La velocidad a la que está cambiando la sociedad en los últimos años, impulsada por las tecnologías de la información, es incuestionable. Al igual que para la generación de mis abuelos leer y escribir era un valor diferencial para ascender en la pirámide social, y el inglés lo fue para mis padres, hoy ese protagonismo lo tienen la programación o la analítica de datos: conocimientos vinculados a las TIC.
Tanto es así que a finales de año el Gobierno presentaba la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA). Según relata la propia web de la iniciativa, busca generar un entorno de confianza respecto al desarrollo de una inteligencia artificial inclusiva, sostenible y que ponga a la ciudadanía en el centro, en línea con los principios de Telefónica.
Por descontado, la inteligencia artificial es en estos momentos una apuesta de muchos países pero, como se pudo comprobar en la rueda de prensa en la que se presentó la ENIA en España no faltan buenos referentes nacionales liderados por empresas de primer orden.
La puesta en marcha de esta Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial en España movilizará una inversión pública de 600 millones, así como aportaciones a un fondo de naturaleza público-privada, llamado Next Tech.
Especializados en análisis de datos y generación de algoritmos
A lo largo de las últimas décadas hemos visto cómo las distintas olas tecnológicas han sido capaces de crear diferentes centros de innovación: Silicon Valley con la revolución de los semiconductores, Israel en temas de seguridad y con su ecosistema de startups, o los países del Este o China en temas no tan lícitos como los ataques cibercriminales.
España ahora se plantea qué quiere ser de mayor: ¿el granero o huerto de Europa?, ¿la Miami de los jubilados del resto de la UE?… El tren de tecnologías como la nube ya lo dejamos pasar -quedan coletazos como Gaia-X. La especialización que se quiere abanderar en este momento está en la capa de análisis de datos y generación de algoritmos.
Sin embargo, hemos de saber gestionar nuestros esfuerzos y capacidades para sacar el mejor partido de esta disciplina. Ya hemos visto en el pasado muchos errores en la carrera tecnológica entre países. La bomba atómica y el Proyecto Manhattan, que fue capaz de aglutinar a las mentes más privilegiadas de su generación, trabajando en un fin equivocado, puede ser el mejor ejemplo de que las herramientas o la tecnología no son buenas o malas en sí mismas, sino que es necesario utilizarlas de manera correcta y establecer el marco adecuado alrededor de su desarrollo empresarial.
Capitalización del talento y empleo de calidad
Nadie pone en duda la capacidad de generación y reactivación económica que puede suponer la inteligencia artificial para un país. Los egresados españoles están entre los mejores preparados en lo que a ingeniería se refiere y la española es una de las nacionalidades más apreciadas a la hora de exportar talento en la Unión Europea. Si somos capaces de capitalizar este activo como sociedad, la inteligencia artificial puede convertirse en motor de innovación y generación de empleo de calidad para las futuras generaciones de ingenieros.
Nuevas reglas del juego
Las aplicaciones móviles y la economía colaborativa han cambiado las reglas del juego en lo que a la cadena de valor se refiere. De la misma forma, un uso más eficiente de los datos y el aprendizaje que podamos extraer de ello, mediante las técnicas de aprendizaje automático, será un factor diferencial en los próximos años.
Estos avances serán aplicables en todos los campos de nuestra economía. Lo hemos podido ver recientemente con el anuncio de DeepMind, el brazo armado de Alphabet, que ha sido capaz de descifrar las claves de la predicción de la estructura tridimensional de las proteínas. Representa un hito para la comunidad científica, que llevaba más de medio siglo trabajando en ello y tendrá aplicación directa en la medicina o la industria del medicamento.
Los avances tecnológicos provenientes de la inteligencia artificial llegarán con el sigilo y naturalidad que hemos visto en los últimos años en otras tecnologías disruptivas como cloud computing, los móviles y posteriores teléfonos inteligentes, y multitud de desarrollos tecnológicos que ya son parte de nuestro día a día y en los que no nos paramos a pensar.
Los siete ejes de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial
Los ejes sobre los que se ha planteado desarrollar las capacidades tecnológicas de la inteligencia artificial en nuestro país no solo se centran en la vertiente productiva. Podemos distinguir tres tipologías:
Contribución al desarrollo del tejido empresarial y fortalecimiento de la economía
-Creación de empleo cualificado. Esto permitirá a España competir de manera global, no solo en coste de mano de obra sino en conocimiento diferencial y capacidades de ejecución de proyectos complejos y punteros en esta disciplina.
– Transformación del tejido productivo. Considero éste un aspecto crítico a la hora de luchar contra el desempleo juvenil.
El aspecto social y ético de la inteligencia artificial
– Entorno de confianza en relación con la inteligencia artificial.
– Valores humanistas en la inteligencia artificial.
– Inteligencia artificial inclusiva y sostenible.
Si hay un aspecto que hasta el momento la tecnología ha dejado de lado es la universalización y acceso a la misma. El abuso de poder de ciertos actores y la desconfianza han sido algunas de las consecuencias. Por ello, estos pilares del plan ayudan a acercar y evangelizar sobre el uso de los diferentes proyectos de inteligencia artificial impulsados.
Impulso de la Marca España
-Excelencia científica e innovación en inteligencia artificial.
– Proyección de la lengua española.
Pretenden conseguir una mayor relevancia del español dentro del ecosistema tecnológico global y mejorar la percepción y proyección de nuestros profesionales más allá de nuestras fronteras. Como decía Julio César, “La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”.
Imagen: geralt/pixabay

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