Se ha producido un salto cuantitativo en el uso de tecnologías en nuestro día a día. Tan grande ha sido que hemos acuñado el término “nativos digitales” para definir el antes y después de una generación. Es cierto que esta generación, nacida en la abundancia de medios técnicos, tiene unos métodos de aprendizaje muy distintos a los tradicionales. De hecho, tiene hasta una forma distinta de distribuir ese tiempo para el aprendizaje, simultaneándolo con el resto de sus tareas habituales, como ocio o trabajo. Han desaparecido las estrictas marcas temporales que indicaban cuándo había que aprender, cuándo trabajar y cuándo divertirse. El día a día se ha convertido en una fusión intemporal de todas estas actividades, que se realizan así en cualquier momento del día…o de la noche.
Es por ello que se requiere una adaptación, un cambio, una evolución en los métodos de enseñanza, e incluso en el tiempo que se le dedica. Esto exige una mayor implicación de los profesionales de la educación, acorde a la que demuestran las nuevas generaciones de alumnos.
Así, por ejemplo, sobre todo en la formación extra curricular, empieza a ser cada vez más común el uso de herramientas de comunicación on line, tales como Skype o Whatsapp para clases tutoriales fuera del horario lectivo oficial. La inmediatez del acceso a estas herramientas o incluso a Internet, mediante smartphones y tarifas planas de datos, hace que las dudas de un estudiante puedan ser resueltas prácticamente en cualquier momento.
Un reciente estudio de Tuenti, ha revelado que un 40 por ciento de los jóvenes emplea el móvil como herramienta de estudio, si bien es verdad que hay otro 17 por ciento que lo usa para guardar chuletas…
De hecho, la existencia de Internet como repositorio de información ya podría (¿o debería?) suponer en sí mismo un cambio del modelo de enseñanza. El profesor podría dedicar sus esfuerzos a orientar a los alumnos sobre cómo encontrar lo que necesitan y a filtrar lo que es importante de lo que no, sin ser él mismo la fuente única y verdadera del conocimiento a transmitir. Pero no nos engañemos, no se trata de sustituir al profesor por ordenadores o tablets, siempre será necesario un guía, alguien que aporte unas pautas a seguir y que sepa transmitir y fomentar en los alumnos otras habilidades hasta ahora descuidadas en el sistema educativo, como son las de presentar una idea o debatirla y defenderla ante otros, con una línea argumental y de forma civilizada. (¿De qué sirve el profesor? Por Umberto Eco).
El uso de pizarras digitales es también un buen ejemplo de cómo se puede aprovechar mejor el tiempo lectivo. Lo explicado por el profesor puede ser impreso o compartido en formato electrónico con los alumnos, así se evita que éstos pasen la clase copiando en sus cuadernos el contenido de la pizarra y les concede más tiempo para centrar la atención en las palabras del profesor y no en copiar como autómatas lo que éste ha escrito. Y no sólo permiten aprovechar mejor el tiempo, porque siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, así que la combinación de la imagen con la posibilidad de escribir sobre ella debe de ser… ¡guau!
Otra herramienta disponible y claramente desaprovechada son los libros electrónicos o ebooks y tablets. A las ventajas económicas que supondría para las familias el uso de estos dispositivos en lugar de los libros tradicionales, hay que añadir la mayor flexibilidad que permiten, por ejemplo, para hacer y resolver ejercicios prácticos, por no hablar de la facilidad de referenciar información adicional y complementaria al propio texto educativo y acceder a ella en el momento.
Pero para que realmente haya un despegue en el uso de los libros electrónicos, es necesario que exista un contenido adaptado y que siga el currículo oficial, como el proyecto emprendido por un grupo de profesores de Madrid, que han creado libros digitales adaptados al currículum de esta comunidad y que pueden descargarse gratuitamente.
Lejos ha quedado la complicación que suponía realizar presentaciones con “transparencias”.
Nada tiene que ver con las actuales cámaras de documentos, que no sólo permiten presentar cualquier tipo de contenido, sino que además pueden grabar videos con audio sobre los que trabajar. La combinación de estas cámaras con una pizarra digital es el futuro de lo que ahora llamamos “multimedia en el aula”, que hasta ahora era poco más que la visualización de videos sobre una televisión o videoproyector.
Y aún podemos ir más lejos… ¿qué tal si jugamos con la realidad aumentada? Seguramente conseguiríamos unos resultados muy vistosos y llamativos para los alumnos, que facilitarían la asimilación de las materias y conceptos.
Hasta ahora sólo he mencionado el uso de algunas herramientas encuadradas en lo que llamamos “nuevas tecnologías”, pero siempre para un uso de la enseñanza de materias “clásicas”. Pero existen otros contenidos, como comentaba en un post anterior que, tarde o temprano, habrán de tenerse en cuenta, como la programación de ordenadores o la robótica.
En New Jersey, ya hay un profesor de ciencias de primaria que enseña a sus alumnos a realizar robots de bajo coste construyendo sus piezas con impresoras 3D. Esto hace más atractivo a los pequeños el acercamiento a la ciencia y la tecnología, asignaturas que sin duda aún se les atraganta a gran parte de los más jóvenes… y no tan jóvenes.
A este ritmo de evolución, y si las leyes de mercado y los intereses económicos lo permiten, quién sabe si en un futuro no muy lejano, los alumnos de secundaria fabricarán las herramientas que usarán los de primaria en su formación.
Imagen: mariana & emilio

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