Hace unos días tuve el honor de participar como jurado en el evento “Telefónica Challenge for IE MBA: accelerating the circular economy”, organizado conjuntamente por Telefónica y el Instituto de Empresa. El objetivo principal era revisar propuestas de proyectos elaborados por los estudiantes de MBA del Instituto de Empresa que sirvieran para acelerar la difusión de los principios básicos de la economía circular y a la vez fueran rentables para una gran compañía como Telefónica.
Inauguró la jornada Ken Webster, de la Ellen MacArthur Foundation, organización sin ánimo de lucro fundada en 2009 que trabaja para ayudar a acelerar la transición a la economía circular, en colaboración con instituciones públicas y privadas. La idea principal de su ponencia fue la importancia de cambiar el consumo de los recursos, que implica un agotamiento de los mismos, por el uso de los mismos, de manera que mantengan su valor durante más tiempo, lo que a la larga trae consigo una mayor rentabilidad para las compañías. De esta manera, los consumidores se convierten en usuarios y establecen relaciones más duraderas con las empresas, en las que la calidad del servicio y la atención al cliente cobran más importancia si cabe.
Otra idea importante que puso de manifiesto en su ponencia es que un objetivo principal de la economía circular es reconstruir el capital de las empresas, y el concepto “capital” incluye tanto el financiero y las materias primas como el capital humano y social. De esta manera se asegura un flujo continuo de bienes y servicios en el que los materiales técnicos y biológicos nunca llegan a destruirse por completo, sino que se transforman para seguir aportando valor. Esta idea se refleja en el “diagrama de la mariposa” inferior:
Fuente: Ellen MacArthur Foundation
Lo que propone la economía circular, en definitiva, es mirar a la economía y a la sociedad desde un punto de vista diferente al tradicional. Se trata de rediseñar los flujos productivos desde un principio con vista a que los recursos puedan reutilizarse varias veces, y así no solo proteger el medio ambiente, sino también obtener beneficios económicos derivados del ahorro en el gasto en materias primas, que son cada vez más escasas y, por tanto, tienen un precio cada vez más volátil. Para ello, se hace necesario:
- Escoger aquellos materiales más duraderos.
- Buscar en la fabricación componentes estándar en lugar de otros diseñados ad hoc y más difíciles de sustituir en el futuro.
- Primar la durabilidad en el diseño de los productos.
- Tener en cuenta las posibles aplicaciones de los residuos generados.
Incluso una empresa de servicios como Telefónica, que no produce bienes tangibles, puede adherirse a los principios de la economía circular, preguntándose cuál será el uso de sus activos (plataformas, infraestructuras, elementos de red…) una vez haya terminado su vida útil. En esa línea se plantearon por parte de los estudiantes del MBA varios proyectos muy interesantes que proponían usos alternativos a las entrañables pero ya obsoletas cabinas de teléfono, que las convertían en hotspots de wifi, puntos de información ciudadana o soporte para anuncios publicitarios. También se propuso la transformación de las arquetas de las instalaciones de telefonía que podemos encontrar en las aceras de cualquier ciudad en pantallas informativas para los ciudadanos con innovadoras láminas ultradelgadas resistentes a la intemperie.
Por último, si se consigue el crecimiento de la economía como un todo, redundará en beneficio de toda la sociedad y, por consiguiente, también de las empresas. Ése era el pilar fundamental del proyecto que resultó ganador, y que tendría mucho sentido en países económicamente desfavorecidos donde todavía el acceso a Internet es casi un bien de lujo al que no todas las familias pueden acceder. Los estudiantes proponían que varias familias pudieran compartir un mismo acceso a Internet, que costearía un determinado hogar. Éste, a cambio de obtener mejores condiciones de su operador (un descuento, mayor ancho de banda, mejor oferta de contenidos…), accedería a compartirlo con otras familias, sujetas a unas condiciones y a una cuota de pago más barata. Una solución en la que todas las partes saldrían ganando.
Y es que la economía circular es un win to win.
Imagen: Mathilde AUDIAU

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