La factura de la luz, ese momento… Cuando llega, quien más y quien menos la abre cruzando los dedos y, al ver el importe, hace propósito de enmienda para conseguir que la cantidad se reduzca la próxima vez. ¿Es por el interruptor que se queda encendido en la habitación vacía?, ¿demasiado secador?, ¿la vieja lavadora gasta mucho?, ¿o quizá son los cargadores en stand by? Pues imaginad la factura que pasa la luz a una gran organización con cientos o miles de sedes… La importancia del tema es tal que todos estamos familiarizados ya con conceptos como eficiencia energética, edificios inteligentes o inmótica.
En el ámbito empresarial, se apuesta cada vez más por sistemas de refrigeración free-cooling, control de iluminación con encendido y apagado automáticos según presencia y luminosidad ambiente y por horario, escaleras mecánicas que funcionan sólo cuando es necesario, etc.
Pero queda un largo recorrido de mejora: si analizamos el consumo de los edificios, podemos decir que son responsables de gran parte del consumo global de energía eléctrica en el mundo. En Estados Unidos acaparan el 65,2 por ciento del total y el 30 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero. Si se logra disminuir dicho consumo, no sólo beneficiaría al planeta, sino que representaría ahorros sustanciales para las empresas, ya que el consumo energético en los edificios representa entre un 20 y un 30 por ciento de los costes de operación y, además, hasta el 75 por ciento del coste del ciclo de vida del inmueble.
Una adecuada gestión energética requiere un análisis energético del edificio, una propuesta de medidas de ahorro y de eficiencia, el establecimiento de objetivos de ahorro en este sentido, sensorización de los diferentes equipos, una monitorización en tiempo real de las métricas tomadas en campo, la realización de un correcto mantenimiento y la renovación de dispositivos cuando termina su vida útil.
Es así como se llega al concepto de “edificio inteligente”, en el que la eficiencia energética se hace realidad gracias a la mejora del rendimiento energético, el mantenimiento, la accesibilidad y la seguridad de las instalaciones, sin perjuicio del confort. Gracias a un sistema inmótico se interconectan e integran los diferentes sistemas existentes en una instalación, lo que garantiza su funcionamiento óptimo según las necesidades de uso.
Telefónica, con su plataforma de inmótica HYDRA, propone una solución extremo a extremo que permite la gestión centralizada y remota de los dispositivos de una red de infraestructuras (edificios de oficinas, centros logísticos …) y proporciona a los clientes eficiencias en el consumo energético y en el mantenimiento. La solución consta de tres elementos:
- Dispositivos y comunicaciones en instalaciones del cliente. En cada una de las instalaciones se instalan los dispositivos necesarios para la telemetría y telegestión de las mismas, con lo que se realiza un “traje a medida” para cada situación (sensores de presencia, luminosidad, temperatura…). Los dispositivos almacenan en local toda la lógica de gestión de la infraestructura, así como el motor de reglas propio de cada una de ellas. Así, ante una posible caída temporal de las comunicaciones, la infraestructura sigue operando con total normalidad.
- Plataforma de operación y supervisión (BMS). La telegestión y telemetría de los distintos inmuebles se realiza a través de una herramienta web en tiempo real y de forma remota. Permite establecer el motor de reglas por el que se debe regir energéticamente cada edificio y también recibir las alarmas técnicas que se produzcan en los inmuebles (consola, vía sms o vía mail). A todo ello hay que sumar funciones avanzadas como la gestión de usuarios (definición de distintos niveles de acceso y modos de avisos) o la gestión de zonas.
- Plataforma de inteligencia energética (EMS). Analiza el comportamiento de las instalaciones y propone nuevos modos de funcionamiento que reporten eficiencias. Para ello almacena y procesa los datos históricos de mediciones y acciones sobre los dispositivos, y presenta métodos analíticos asociados como:
- Capacidad analítica: incluye, entre otras funcionalidades, seguimiento y evolución de los consumos energéticos por sede y de forma agregada (en KWh, € y CO2, medición de niveles de servicio y anticipación a funcionamientos erróneos de los dispositivos telegestionados.)
- Cuadros de mando en formato y detalle necesario para responsabilidad social corporativa, indicadores económicos de gasto, ahorro y desviaciones, desglose de consumos por entidad, según concepto y tipo de jornada. Incluye cuadro de mando ejecutivo.
- Gestión de simulación y predicción de consumo, coste y beneficio a partir de datos históricos. Incluye propuesta de tarifa eléctrica y de nuevas políticas que se deberían implantar.
Dado que la gestión del consumo y la productividad energética son claves para asegurar la competitividad de las industrias y empresas podemos concluir que la energía eléctrica es un activo estratégico de cualquier país y el correcto aprovechamiento de la energía resulta clave para reducir costes innecesarios. A la vista de las cifras que se dan en el índice de Prosperidad Económica y de Productividad Energética de 2015 queda mucho por hacer.
En él se recoge que aproximadamente el 98 por ciento de la energía es desperdiciada, igual que cuando hervimos un huevo y sólo un 2 por ciento de la energía se destina a cocinarlo…
Imagen: kuobo

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