Quizá en el Trivial alguno perdería el quesito por no saber que Tallin es su capital, pero ¿quién no ha oído hablar de “el caso de Estonia”? Un país nativo digital, el Silicon Valley nórdico, el que más starts up tiene per cápita, donde es posible crear una empresa en veinte minutos…
Conceptos como “la nube estatal”, “la embajada de datos” y recientemente la “e-residencia” han sido titulares de la mano de esta pequeña república báltica. Todo empezó hace 23 años cuando obtuvo la independencia de la desaparecida Unión Soviética e hizo una apuesta decidida por las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
Ahora acaba de anunciar que en 2025 aspira a tener 10 millones de e-estonios (siete veces su población real). ¿Y cómo? Pues el mes pasado se convirtió en el primer país del mundo que concede la residencia digital a cualquier ciudadano del mundo que la solicite y cumpla unos requisitos. No da derecho a nacionalidad ni pasaporte, pero quienes la obtengan podrán acceder a todos los servicios electrónicos del país, tanto de la Administración Pública como del sector privado, un importante ahorro de tiempo y dinero, destinado sobre todo a atraer a emprendedores digitales interesados en operar en la Unión Europea. Una manera, por tanto, de atraer capital y talento a este pequeño país.
Estonia ya es un referente en e-administración avanzada. En el año 2000 el Gobierno declaró Internet un derecho humano, desde 2001 cuenta con una plataforma tecnológica centralizada (X-Road) que da soporte a los diferentes servicios digitales públicos (desde eSalud hasta la declaración de la renta) y también privados. El DNI electrónico se expide desde 2002, cuenta con uno de los sistemas de firma digital más avanzados del mundo, son pioneros en el voto por Internet (2005) y a través del teléfono móvil (2008)… y ya hasta es posible donar órganos con apenas unos clics.
Tanta eficiencia se explica porque tras su independencia, al ser un gobierno pequeño, con pocos recursos y sin grandes inversiones previas en tecnología, Estonia no tuvo reparos en apostar por las aplicaciones web incipientes de los noventa y por el modelo cloud, y de todo ello ha obtenido grandes beneficios.
Los más escépticos se empeñan en ver la otra cara de la moneda: esa interconectividad y apertura tecnológica que ha permitido a Estonia crecer como país también ha incrementado su nivel de riesgo, como se vio en 2007 cuando muchos de sus servicios online quedaron parcial o totalmente interrumpidos debido a un conjunto de ataques de denegación de servicios (DDoS) supuestamente respaldados por Moscú.
Como respuesta, nació la idea de las embajadas de datos, que mencionábamos al principio.
Respecto a la nueva residencia digital hay quien ya cree también que atraerá a ciberdelincuentes. Se trata de un nuevo paso en el mundo digital que introduce algunos interrogantes pero iremos viendo cómo se resuelven. De lo que no cabe duda es de que Estonia podría hacer suyo el famoso “ladran, luego cabalgamos…”
Imagen: archer10 (Dennis)

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