Hoy en día todos somos conscientes de que vivimos en un entorno más VUCA que nunca: volátil, incierto, complejo y ambiguo. Por ello, las empresas que quieran prosperar tienen que combatir la dificultad del entorno con autonomía, innovación, sencillez y transparencia, pilares básicos de lo que se conoce como Business agility. Esto es, la habilidad de las organizaciones para adaptarse con flexibilidad y responder con rapidez al cambio. Ser una empresa ágil resulta crucial en este momento.
Para hablar de ello se celebró de manera virtual a finales del mes pasado el BAC 2020. Fue la cuarta edición del Congreso de la Business Agility Corporation. Esta asociación reúne a las principales empresas del país para trabajar en la adaptación a las nuevas formas de trabajo.
El reto se aborda a través de la transformación digital pero ésta no es realmente posible sin una transformación agile, no sin cambiar las formas de pensar y hacer.
Agile no es el fin, sino el medio
Cuando una organización implementa agile como medio para alcanzar sus objetivos, como primer paso tiene que definir éstos junto a la estrategia. Pero no puede hacerlo como se ha hecho siempre. En un entorno cambiante la estrategia no puede grabarse a fuego durante un semestre o un año. Requiere una revisión más frecuente, como mucho trimestral. Y es que cada día los ciclos son más cortos. Una estrategia flexible no solo ayuda a responder al cambio, también a aprender más rápido.
Iniciativas transversales
Es clave una estrategia única que gobierne todo y se pueda operativizar en base a métricas. Pero métricas no orientadas a áreas, sino a cadenas de valor, que ayuden a que una compañía esté alineada y cuente con equipos autónomos y autogestionados. Las iniciativas con mayor impacto suelen ser transversales.
Una buena forma de conseguir todo esto es con un sistema de OKRs (Objetivos y Resultados Clave), que más que una forma de medición es un sistema de gobernanza. Une estrategia con ejecución, descentraliza la toma de decisiones y mejora el compromiso de los equipos.
La importancia de la cultura y la comunicación para una empresa ágil
La implementación de agile exige un cambio cultural profundo de toda la organización, más allá de los diferentes marcos de trabajo. Sin eso, cualquier transformación tiene los pies de barro. Algunos de los rasgos de esta nueva cultura son el cliente en el centro, la mejora continua, la evolución hacia un liderazgo servicial, ser una compañía que valore a las personas y las premie por toma la iniciativa, innovar y aceptar riesgos.
Resulta fundamental que los líderes entiendan la necesidad de la transformación, sean firmes convencidos de ella, la apoyen y sepan comunicar al resto de la compañía sus beneficios. La comunicación es indispensable, es importante que venga “de arriba” y que explique claramente el porqué y el para qué.
Implementación y ejecución
Según las estadisticas, entre un 60 y un 70 por ciento de los proyectos fallan en la ejecución. Las metodologías son importantes pero sobre todo lo es el objetivo y saber adaptarse a las necesidades de cada organización. De lo contrario es fácil caer en la famosa “agilidad cosmética”: mucho post-it y términos marketinianos, pero poco más.
En el encuentro también se dijo que hay que entender y aceptar que durante este proceso estamos condenados a pasar por un estado “Wagile”, es decir, mitad cascada, mitad agile. Lo importante es entrar y salir rápido de esa zona o no tardarán en aparecer detractores, los eventos se convertirán en reuniones de seguimiento y el área de negocio empezará a cuestionar el modelo.
Agile requiere equipos de alto rendimiento
No es fácil de conseguir pero se trata de lograr equipos de alto rendimiento, dedicados cien por cien a un solo objetivo. Hablamos de equipos multidisciplinares, autogestionados, autosuficientes, capaces de entregar valor en poco tiempo y con constante feedback por parte del cliente y grupos de interés.
Para ello se hacen indispensables figuras como las del Product Owner (PO) y el Scrum Master (SM), impulsores del cambio, capaces de retar al equipo, así como el acompañamiento de los agile coaches en los primeros meses.
Formación
Es evidente que la formación es clave, pero más aún hacerla en el momento adecuado. Es frecuente pecar al inicio del proyecto de un exceso de formación, lo cual puede generar problemas porque los empleados no pueden aplicar lo que van aprendiendo. Es difícil retener algo que no se utiliza.
Habilidades requeridas en una empresa ágil
En cualquier caso, las personas deben también responsabilizarse de su propia formación. Algunas de las habilidades más requeridas en este nuevo entorno son la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, el liderazgo informal, el trabajo en equipo, la inteligencia emocional, la orientación al cliente, habilidades de negociación y el intraemprendimiento.
Datos y tecnología
Al igual que la transformación digital no es suficiente sin transformación agile, ésta se queda incompleta sin la digitalización. La agilidad se tiene que aliar con los datos y la tecnología para provocar el mejor de los cambios.
Se trata de proponer cambios sistémicos basados en datos y no tanto en la intuición como ha sido lo normal hasta ahora. Esto permite, entre otras cosas, tomar mejores decisiones en el nivel más eficiente, es decir, el más próximo al cliente.
Una compañía ágil también necesita, por tanto, automatizar, digitalizar y aprovechar tecnologías como RPA, cloud, big data e inteligencia artificial, o blockchain.
Os dejo los enlaces al primer día del encuentro, la segunda jornada y el día de la clausura.
Imagen: Hatoriz Kwansiripat

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