He tenido oportunidad de entrevistar a una de las personalidades más relevantes del management y el liderazgo en España: Luis Huete, reconocido profesor del IESE, autor de más de diez libros, miembro de los comités de dirección de varias compañías y asesor de CEOs y sus equipos en un largo etcétera de grandes empresas.
Nos hemos reunido a propósito del libro ‘Liderar para el bien común’ que ha escrito conjuntamente con Javier García Arevalillo y publica LID Editorial.
Me recibe en su oficina en las fronteras del madrileño barrio de Chamberí, en una sala amplia y austera, dominada por una impresionante biblioteca llena de libros sobre liderazgo, management, habilidades directivas y, en fin, todos los temas que ocupan a este gurú de la gestión.
-Luis, empezamos con una pregunta difícil pero el título del libro invita a hacerla: ¿Cómo podemos saber qué es el bien común y alcanzar una visión compartida de ello? ¿Cómo puede estar seguro un líder de que lo que persigue es realmente ese bien común y no el interés propio o de su empresa?
Cuando hablamos de bien común nos referimos a la creación de valor para todos. Se trata de superar visiones que se centran exclusivamente en una perspectiva de accionistas y hacer, en su lugar, que funcionen bucles positivos entre los elementos claves que confluyen en una empresa. Se trata de crear una tarta mayor para todos y de repartirla de tal manera que le interese a todos los integrantes de la empresa y esas partes deseen seguir formando parte del proyecto común.
En el fondo se trata del concepto de simbiosis, de beneficio mutuo, para superar situaciones en que los intereses de unos van en contra de los de otros.
Y aunque normalmente pensamos en empresas, en realidad la visión va más allá. Pienso que las dos instituciones que más valor crean en la sociedad son las empresas y las familias. Las empresas son las instituciones más eficientes para crear valor económico. y las familias lo son en el plano educativo. Ambas se necesitan para crear una mejor sociedad.
-Aunque tendemos a pensar en el liderazgo como una acción hacia el exterior, como la movilización de las personas y los equipos hacia un objetivo, dedicáis la primera parte de la obra, nada menos que cuatro capítulos, a una visión introspectiva, a hablar del dominio y equilibrio personal del líder. ¿Tan importante es? ¿Precisa el liderazgo de una madurez y dominio personales? Y ya que hablamos de liderazgo para el bien común ¿se precisa de un profundo sentido ético por parte del líder?
Sin duda. El liderazgo está sometido a un paradigma de dentro afuera. Los humanos somos al tiempo poderosos pero muy frágiles. Necesitamos unas raíces sólidas porque, si se me permite la expresión, al árbol con pocas raíces el viento se lo lleva.
El líder tiene que ser ético porque la ética proporciona pistas sobre la conducta que a la vez se basa en los hábitos de pensar y de sentir. El líder debe buscar su desarrollo como ser humano teniendo en cuenta, además, que por un lado está el éxito, quizá más visible, pero que también importa el logro que tiene más que ver con el propósito.
-Hay un capítulo dedicado a los conflictos. Por desgracia vivimos tiempos de una gran agitación y no me refiero específicamente a lo empresarial sino también a lo social y lo político. ¿Cómo puede un líder mostrar el bien común en ese mar de problemas? ¿Cómo iluminar el camino y alcanzar consensos?
El conflicto en sí mismo no es malo. Lo perfudicial son los conflictos disfuncionales que llevan a la confrontación o a la falta de respeto o al cinismo.
Pero también hay un conflicto sano, que se produce cuando existen entre las personas o en el seno de un comité de dirección, relaciones de confianza y respeto. En esos casos se buscan espacios de encuentro para hablar a fondo y expresar libremente opiniones divergentes sin que ello tenga consecuencias negativas para el individuo.
-Apartémonos por un momento del contenido específico del libro y orientémonos a un tema muy relevante para este blog: la transformación digital. ¿Cuál entendéis que es el papel de los líderes en esa transformación?
Lo más importante es ser capaces de escapar de lo que yo llamo la trampa operativa. El día a día tiende a acaparar el cien por cien de la actividad y energía de directivos y líderes, pero la transformación requiere pensar y crear.
El líder tiene que comprometerse con la transformación digital. El CEO y el comité de dirección deben crear un marco y conformar los equipos que serán los que luego "operativicen" esa transformación.
-Tendemos a relacionar lo digital con la novedad y con las generaciones más jóvenes. En "Liderar para el bien común" hay un capítulo relativo a las relaciones entre generaciones. ¿Hay una buena integración entre todas ellas, se aprovecha esa diversidad en la empresa española?
Creo que el secreto es unir la experiencia de las personas que pueden rondar los cuarenta o cincuenta años con la juventud de los profesionales de veinticinco o treinta.
Hay que crear equipos intergeneracionales y asignar a cada directivo un equipo multidisciplinar. Es bueno para las jóvenes tener la oportunidad de trabajar con personas de mayor experiencia en un clima sano.
-¿Hay algún otro mensaje del libro que quieras destacar?
Quizá recordar que la primera batalla del liderazgo se libra en el interior.
Y también insistir en la necesidad de superar el énfasis en el corto plazo porque eso genera culturas defensivas, territoriales. Se necesita que gente diversa contribuya al éxito. Es nuestra responsabilidad que el éxito dependa de ser diferentes pero que, al tiempo, todos se beneficien de ese éxito.
-Para terminar, ¿por qué crees que es interesante leer "Liderar para el bien común"?
Creo que de alguna forma el propio título ya recoge el interés principal. El libro aporta muchas ideas que ayudarán a dejar una huella más poderosa. A casi todos nos importa el liderazgo y en el libro podrán encontrar herramientas y experiencias para construir una disciplina y encontrar inspiración.
La conversación, por interesante y el lujo de disfrutar de la sabiduría y experiencia de Luis Huete, se me ha antojado corta. De vuelta a casa atravieso el centro de Madrid en una deliciosa tarde de suave brisa otoñal. Respiro profundo, quizá renovándome, quizá buscando en el interior ese equilibrio que, según hemos aprendido de nuestro interlocutor, está en la base de todo liderazgo sano, de todo liderazgo orientado al bien común.
Imagen: Elvis Pérez

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