Podría decirse que la inteligencia artificial está de moda o, al menos, ya somos conscientes de que está en nuestras vidas… y en los negocios. Es más, hemos pasado a verla como una palanca de la recuperación económica.
Es cierto que aún hay muchos mitos sobre ella y puede evocar desde Skynet a Siri, pasando por robots autónomos y diferentes entidades más o menos “de película”, pero, en realidad, ¿qué es la inteligencia artificial? ¿Consiste en replicar cerebros?, ¿hacer listas a las máquinas?, ¿conseguir que puedan pensar? Pues realmente nada de todo esto, al menos a día de hoy.
¿Qué es la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial es una disciplina de investigación, de ingeniería y de desarrollo, que se aprovecha de cosas tan diversas como las investigaciones de Alan Turing durante la segunda guerra mundial o las últimas tendencias de machine learning. El aprendizaje automático, en concreto, permite, mediante el entrenamiento de modelos, que un ordenador llegue a ser muy bueno en una tarea concreta, “aprendiendo” a dilucidar algo que en principio es farragoso de calcular o estimar.
Es decir, a partir de una cantidad de datos amplia y significativa, el programa aplica diferentes métodos y algoritmos estadísticos, tamizándolos por medio de “pesos” asignados a unos y a otros. Dicho así le quita todo el romanticismo y, además, es inexacto, pero ayuda a entender qué es esto de la inteligencia artificial.
Otra forma de acercarnos a ella son las redes neuronales, un intento de reproducir redes de neuronas (sí, como las nuestras) de forma que a partir de una entrada el sistema pueda, por ejemplo, reconocer la existencia de algo en ese input. Un ejemplo clásico es el reconocimiento de imágenes, es decir, que suministrándole una imagen a un programa, sepa decirnos que ahí hay un gato, sea la imagen que sea de un gato, incluso parcial.
Pero la finalidad no es reconocer gatitos, claro. Pensemos en las posibilidades de la visión artificial, en el uso de la inteligencia artificial para detectar fallos en una cadena de montaje, para recomendar canciones a usuarios, para detectar qué elementos de materiales cumplen ciertos parámetros, en gaming para interactuar con los jugadores, para determinar la mejor ruta para un reparto o para llegar a un sitio. En esencia, la inteligencia artificial es una herramienta que puede hacer los procesos, trabajos y acciones cotidianas más sencillos, rápidos y eficientes.
La apuesta de los gobiernos para agilizar la recuperación
De hecho, son tantas sus capacidades y la promesa en el aire que los gobiernos están invirtiendo miles de millones en inteligencia artificial, tanto para compensar el impacto del COVID-19, como para agilizar la recuperación pospandemia.
Y es que la inteligencia artificial se puede integrar en todos los sectores (industria, servicios, ocio, etc.). De hecho, aparece como uno de los veinte ejes vertebradores del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia "España Puede", que el Gobierno ha remitido a Bruselas.
Una encuesta reciente de Boston Consulting Group determina que, aunque van rezagadas, las empresas están empezando a comprender el tremendo potencial de la inteligencia artificial, pero para conseguir su aceptación es necesario que sea una inteligencia artificial responsable, como la que utiliza Telefónica.
Telefónica no solo está incorporando la inteligencia artificial a los servicios que proporciona a sus clientes, sino que también la está usando para mejorar sus procesos y ser más eficiente y competitiva.
La inteligencia artificial ya no es una quimera o una entelequia de futuro. Es una realidad que tenemos que tener muy presente para aprovechar todo su potencial haciendo un uso correcto de la misma.
Motor de mejora de la productividad empresarial
Respecto a si quitará puestos de trabajo, a lo largo de la historia los cambios tecnológicos siempre han traído este tipo de temores. Pero el “daño” que causó el telégrafo al envío de mensajes a caballo acabó por dar a luz a los operadores de comunicaciones. No creo que la inteligencia artificial vaya a destruir trabajo, sino más bien al contrario. Creo que los va a generar, siempre que sepamos usarla para crear cosas nuevas o hacer mejor las que ya hacíamos. En este sentido, como se esgrime en este momento, la inteligencia artificial puede ser un motor de mejora de la productividad empresarial y el bienestar ciudadano. Pero para aprovechar sus capacidades al máximo se debe abrazar la inteligencia artificial, tanto en el sector público como en el privado. En este ultimo, además, tiene una penetración desigual entre pymes (7 por ciento) y grandes empresas (18 por ciento).
Inteligencia artificial en la industria, en las comunicaciones, en el ocio… El futuro puede ser un asistente personal al estilo de “Jeevis-Mastuerzo”, sistemas productivos totalmente automatizados, una movilidad más eficiente o muchas otras posibilidades. Lo cierto es que la inteligencia artificial está aún en su adolescencia y tiene muchísimo recorrido por delante. Como ocurre en otros campos, uno de los mayores retos está en retener el talento, de forma que podamos ser pioneros de forma continua y aprovechar las mejoras y avances de la manera más productiva u original.
Este último punto exige también colaboración público-privada, en forma de formación, reconocimiento, proyectos, implantaciones e iniciativas en general que puedan aprovecharse al máximo para mejorar o acelerar nuestra recuperación y desarrollo.
Imagen: 849356/pixabay

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