IPv6 admite 340.282.366.920.938.463.463.374.607.431.768.211.456 (2128 o 340 sextillones) de direcciones IP (Wikipedia); es decir, que podríamos dotar a cada nanómetro cuadrado una dirección IP y aún así nos sobrarían. Cada célula de nuestro cuerpo humano podría tener una dirección IP sin mayor problema. Cifras impresionantes, ¿no?
El 8 de Junio se celebra el día mundial IPv6, los grandes players harán una prueba para testear cómo de madura está la red en su migración al nuevo protocolo. Recuerdo, cuando entré en la Universidad, que se comenzaba a hablar de IPv6 o IP de nueva generación, ya que se intuía que en unos años nos íbamos a quedar sin direcciones, a pesar de que se disponían de 232 para repartir en todo el mundo.
¿Por qué se ha tardado tanto en esta migración? Las razones son varias, para mí, la principal fue la incorporación del ‘natting’, que permite la creación de subredes privadas a través de una única dirección pública, con lo cual el problema quedaba subsanado en parte, eso sí, creando nuevos problemas de configuración de routers, firewalls, puertos, mirroring… (y si no que se lo expliquen a la mayoría de usuarios P2P 😉 )
¿Que va a pasar ahora? Las posibilidades que ofrece el nuevo direccionamiento, en el que cada dispositivo puede disponer de una dirección pública, invita a que la transición a IPv6 sea lo más rápido posible. Lamentablemente esto no va a poder ser así, los operadores tendrán que mantener la infraestructura IPv4 en paralelo con la IPv6 debido a que todavía mucho del equipamiento de cliente sigue en IPv4 y no lo actualizará hasta que este no esté totalmente amortizado. Comenzaremos a oir nombres como ‘dual-stack‘, de túneles como 6to4, Teredo,…. Los clientes en Residencial lo tendrán más fácil, al sólo ser el router el que tienen que actualizar; pero una empresa mediana o grande como mínimo tendrá que actualizar buena parte de su planta, no sólo a nivel de software, sino de hardware.
Los beneficios de IPv6 son múltiples, no sólo a nivel tecnológico, si no que abre la ventana a nuevos esquemas de red, más eficientes y más flexibles, incluso nuevos modelos de negocio. Por ejemplo, M2M o Internet de las Cosas es uno de los principales beneficiarios de este protocolo. Cada dispositivo o sensor tendrá una IP pública, pudiendo interactuar con otro que esté en el otro lado del mundo; imaginemos el sensor que controla la temperatura de un frigorífico que está en Madrid y que ha sido fabricado en Corea, si somos capaces de monitorizarlo, podríamos incluso ser capaces de adelantarnos a una posible avería. Esto con IPv4 se puede hacer, pero un poco más complicado.
IPv6, por fin, ha llegado y tenemos que aprovecharlo. Se diseñó para no ser compatible con IPv4, es un pequeño problema que hay que asumir y que impedirá que el salto sea lo más ágil posible; pero una vez estemos todos en el ‘6’, estaremos más cerca de la red ideal: todos conectados, personas y dispositivos, accesibles desde cualquier localización, con los máximos niveles de seguridad y con niveles de calidad de servicio propios de las mejores redes dedicadas.

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