A lo largo de los últimos meses estamos oyendo hablar cada vez con más frecuencia sobre 5G y las nuevas aplicaciones que esta tecnología nos va a proporcionar. Como ya contábamos en este blog, las comunicaciones 5G permitirán alcanzar velocidades pico de 20 Gbps (es decir, veinte veces superiores a las del 4G), multiplicarán por diez la capacidad para soportar dispositivos y permitirán reducir la latencia en torno a un milisegundo frente a los 20 ó 30 milisegundos propios de las redes 4G.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en los últimos años, las telcos europeas ya no solo están centrando su estrategia en el ámbito de las comunicaciones móviles, sino que muchas de ellas también están empezando a invertir en el despliegue de fibra óptica. Es cierto que la instalación de fibra óptica actualmente tiene un precio muy elevado, ya que es necesario desplegar miles de kilómetros de cable de fibra con el coste adicional que conlleva tener que levantar las calles para ello. No obstante, las ventajas que esta conexión ofrece respecto a las convencionales son numerosas (velocidades de transmisión mucho mayores, mayor ancho de banda que permite tener más dispositivos conectados, latencias casi instantáneas, mejor estabilidad en la conexión…) y, por ese motivo, las operadoras tienen objetivos ambiciosos de despliegue, que se seguirán completando durante este año. Por ejemplo, Telefónica cubre ya el 75 por ciento de los hogares españoles con su red: se trata de la mayor red de fibra óptica hasta el hogar (FTTH) de Europa y una de las mayores del mundo. Su objetivo, además, es alcanzar la cobertura total de fibra antes de 2022, lo que situaría a España como uno de los países punteros en banda ancha ultrarrápida.
Llegados a este punto, si comparamos la similitud de ventajas que ofrecen ambas tecnologías: 5G y fibra óptica, y dados los elevados costes de despliegue de la segunda, alguien podría preguntarse si 5G puede suponer el fin de la fibra. Y, aunque a primera vista podría parecer que sí, la respuesta es un no rotundo. Ambas tecnologías son perfectamente complementarias, ya que 5G necesita una importante inversión en redes de transmisión, un camino que ya ha recorrido la fibra óptica en los últimos años. Por este motivo, no es exagerado decir que la tecnología 5G tendrá su camino “allanado” gracias a la fibra, lo que permitirá un importante crecimiento de la red móvil de última generación. Más allá de los aspectos técnicos específicos de cada una de las tecnologías, ambas deben entenderse como sinónimo de autopista para el incipiente proceso de transformación digital al que estamos asistiendo.
Si analizamos todos los cambios tecnológicos que hemos vivido en las últimas décadas, podemos advertir que nos encontramos a las puertas de una nueva fase de transformación digital, impulsada por la nueva generación de redes y comunicaciones móviles. Paulatinamente, tanto el cobre como las redes 4G darán paso a estas nuevas tecnologías que sin duda representan un salto evolutivo en las telecomunicaciones y permitirán un despegue masivo de la digitalización y la automatización de actividades.
Imagen: chaitawat / pixabay

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