Libros y lectores en el ecosistema digital

Hay quien dice que la irrupción de Internet en nuestras vidas ha supuesto un cambio más drástico en la historia de la civilización que la propia invención de la imprenta, allá por el siglo XV. Si pensamos en el largo camino recorrido desde la primera tablilla cuneiforme, la afirmación puede parecer exagerada, pero no lo es tanto si nos referimos a la velocidad de impacto en uno y otro fenómeno. Frente a los cuatrocientos años que tardó el libro en convertirse en un objeto de consumo masivo, la triple W ha trastocado nuestro paradigma social, cultural y económico en menos de cinco lustros y, además, lo ha hecho a escala planetaria.

En el reinado de Internet, los contenidos son la estrella y el libro, ese objeto que nos acompaña desde hace siglos, no ha podido sustraerse al cambio impuesto por el mundo digital. Así lo demuestra el estudio que acaba de publicar la Federación de Gremios de Editores sobre La lectura en España, tercer informe de este tipo que, en esta ocasión, abarca un repaso a los cambios acaecidos en los hábitos de los lectores desde 2008.

Pero no penséis que a continuación voy a escribir sobre un duelo entre eBooks y libros en papel, librerías y canales de venta on line o el poder de la imagen frente a la palabra. La extensión del ecosistema digital, en contra de todo pronóstico, no ha desbancado en modo alguno la preferencia mayoritaria de los lectores por el libro tradicional, ni tampoco es cierto que la explosión de estímulos asociada a la expansión de las redes sociales haya hecho disminuir drásticamente los índices de lectura. Por el contrario, se ha incrementado el porcentaje de lectores frecuentes (más de un 47 por ciento declara leer libros al menos una vez por semana), la lectura continúa ocupando una parte importante de nuestro ocio y lo cierto es que, sean libros o no, leemos constantemente, aunque lo hagamos de otra forma y en otros medios.

Pero lo más significativo es la irrupción de nuevos fenómenos, con el libro como protagonista, en los que el mundo virtual y físico se dan la mano para crear nuevos espacios en los que se desarrollan innovadoras prácticas que afectan, no solo a los hábitos de lectura, sino al público lector y, por supuesto, al propio libro (en cualquier formato). Algunos de los que parecen más disruptivos, aunque reformulen viejas tradiciones, son:

  • Dimensión social de la lectura en un sentido amplio. No solo compramos cada vez más libros a través de tiendas on line, sino que se consolidan nuevos modelos de prescripción. En relación a ello, dos fenómenos están logrando una creciente popularidad:

1) Fenómeno booktuber: nacido en 2012 en el ámbito anglosajón, es hoy tendencia dominante tanto en España como en Hispanoamérica, con gran predicamento entre los denominados millennials y la Generación Z. Con una iconografía digna de estudio, la puesta en escena exhibe una cuidada espontaneidad, en la que se combina una estética a lo Justin Bieber con comentarios de libros que se intercalan con publicidad sobre cualquier producto de interés para la audiencia, tal y como describe profusamente Julieta Lionetti en un artículo divertidísimo que os recomiendo. 

2) Clubes de lectura: ya sea en formato presencial o virtual, se han extendido por toda la geografía en los últimos quince años, y recoge el guante de los antiguos salones literarios del siglo XIX. Promovidos inicialmente por las bibliotecas públicas, en la actualidad han proliferado bajo los patrocinios más dispares, desde librerías hasta cafeterías, pasando por distintos museos. Hoy en día constituyen uno de los elementos más atractivos de una oferta cultural, en la que el libro se cruza con iniciativas de índole solidaria (campañas de concienciación), formativa (por ejemplo, idiomas) e incluso terapéutica (clubes sanitarios), para constituir un potente espacio de integración e intercambio de opiniones. En su dimensión virtual, estos clubes son además una eficaz herramienta de alfabetización digital para adultos, tal y como nos cuenta Jesús Arana en un texto en el que seguro que encuentraréis alguna comunidad en la que os interesará participar.

  • Narrativas transmedia. En el contexto de la industria de los contenidos, tanto el libro (objeto material) como la historia (narración susceptible de plasmarse en distintos soportes) están siendo objeto de iniciativas muy innovadoras. Carlos A. Scolari hace referencia a una ecología de la comunicación en la que aparecen nuevos hábitos de consumo cultural. Más allá de la navegación hipertextual, la combinación con formatos multimedia aporta una nueva dimensión de la historia que se expande por múltiples plataformas y soportes con la cooperación de los fans, e integra el libro dentro de todo un ecosistema de contenidos. Recordemos el fenómeno “Harry Potter” como ceremonia de iniciación a la lectura y emblema de toda una generación. 
  • Interacción del lector con la obra. El lector convertido en fan alterna el papel de mero consumidor con el de creador de nuevos contenidos, a través de su contribución a la evolución de historias transmedia pero también como autor de blogs, prescriptor en redes sociales e incluso autor de nuevas obras, a través de la proliferación de plataformas de autopublicación.

En relación a la lectura digital, la experiencia de usuario es clave en un país que se encuentra a la cabeza del consumo mundial de eReaders y tabletas. La preferencia en cuanto a dispositivos depende mucho del escenario de uso (ocio o profesional) y del tipo de contenidos (literatura de ficción o prensa). Y aunque el libro tradicional prolonga su reinado, servicios como Nubico (que ofrece la popular suscripción del Círculo de Lectores sobre la plataforma tecnológica de Telefónica) representan la aparición en el mercado bibliográfico de nuevos actores que redefinen, en clave digital, fórmulas que surgieron en su origen asociadas al libro en papel.

Sin embargo, el panorama no está exento de amenazas. Disminuye el préstamo en bibliotecas, desaparecen múltiples puntos de venta presencial (librerías y kioscos) y, aunque el volumen de títulos publicados aumenta, la lectura entre los más jóvenes no presenta un pronóstico halagüeño, mientras que el tiempo medio dedicado a la lectura de libros se estanca. Pero también hay oportunidades como, por ejemplo, atender la creciente demanda de títulos en soporte electrónico o potenciar la narrativa transmedia como elemento de atracción para los más jóvenes.

Y es que no hay nada más interactivo que un libro, ese objeto mágico capaz de alumbrar tantas lecturas como lectores. La transformación digital rema a favor de potenciar la importancia del libro para la economía del conocimiento. Porque para el lector contemporáneo no hay nexo de unión más elocuente entre lo mejor de nuestra tradición cultural y la carrera hacia el futuro.

Imagen: inspiron.dell.vector/shutterstock

Actualmente trabajo en Sistemas de Información en el desarrollo de soluciones ECM y colaboro con la UCM como docente. He publicado algunos artículos sobre el sector editorial, un tema que comenzó a llamarme la atención en los cursos de doctorado e hizo que me licenciara años después en Ciencias de la Documentación. Éste es el ámbito en el que he desarrollado mi actividad profesional en distintas empresas públicas y privadas durante las últimas décadas Me interesa todo lo relacionado con cultura digital además de viajar, algún deporte y, sobre todo, disfrutar del máximo tiempo posible con mi gente.

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