría que su inteligibilidad: ha sido fácil de entender lo que estaba haciendo en todo momento ya que el proceso web trata a sus usuarios como personas que no tienen por qué dominar las “paradojas” del derecho internacional para la obtención de un visado.
En resumen, el proceso administrativo de la burocracia pública canadiense ha sido online, legal, seguro, sencillo y… casi casi yo diría que hasta entretenido. ¿Entretenido? Pues sí señor, entretenido.
Casualidad o no, por las mismas fechas tuve que renovar en España mi Certificado digital FNMT de Persona Física. Esto es, en cristiano, una certificación electrónica expedida por la FNMT (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre) y la RCM (Real Casa de la Moneda) que vincula a su suscriptor con sus datos legales y confirma su identidad ante cualquier organismo público y privado español. Dicho certificado puede ser obtenido de forma gratuita por cualquier ciudadano español mayor de edad o menor emancipado que esté en posesión de su DNI o NIE. Con dicho certificado software, el ciudadano puede realizar, a través de Internet, múltiples trámites de forma segura, tanto con la administración pública (por ejemplo, presentación y liquidación de impuestos, consulta e inscripción en el padrón municipal, etc.), como con entidades privadas (firma electrónica de documentos y formularios oficiales, presentación de recursos y reclamaciones, etc.).
El proceso de renovación se me antojó confuso cuando menos y, desde luego, complejo para un usuario intermedio. Considerándome un usuario avezado, mi experiencia fue bastante desconcertante. No me quiero imaginar el día que mi madre, una persona adulta y con un uso diario de Internet, pero que no es ni de lejos una nativa digital, tenga que renovar su Certificado de Persona Física. ¡Será toda una hazaña para ella si logra superar la primera ventana de “Consideraciones previas (paso 1)”! Hay, nada más y nada menos, tres pasos en las consideraciones previas antes de empezar… Todas estas consideraciones previas son una romería de “recordatorios” y “configuraciones”. Con independencia de que finalmente tengas tu equipo preparado a la perfección, el usuario no se librará de ventanas emergentes de mensajes tipo “Leer atentamente”, así como otros del estilo “Esta conexión no está verificada”. Ufff… mi madre ve esté último mensaje y no renueva el certificado digital, acaba directamente apagando, por falta de confianza, el ordenador, la tableta o el móvil. ¿Falta de confianza? La piedra angular en la que se basa toda operación online es la confianza en el proceso, dado que al no ser una acción presencial no puedes observar si estás siendo engañado o no.
En mi anterior post escribí acerca de los resultados obtenidos por el Telefónica Index Digital Life (TIDL). El informe evalúa la capacidad que los diferentes países tienen para mejorar sus economías en base a la digitalización, entendida ésta como el aprovechamiento de las tecnologías digitales en todos los ámbitos socioeconómicos. De los 34 países evaluados (entre ellos, Canadá y España), se distinguían dos grupos bien diferenciados. Un primer grupo, cuyo rendimiento para aprovechar las ventajas de la economía digital estaba por encima de su expectativa según su riqueza como país, y un segundo en el que estaba por debajo.
El ejemplo dado anteriormente con el tema del visado y la renovación del certificado digital es tan solo eso, un ejemplo, pero puede darnos pistas acerca de cómo podemos aprovechar los recursos existentes para dar un impulso a la digitalización de nuestra sociedad y lograr con ello una mejor vida digital para todos. ¿Un ejemplo?: estimular iniciativas políticas en pos del avance de todos los aspectos necesarios para ello (como por ejemplo, seguridad, sencillez, racionalidad, etc.).
Finalmente, ¿es necesario qué diga a cuál de estos dos grupos pertenecen Canadá y España respectivamente? La respuesta la dejo a la reflexión del lector…

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