Este invierno me llamaba la atención la noticia del primer supermercado en España especialmente adaptado para las personas mayores. Tiempo de apertura y cierre de las puertas pensado para sus necesidades, cajas con elevadores para que el cliente no tenga que agacharse, un bucle magnético para mejorar la señal auditiva de usuarios con audífono, carteles en un tamaño mayor, espacios para que los más mayores puedan descansar y sentarse si lo necesitan durante el recorrido de la compra… éstas eran algunas de sus particularidades.
Sin duda, este tipo de iniciativas cada vez estará más a la orden del día. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los años 2000 y 2015 la esperanza de vida media en el mundo ha aumentado cinco años, debido a que se va mejorando la salud gracias a las campañas de información y también porque el aumento del nivel de vida y de educación permite tener un mejor acceso a los sistemas de salud y cuidados básicos. Es el “envejecimiento saludable”.
El estudio de la OMS recoge que existen diferencias en cuanto a sexos y regiones geográficas. Europa es, así, el lugar en el que la calidad de vida permite una vida más larga.
España es el cuarto país, empatado con Australia, y por detrás de Japón, Suiza y Singapur, donde la población vive más: 82,8 años. Para 2050, la cifra de personas mayores se duplicará hasta los 16 millones, de los cuales la mitad serán mayores de 80 años y 172.000 personas superarán los 100 años, es decir, 13 veces más que en la actualidad, según las predicciones del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Esta “tasa de envejecimiento” que se aproxima tiene importantes implicaciones, por lo que la Unión Europea, dentro del programa Horizonte 2020, está financiando algunas iniciativas, como el Proyecto Athlos (Ageing Trajectories of Health: Longitudinal Opportunities and Synergies), que trata de descubrir cómo podemos envejecer manteniendo nuestras capacidades funcionales.
Para descubrir por qué se envejece mejor o peor se están analizando estilos de vida, lugar de residencia (urbano o rural), existencia de trastornos cognitivos o enfermedades degenerativas… Para ello, el programa cuenta con una ingente base de datos, anónimos y agregados, de más de 341.000 ciudadanos de la Unión Europea, entre los que se encuentran las historias clínicas y de vida de todos ellos. Esto permitirá realizar estudios sin empezar de cero, lo que implicaría plazos superiores a quince años.
Aunque aún no se han despejado todas las incógnitas, ya se sabe que un estilo de vida saludable (buena alimentación a lo largo de toda la vida, actividad física adaptada a las capacidades de cada uno desde la infancia, no fumar…) y una buena interacción social son clave.
En la investigación participan 14 grupos de 11 países (en España lo lidera la Fundación Sant Joan de Deu de Barcelona) e intervienen expertos de salud pública, demografía, políticas sociales, medicina clínica o estadística. La finalidad es la elaboración de un documento con recomendaciones y políticas de salud que permitan transformar la sociedad para que los ciudadanos puedan envejecer mejor.
Según la OMS, los entornos físicos y sociales son determinantes para que podamos mantenernos saludables, independientes y autónomos en la vejez.
En la UE el número de personas mayores de 65 pasará de 85 millones en 2008 a 151 millones en 2060, casi el doble. Al mismo tiempo, el 80 por ciento de la gente mayor en los países desarrollados ya vive en áreas urbanas. De ahí que la UE también haya elaborado una guía (“Right to the City” o “El derecho a la ciudad”) para que las ciudades sean amigables para las personas mayores. El documento recoge que una ciudad pertenece a todos sus habitantes pero las condiciones que presenta para las personas mayores es algo particularmente importante. La mayoría de nosotros envejeceremos en ciudades, lo que representa retos de diversa índole (socioeconómicos, tecnológicos, ambientales…) dirigidos a asegurar y promover la calidad de vida de todas las generaciones. Por eso, el documento sugiere un plan de acción para garantizar una adecuada movilidad urbana, calidad del aire, viviendas adaptadas, una transición digital para que las smart cities no resulten hostiles para los mayores…
La eHealth también desempeña un papel determinante en este nuevo escenario hacia el que nos dirigimos. Las TIC, de hecho, son las grandes aliadas de la salud y el bienestar como uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Ya escribíamos en este blog de “La cronicidad como cuestión de estado”. Por otra parte, según un estudio reciente, el 42 por ciento de la población prefiere vivir la vejez en su propio hogar, con autonomía en sus cuidados. La buena noticia es que hace tiempo que están aquí las soluciones que lo hacen posible, y el 70 por ciento de la atención hospitalaria se podría llevar al hogar. Las TIC y un paciente emergente o empoderado son claves en el nuevo modelo de atención sanitario necesario. Sólo falta el impulso por parte del sector.
Imagen: Tai Chiahung

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