Atrás quedan términos como Comunicación 1.0, unidireccional, mensajes dirigidos desde la empresa al cliente cuyo papel era el de un mero espectador. Un gran cambio se produjo cuando comenzamos a hablar de Comunicación 2.0; momento en el que la comunicación evoluciona y se torna bidireccional: la empresa manda mensajes y el cliente opina al respecto, y lo más importante, su opinión se convierte en la mayor y más efectiva campaña de marketing. Todo ello gracias a la evolución de la tecnología que nos permite crear nuevos canales de comunicación, e interacción con las empresas. El cliente ha dejado de ser un espectador pasivo para pasar a formar parte del equipo de marketing de las empresas; pero cuidado, en este proceso, el espectador ya no es conformista sino que se ha vuelto exigente, quiere información interesante, impactante, y además decide cuándo y dónde recibirla.
Pues bien, llegados a este punto, parece que tenemos que dar un salto más, comienza la era de la Comunicación 3.0. En esta situación, desaparece el término cliente para pasar a dirigirnos a las personas.
Si analizamos el momento actual, podemos decir que vivimos ya en la era de las pantallas, tenemos pantallas para informar, para entretener, para comunicar, para jugar.
Los clientes son bombardeados continuamente y comienzan a estar saturados de información, lo que les ha convertido en sabios y precavidos. Están más preparados que nunca para seleccionar impactos.
Es el momento de buscar la mejor manera de llegar a nuestros clientes, el momento de derribar sus corazas empezando a dirigirnos a las personas.
Para ello, la primera acción como empresa, es marcarnos un objetivo claro y conseguir emocionar con nuestra propuesta. Si las personas se emocionan, se interesan, y la consecuencia directa es confiar, es decir, quitarse la coraza y comprar con el corazón; llegados a este punto, su confianza se independiza de la marca y el resultado es que hemos conseguido un fan, un incondicional que volverá.
¿Cómo conseguirlo? Por supuesto, la tecnología nos ofrece multitud de aplicaciones que pueden ayudarnos a conocer más a esas personas que son nuestros clientes potenciales.
Hablábamos de que la “persona” que hay detrás del cliente selecciona impactos, ¿y si damos un paso más y conseguimos seleccionar nosotros los impactos? Para ello, podemos instalar sensores que optimicen los contenidos en función de quien nos visita, o adaptándolos según quienes observan una determinada pantalla, ya sea por sexo o rango de edad, o por condiciones medioambientales y que en un día caluroso nos ofrezcan un refresco y nos trasladen a una playa paradisíaca.
Aún podemos ir más allá y, aprovechando la alta penetración de smartphones y tablets, una vez captada la atención de las personas, podríamos adaptar nuestra campaña para formar parte de su vida mediante aplicaciones móviles. Podemos personalizar ofertas, cupones y descuentos, creando un canal de comunicación exclusivo para cada persona, haciendo que se sienta única, y pudiendo conseguir así, que mediante redes sociales, nos premie esta labor y se convierta en nuestro embajador incondicional.
Si conseguimos esto, hemos traspasado la barrera del cliente y estamos hablando con la persona. Hemos conseguido emocionar y por tanto, respondiendo a la pregunta inicial, podemos comenzar a hablar ya de Comunicación 3.0.
Imagen: Flickr Andrea Costa Photography

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