La innovación pública será uno de los temas centrales del Congreso Novagob 2015, que se celebrará los próximos días 5 y 6 de octubre en Tenerife. Víctor Almonacid, que era reconocido por su labor en este sentido en la última edición de CNIS, participará en varias sesiones y mesas redondas. Con él hemos mantenido esta interesantísima charla para A un clic.
-Al preparar este cuestionario me ha sorprendido descubrir que existe el Club de Innovadores Públicos (CIP), al que perteneces. ¿Puedes hablarnos de su génesis, objetivos y líneas de actuación?
Se trata de una iniciativa de Miguel de Bas que busca aglutinar a todos los responsables públicos que apuestan por la modernización e innovación de sus administraciones, y está abierto a todos aquéllos que comparten esta nueva manera de entender lo público, para fomentar la propagación de este buen perfil profesional. Se apoya en un documento clave, el Compromiso del Innovador Público, que aprovecho para difundir y pedir que sea suscrito por el mayor número de personas. Se trata de un Código ético en toda regla, que redactamos unos 30 innovadores pero que ya han firmado cientos.
-¿Puedes resumirnos en tres sus veinticinco preceptos?
Verdadera vocación de servicio público, con una fuerte ética; compromiso por mejorar la administración (y particularmente por superar el modelo burocrático y despersonalizado que tanto daño ha hecho) y colocar a la persona en el primer peldaño de lo público (tanto a los compañeros como a los ciudadanos).
-Si para reflejar lo titánico de su esfuerzo, a los intraemprendedores en el ámbito de las empresas se les representa como supermanes, el “in-prendedor público” -como lo llamáis-, ¿de qué pasta tiene que estar hecho?
En realidad no es un superhéroe, sino más bien un antihéroe, como Don Quijote o Rocky Balboa. Por desgracia va a encontrar muchas resistencias y animadversiones y una cualidad que debe tener por encima de todas es la de no rendirse nunca. Pero, en realidad, cualquiera puede ser un intraemprendedor e innovar, aunque sea dentro de su parcela. Sólo debe levantarse un día y tomar conciencia de lo que está mal, que aún es mucho, y comprometerse a mejorarlo dentro de sus posibilidades. Basta con dejar de poner un sello “porque siempre se ha hecho así”. Un poco más difícil es ser un líder innovador y crear y dirigir equipos que implanten proyectos que, a su vez, logren importantes mejoras notables en el servicio público.
-En lo que a innovación se refiere, ¿va por delante la administración local?
No, va igual que el resto, es decir, regular mal. Hay muchos ejemplos de innovadores y de “buenas prácticas” en la administración local, pero también es verdad que hay muchas administraciones locales, por lo que el porcentaje sigue siendo bajo. Sólo con los Ayuntamientos sumamos 8.122, así que no nos vale que haya 30 que funcionen bien. Queda mucho por hacer. La innovación pública es un fenómeno muy heterogéneo porque se ha producido allí donde ha surgido, casi por generación espontánea, un innovador. Esto ha ocurrido en la local, en la autonómica, en la estatal, en la institucional, pero siempre con cuentagotas. Evidentemente los ejemplos más famosos (y mejores) han necesitado algo más que eso. Pero si se impulsa el talento con medios y apoyo político puede tener su Agencia Tributaria particular. Todo el mundo habla de la AEAT, pero realmente lo que ha hecho es implantar la administración electrónica diez años antes que el resto. No les quito ningún mérito, sólo quiero ilustrar la sencillez del proceso.
-En la edición 2015 de CNIS se te ha reconocido como innovador público del año. ¿Puedes resumirnos tu trayectoria en este sentido?
Creo que se valoró mi compromiso con todas las entidades de las que formo o he formado parte: Ayuntamiento de Picanya, Ayuntamiento de Alzira, COSITAL, RECI, FEMP, UDITE… Quiero pensar que siempre he sumado algo (mucho, bastante, suficiente…) en todas ellas. De forma más concreta hemos conseguido implantar Planes de administración electrónica y/o de smart city en los Ayuntamientos en los que he trabajado. En cuanto a mi colectivo (COSITAL, Consejo General de Secretarios, Interventores y Tesoreros de Administración Local), he intentado empujarlo en dirección al siglo XXI. También procuro hacer campaña y defensa de lo que considero “buenas prácticas”, o incluso a veces “causas justas”, tanto en mis publicaciones (libros, artículos) como en mi blog, que además está vinculado a Novagob. También he procurado liderar otros proyectos, como el de las “Cien recomendaciones en materia de administración electrónica” o el de “Comicios electrónicos”. Pero ninguna de las cosas que he mencionado las podría haber logrado, ni remotamente, sin la ayuda de mis compañeros de trabajo, en el caso del Ayuntamiento, y de colaboradores-amigos en cuanto al resto de proyectos.
–En CNIS 2015 se habló de un nuevo ciclo para la innovación pública. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Pues que como dijo Einstein la crisis ha sido una oportunidad. La palabra misma significa en origen “separación, decisión, elección…”, y comparte etimología con otras como “crítica” y “criterio”. Todo es muy ilustrativo. Si hemos innovado en algunas administraciones es porque se nos ha pedido hacer más con menos dinero. Un ciudadano más exigente que nunca ha puesto a prueba un servicio público también más necesario que nunca. Para solventar este panorama solo cabía hacer magia o cambiar la forma de hacer las cosas. Optamos por lo segundo porque nos pareció más racional. La clave de todo es implantar la administración electrónica no como un fin en sí misma, sino como un medio para mejorar, de forma planificada e integrando a las personas en el proceso (funcionarios, políticos, ciudadanos, empresas).
La colaboración público-privada es una fórmula más económica para la gestión de los servicios públicos, pero también está la colaboración público-pública y, sobre todo, la colaboración ciudadana. Emprendedores, pymes, redes sociales, medio ambiente, I+D+i… Todos ellos son políticas, herramientas o actores públicos que no existían (o no se tenían en cuenta) hace quince años.
-Un informe de Accenture “Digital at depth” sobre la innovación pública, del que nos hemos hecho eco en A un clic de las TIC, recoge el ejemplo de Noruega como una eAdministración siempre on, el paradigma open de Nueva York o la apuesta por el emprendimiento de Dinamarca… Si hiciéramos benchmarking, ¿en qué aprobaría y suspendería España?
En España, salvo honrosas excepciones, se hace mal el benchmarking, entre otras cosas porque se piensa que consiste en copiar los casos de éxito (sobre todo de éxito político), y no se entiende que es una modalidad muy importante de innovación que podríamos definir como “copia inteligente” o copia adaptada. Pero claro, cómo se va a entender esta modalidad de innovación si no se entiende la propia innovación. Se confunde con hacer reformas, como los famosos paquetes de medidas legislativas, pero las reformas no son innovadoras porque tienen mucho impacto y crean muchas resistencias. Tampoco es lo mismo modernización que innovación. La modernización es un instrumento que sirve a un fin, pero cambiar las cosas o hacerlas tecnológicas porque sí, no siempre conlleva una mejora. En cuanto a la transversalidad de las políticas públicas, en la administración municipal tiene más sentido que en cualquier otra, porque prestamos muchos servicios y todos están relacionados, y además somos la administración más próxima al ciudadano. La idea es un Plan de ciudad. Algunos le llaman a esto smart city pero también le podríamos llamar “servicios públicos de calidad”. Todos los Ayuntamientos prestan servicios públicos, y no sólo las grandes ciudades.
– Podría decirse que la innovación pública en este momento es un imperativo y debemos servirnos de todas las herramientas, ¿cómo valoras el papel de las TIC y cuáles consideras prioritarias para la consecución de los objetivos clave?
Las TIC son un simple instrumento. Nada más pero nada menos, porque en realidad son imprescindibles para dar el servicio público que todos queremos. Resulta que con su implantación el procedimiento administrativo y el Gobierno abierto son coser y cantar. O quizá no, pero cuanto menos son mucho más ágiles, eficientes, legales, transparentes, democráticos… Antes había un importante sector que discrepaba con esa opinión, de modo que había digamos dos teorías. Pero ahora “el otro bando” ha perdido (no sin luchar), ya que el procedimiento ya es obligatoriamente electrónico porque lo dice la ley, y las relaciones con los ciudadanos también lo son porque lo quieren los propios ciudadanos. También lo aconsejaban razones económicas. Pero hay una ventaja más: la transparencia. Las facturas electrónicas no se pueden acumular en el cajón. La licitación electrónica no permite adjudicar contratos o dinero público al sobrino. Un archivo electrónico no se puede quemar… Lo electrónico deja rastro y si además se publica exhibe las entrañas de lo público. Más vale tener la casa limpia porque vienen visitas. Falta entender mejor lo que son los esquemas de seguridad e interoperabilidad, y en Gobierno abierto falta entender que la transparencia no está al servicio de la reputación del equipo de Gobierno y que se trata sobre todo de rendir cuentas y fomentar la participación y la colaboración (de los ciudadanos, las asociaciones, las pymes…) en lo público. También falta que la tecnología sea más accesible, en todos los sentidos, y a los poderes públicos debería preocuparles especialmente la brecha digital.
-La innovación será el leitmotiv de Novagob 2015, Congreso en el que vas a participar en varias sesiones y mesas redondas, ¿puedes adelantarnos tus expectativas?
Estoy muy contento por poder participar de forma tan activa. Es un placer y un honor. Lo que espero del Congreso es aprender, tanto en las ponencias como en los infravalorados descansos, y también aportar algo a las personas que me escuchen. Pienso que es un Congreso muy bien organizado, que trata temáticas muy interesantes y sobre todo de rabiosa actualidad. El elenco de ponentes es espectacular y el sitio también. Lo tiene todo para ser un éxito.
Imagn: Ricardo Luengo

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