Hace unas semanas, conocí el Museo de Intendencia de Ávila. Una de sus salas cuenta cómo uno de los objetivos del ejército es facilitar lo mejor a sus soldados en cuestión de equipamiento, y para ello emplean, desde hace décadas, los medios técnicos más avanzados.
Hoy en día estos estudios técnicos y controles de calidad son llevados a cabo en el Parque y Centro de Abastecimiento y Material de Intendencia (PCAMI), ejemplo de eficacia en un campo en el que el ejército ha sido pionero.
Sus instalaciones han sido siempre laboratorios de referencia para el análisis y reconocimiento de todo tipo de artículos: comestibles, textiles … ya que entre sus objetivos siempre ha estado presente el asesoramiento y creación de prototipos de cualquier material de uso.
Resulta curioso ver cómo estos estudios y análisis de tejidos que llevaba a cabo el ejército con aparatos y utensilios tan básicos como los dinamómetros de pared, eran capaces de medir la resistencia a la tracción de los tejidos allá por el 1970. Y como gracias a estos artilugios, tan avanzados para la época y que ahora constituyen piezas de museo, eran capaces de determinar qué tipo de tejidos debían utilizar dependiendo de su uso: paño de Kaki de lana para los capotes de la tropa, sarga de lana y algodón para los trajes, monos y uniformes, loneta para fabricar tiendas de campaña, o tejido de empesa para elaborar la ropa interior y forros de las prendas. Todo en función de su permeabilidad, resistencia o durabilidad.
Esa visita ha despertado mi curiosidad por indagar un poco más sobre este mundo, e intentar descubrir cuál es el panorama actual de los llamados tejidos inteligentes, y la importancia y el alcance que el estudio de estos tiene en nuestras vidas.
Entre los muchos artículos y ensayos que existen en la actualidad sobre la materia, existe uno muy interesante firmado por el ingeniero Técnico Textil Javier Ramón Sánchez Martín. Sánchez Martín se hace eco en uno de sus estudios sobre cómo desde finales del XIX los cambios que ha sufrido el mundo textil han supuesto un gran impacto en nuestras vidas a una velocidad de vértigo.
Como señala este ingeniero, la llegada a nuestras vidas de los tejidos de uso técnico (TUT) ha desbancado la creencia de que los tejidos sólo sirven para vestir a las personas y poco más.
En la actualidad, la utilización y desarrollo de los tejidos de uso técnico está presente en cualquier sector al que miremos (defensa, sanidad, automoción, industria…).
Son muchas las empresas que ya han visto en esta nueva revolución industrial una gran oportunidad de negocio. Muchos de ellos, embarcándose en proyectos pioneros en este sector emergente y con gran proyección internacional. Como es el caso del proyecto Infinitex (Investigación de nuevas funcionalidades e inteligencia implementadas en textiles) enmarcado dentro de los proyectos Cenit (Consorcios Estratégicos Nacionales de Investigación Técnica).
El proyecto ya finalizado tenía como objetivo potenciar el desarrollo para la creación de textiles funcionales de alto valor añadido y con prestaciones que pudieran ser útiles a un gran número de sectores (ingeniería, construcción, seguridad, deporte, transportes, etc). Gracias a él, un consorcio de empresas, de diferentes sectores y tamaños, liderado por el grupo Iturri, han aportado sus conocimientos y experiencia a las distintas líneas de investigación, haciendo posible la creación de prototipos para el desarrollo de nuevos y avanzados tejidos, como son los tejidos calefactables, que ya estamos viendo en el mercado.
Textiles que incorporan microcápsulas, capaces de aislar frente al calor o al frío. Cosmetotextiles que previenen de infecciones y son capaces de hacer sentir mejor a las personas. Textiles fotocrómicos, que cambian de color cuando determinadas radiaciones actúan sobre ellos. Textiles termocrónicos, que cambian de color según la temperatura. Textiles que conducen la electricidad, tejidos electrónicos, materiales con memoria de forma…jamás hubiera pensado que la tecnología aplicada a este sector pudiera encerrar tanto estudio y conocimiento.
Volviendo al artículo que leía de Sánchez Martín, y citando sus palabras, “el sector textil, que fue motor de la Revolución Industrial, está a punto de provocar otra revolución capaz de sacudir los cimientos de la sociedad y de la economía”. Sin duda, hechos que corroboren esta teoría los vemos a diario en los medios de comunicación. La revolución en el mundo textil no viene de camino, ya está aquí, y en nuestras manos está aprovechar la oportunidad que nos brinda.
Imagen: Rocco Lucia

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