Hábitos productivos: quiero… y puedo

Con el otoño recién estrenado la mayoría de los mortales ha vuelto a la rutina después del periodo de descanso más largo del año. La perspectiva de volver al ajetreo del día a día marca ese “síndrome postvacacional” del que hablan los expertos y que las grandes superficies saben revestir de un halo de ilusión al grito de “vuelta al cole”. Sensación de entusiasmo que raras veces comparte un adulto, ahogado por lo general en una interminable lista de tareas y obligaciones que hace naufragar nuestros buenos propósitos de comienzos de curso en una marea de ansiedad.

Con este estado de ánimo me llamó la atención una obra de la editorial LID que promete desvelar ocho hábitos para gestionar mejor el tiempo. Confieso que no soy muy devota de este tipo de literatura, pero no fui capaz de resistirme a leer El libro de los hábitos productivos escrito por Ben Elijah, un prestigioso conferenciante de trayectoria inusual en el mundo de la empresa.

Su objetivo es convencer al lector de que "las cosas pueden cambiar" si nos sometemos a un entrenamiento que nos permitirá "dar el salto de la eficiencia a la efectividad" mediante la adquisición de los hábitos correctos. Desde esta perspectiva la productividad no se vincula a la ecuación esfuerzo-beneficio, sino que es una cuestión de "dominio y perspectiva". Dominio sobre nosotros y nuestros recursos y perspectiva sobre lo que es importante y realmente merece nuestra atención.

"La urgencia no es sino la importancia desordenada", afirma Elijah. Más allá de los golpes de pecho, el conflicto entre lo que hacemos y lo que creemos que debemos estar haciendo se supera con un ejercicio de honestidad personal que nos llevará a decidir:

  • Qué podemos hacer aquí y ahora
  • Cuál es nuestra maestría (real) al abordar una tarea

¿Cuántas veces habéis experimentado la desagradable sensación de que se escurría entre los dedos esa inesperada hora disponible de más que nos había regalado, por ejemplo, la cancelación de una reunión? ¿Y quién no ha vivido ese frenesí de actividad en el que arrancamos un sinfín de tareas y no logramos terminar ninguna?

No pretendo hacer spoiler de la fórmula propuesta, pero sí os adelanto que la solución para el autor gira alrededor de tres bloques de hábitos:

  1. Gestión adecuada de la información. Muchas veces las ideas, noticias, referencias… nos apabullan pero necesitaremos recurrir a ellas más adelante. Son varios los hábitos que nos recomienda el autor para convertirnos en unos disciplinados notarios capaces de recuperar el dato exacto en el momento preciso.
  2. Entrenamiento de la decisión. Pertrechados de las pertinentes listas de tareas y obligaciones convenientemente clasificadas (ahí está la gracia) estaremos en situación de adaptarnos al medio y avanzar con tareas de "muerte cerebral” sin el menor remordimiento, si las circunstancias no nos permiten abordar otras de más enjundia. Importante: cuando el mundo “conspira contra uno para mantenerlo demasiado ocupado” -señala el autor- hay que evitar "entrar en pánico" centrándonos en hacer no siempre lo que debemos, sino lo que el contexto (incluyendo nuestro propio estado de ánimo) nos permita hacer.
  3. Autoevaluación y seguimiento. Lo que el libro propone es un auténtico método y no hay sistema que se precie sin control de calidad. Revisar el avance de la semana anterior y lo previsto para la próxima puede resultar esclarecedor.

Debo advertiros de que el libro no está pensado para leerlo de forma lineal como una novela. La idea es, eso sí, que se convierta en una obra de cabecera en la que vayáis paso a paso adquiriendo los hábitos propuestos. Disciplina y flexibilidad es la combinación ganadora.

Alguna afirmación sin duda os sorprenderá. Por ejemplo, la definición de prioridad como valor relativo si nos encontramos en un momento en el que es inviable realizar esa tarea tan esencial. Algo obvio pero que no siempre tenemos en cuenta. O la importancia del archivado de información, por lo general gran ausente de nuestras listas de tareas, con el consiguiente despilfarro de la experiencia y el conocimiento que vamos adquiriendo.

La cuestión no es tanto acelerar el ritmo como establecer paradas de repostaje para evaluar cuál es el destino de nuestro trayecto y equilibrar intenciones con intereses. Tener claro qué nos importa realmente y cómo invertir tiempo en ello.

Como casi todo en la vida, ser más productivos es cuestión de práctica. El autor parafrasea a Aristóteles cuando recuerda que "la excelencia no es un acto sino un hábito". Pero la cita recogida por la obra que más me ha gustado es la de San Francisco de Asís:

“Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”.

En resumen: “del dicho al hecho”. ¡Feliz “vuelta al cole”!

Imagen: Lasse Rintakumpu

Actualmente trabajo en Sistemas de Información en el desarrollo de soluciones ECM y colaboro con la UCM como docente. He publicado algunos artículos sobre el sector editorial, un tema que comenzó a llamarme la atención en los cursos de doctorado e hizo que me licenciara años después en Ciencias de la Documentación. Éste es el ámbito en el que he desarrollado mi actividad profesional en distintas empresas públicas y privadas durante las últimas décadas Me interesa todo lo relacionado con cultura digital además de viajar, algún deporte y, sobre todo, disfrutar del máximo tiempo posible con mi gente.

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