Me he levantado hoy de la cama con ganas de hacer predicciones. Sí, aunque parezca raro hoy tengo ganas de contaros cómo creo que vamos a trabajar de aquí a dos años. Poco tiempo, es cierto, pero la tecnología evoluciona tan rápido que no me atrevo a anticipar dónde estaremos dentro de cinco o diez años. Lo siento, no tengo tanta imaginación.
Comencemos por el hoy: a nadie sorprenderá escuchar que estamos viviendo una revolución en nuestros puestos de trabajo, con el móvil como principal responsable. ¿Te refieres a la de los procesos empresariales? Me preguntaréis. No, no me refiero a eso, aunque es cierto que también estamos en ello. Yo estaba pensando en la irrupción de los smartphones en el mundo corporativo, y en las nuevas formas de comunicación que utilizamos todos. Me da igual que el teléfono sea corporativo o personal (hoy no tengo ganas de hablar del tan recurrente BYOD, al menos explícitamente). Resulta que en todas las empresas hay smartphones con unas capacidades de comunicación increíbles. Para muestra, un botón:
- Mensajería instantánea: Whatsapp. Que levante la mano quien no utilice esta aplicación para chatear con sus compañeros sobre temas laborales.
- Compartición de ficheros: herramientas como Dropbox, Google Drive, y tantas otras, para compartir ficheros entre nuestros múltiples dispositivos, con socios, proveedores o directamente con otros compañeros. ¿Quién no las ha utilizado para compartir ese fichero enorme que no me cabe en el correo?
- Voz: aplicaciones como Viber o Skype nos permiten no superar la cuota de 30€ que nos impone la empresa, haciendo uso de la conexión 3G o de alguna red Wifi.
- Vídeo: Tango, Facetime, etc. para cuando queremos ver a nuestro interlocutor. Mucho menos popular, de momento, porque llegará la hora del vídeo (ahí os dejo otra predicción).
Y podría seguir con las redes sociales. Y de esta nueva forma de interactuar a través del móvil entre empleados, ¿qué opinan nuestras empresas? Pues la verdad es que no ven demasiado claro cómo hacer para gestionar la seguridad de la información con todas estas aplicaciones no corporativas. Resulta que sus empleados están poniendo información de mi empresa en repositorios y herramientas cuya privacidad es cuanto menos dudosa. Por ejemplo, un fragmento de la política de Google sobre los archivos que subáis a Google Drive:
Al subir contenido o al enviarlo por otros medios a nuestros Servicios, concedes a Google (y a sus colaboradores) una licencia mundial para usar, alojar, almacenar, reproducir, modificar, crear obras derivadas, (…) comunicar, publicar, ejecutar o mostrar públicamente y distribuir dicho contenido…
Inspira confianza, ¿verdad?
Pues tres cuartos de lo mismo para el resto: ¿qué hace Whatsapp con las conversaciones?, ¿hace algo Apple con mis videoconferencias vía Facetime? Supongo que empezáis a ver el problema que estamos generando en nuestras compañías.
Y es ahora cuando viene la predicción: yo creo que va a pasar lo mismo que ocurrió en los noventa con el correo electrónico. Os cuento lo que pasó: por aquel entonces comenzaban a popularizarse las cuentas gratuitas de correo electrónico (AOL o Hotmail antes de ser comprado por Microsoft), mientras que las empresas eran reacias a adoptar esta tecnología, al menos para los empleados. Estos comenzaron a utilizar el correo personal para trabajar, lo que llevó a la misma situación que vivimos hoy en día.
Por esta razón las empresas se vieron obligadas a proporcionar este servicio corporativo, llevando a la situación actual donde tenemos un correo corporativo y otro personal, cada uno para un uso distinto. Esto mismo es lo que yo creo que vamos a vivir estos dos años que vienen, vamos a corporativizar estas herramientas proporcionando a nuestros empleados un conjunto de aplicaciones para mantener la información de la empresa dentro del ámbito empresarial, manteniendo la usabilidad de las herramientas que tenemos ahora:
- Mensajería instantánea: como una extensión de la mensajería corporativa que ya utilizamos entre PCs
- Compartición de ficheros: herramientas que garanticen la privacidad de la información. Sabemos siempre donde están los datos y controlamos qué puede hacer el proveedor con ellos.
- Voz: como una extensión de la telefonía IP, donde el móvil se convertirá en fijo o mejor dicho, el teléfono fijo se hará móvil.
- Vídeo: con calidad empresarial e integración con salas de videoconferencia, PCs, tanto internos como los de otras compañías.
¿Os parece que acertaré? Me comprometo a hacer como los analistas, un Reality Check en un par de años, para ver si estaba en lo cierto o no.
Imagen: Flickr de Johan Larsson

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