El uso de eBooks o tablets en los centros educativos es algo poco extendido, pero sin duda, tarde o temprano, ocurrirá de forma normalizada. Hay varias razones de peso para que esto ocurra.
La primera que me viene a la cabeza es, literalmente, una razón de peso. Cualquiera que tenga hijos (e incluso los que no) habrá observado la pesada mochila que día a día les toca preparar y cargar hasta el colegio o instituto. Aunque pensemos que pudiera ser un ejercicio extra que hacen y que revertirá en su forma física, lo cierto es que se trata de una carga desequilibrada y desestabilizadora, que fuerza posturas que para nada son positivas como ejercicio.
La segunda razón sería económica. El coste de impresión del material se vería reducido hasta la inexistencia, ya que no habría prácticamente contenido que imprimir. También es verdad que podemos ir paso a paso: trabajemos inicialmente los libros de texto y dejemos en papel los cuadernos de ejercicios y prácticas, por ejemplo.
No ocurriría igual con los costes de edición del contenido, el cual siempre será necesario realizar y, año tras año, cambiar y actualizar los nuevos planes de estudio, como viene siendo costumbre… haga o no haga falta, ya que la normativa pide que se mantengan durante, al menos, cuatro ejercicios lectivos, cosa que no suele ocurrir.
Los costes de distribución también se verían rebajados. Los gastos de logística, almacenaje y distribución mediante el sistema tradicional serían reemplazados por los costes que supone la distribución de contenidos on line. Cada editorial podría mantener sus propios servidores y sistemas de distribución, o bien delegar esta tarea en un proveedor de servicios de TI.
La tercera razón vuelve a ser económica: sin duda la masificación del uso conseguiría un abaratamiento significativo de los dispositivos.
Otra razón sería la ecológica, ya que se reduciría de forma radical el consumo de papel y probablemente habría una disminución significativa de consumo energético, al eliminar las necesidades de rotativas y maquinaria pesada de impresión. Todo esto moderaría la cantidad de contaminantes que se generan en la fabricación de papel y la impresión. A cambio, tendremos un aumento de consumo energético en cada hogar, por la necesidad de recarga periódica de los dispositivos.
En este sentido, una de las razones que podría favorecer el uso de eBooks frente al de tablets sería el menor consumo de energía y por tanto su mayor autonomía, si bien es muy obvio que, hoy por hoy, las capacidades de interacción de un tablet están muy por encima de las de la mayoría de eBooks. En cualquiera de los dos casos, habría que preparar los colegios con enchufes extra y cargadores de préstamo, para aquellos despistados que no cuenten en casa con tutores del tipo “Pepito grillo”.
Accesibilidad: mientras que un libro escrito es como es, no podemos modificarlo, los dispositivos electrónicos cuentan con funciones tan maravillosas como la ampliación y reducción del tamaño del texto y de las imágenes, o la lectura del texto mediante un conversor de texto a voz. ¿Hay alguna duda de cuánto facilitan la vida estas funciones a personas con algún tipo de discapacidad visual? Y ya no sólo visual, porque si además empleamos dispositivos con interfaz táctil, simplificamos el uso a personas con algún otro tipo de discapacidad o minusvalía en sus miembros superiores.
Una más: actualización inmediata de contenidos, tanto en caso de corrección de erratas, como por un cambio repentino de la geografía de una región o a causa de una actualización de la normativa vigente, por ejemplo.
Aunque hay muchas más, menciono la última: la posibilidad de complementar la información con acceso a enlaces externos o incluso a contenido de otros cursos pasados. Prácticamente todos los dispositivos cuentan con conectividad a Internet que puede ser aprovechada para buscar o ampliar la información de forma on line. La editorial puede tener sus propios repositorios con información más actualizada, con ejercicios complementarios, con soluciones a los ejercicios, etc.
Son tantas las mejoras que introducen que al pensar en ellas sólo podemos preguntarnos por qué no está ya institucionalizado su uso. Las motivos para que esto no haya ocurrido ya, desde mi punto de vista, son principalmente económicas. Hay unos procesos y un sistema económico que sin lugar a duda se verían afectados por este significativo cambio, además de otras transformaciones que habría que introducir en las aulas y procedimientos educativos que requerirían de inversión adicional.
En mi próximo post hablaré un poco más sobre este aspecto y plantearé algunas opciones de negocio que podrían generarse alrededor de este cambio.
Imagen: kodomut

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