Recientemente leía que “Los edificios del futuro utilizarán paneles de microalgas para generar energía y capturar CO2”. De entrada resulta sorprendente pero lo cierto es que habitualmente no pensamos lo suficiente en la economía azul como motor de crecimiento y su contribución a la sostenibilidad.
Hace años, en una exposición de diseño emergente, vi una mochila de cuero de pescado. Se ha hecho así históricamente en muchas culturas y ahora este arte revive con nuevos métodos de curtido y teñido.
El chef gaditano Ángel León también es conocido por su innovación en el uso de técnicas y recursos marinos, además de por su defensa de la sostenibilidad y el medioambiente. Entre otras “propuestas abisales” -como han sido calificadas por disruptivas- ha conseguido llevar la bioluminiscencia del plancton a los platos, elabora embutidos a partir de productos "de descarte" del mar y, de manera experimental, ha “plantado comida en agua salada” por primera vez. Ese cereal marino -la zostera- ha llamado la atención de la FAO por sus cualidades nutricionales, superiores a las del arroz o el trigo.
Su propio restaurante Aponiente se ubica en un molino de mareas de hace dos siglos, rehabilitado. También acoge un laboratorio de investigación gastronómica y ejerce, así un efecto tractor para la recuperación del entorno.
En este blog nos hemos referido a la innovación logístico-portuaria y 5G ha impulsado el Astillero 4.0, del que es referente Navantia, con Telefónica Empresas como socio tecnológico.
Pues bien, son solo algunas de las posibilidades de la economía azul como motor de crecimiento.
La economía azul, de máxima actualidad
Cobra especial protagonismo en un momento de crisis y en el marco de los ODS pero recuerdo que escribí por primera vez sobre la economía azul hace ya casi una década. El término cumplirá pronto treinta años.
Lo creó en 1994 el economista belga Gunter Pauli, que precisamente el pasado mes de junio visitaba España para participar en la última edición del DES.
En su libro “Blue economy” apela a un modelo económico basado en el respeto por el medioambiente. Destaca el potencial de mares y océanos como motores de innovación y de un desarrollo económico sostenible y rentable. Y promueve imitar el funcionamiento de la naturaleza, siguiendo el principio de la economía circular.
España lidera la economía azul en Europa
Los ecosistemas marinos representan el 70 por ciento de la superficie del planeta y son la octava economía, según el informe Empowering the blue magic. Su preservación es clave para la vida y el crecimiento.
De hecho, la economía azul ya aporta el 5 por ciento del PIB mundial y España la lidera en Europa, con un volumen de negocio en torno a los 30.000 millones de euros y casi un millón de empleos.
Un enorme caladero de oportunidades
La economía azul representa, por tanto, un enorme caladero de oportunidades. Paulie apunta que la clave está en optimizar, reutilizar y también en repensar la manera de hacer las cosas.
Para esto nace en Cádiz IncubAzul, la primera incubadora de startups de base tecnológica relacionadas con la economía azul, con la colaboración de Telefónica, de la que escribiré mañana.
Imagen: apasciuto

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