Es un momento de gran ilusión: quizá no estemos ante una nueva industria digital, sino frente a una industria de industrias. Quiero decir que tenemos el caldo de cultivo para el emprendimiento feroz puesto que detrás hay un gran mercado, uno masivo tanto en la variedad de productos como en sus potenciales canales de llegada. Me estoy refiriendo a la wearable technology o tecnología ponible, como prefieren que la llamemos desde Fundéu.
Dicen que lo más innovador suele ser híbrido, como cuando Miles Davis mezcló rock y música clásica y, al improvisar, inventó lo que se llamó jazz modal. Y si en el siglo XX fueron los materiales (las medias de nylon), el diseño (Valentino) y luego la logística del producto aparentemente escaso y las múltiples colecciones de Inditex, quizá el siglo XXI sea la oportunidad para la industria wearable.
Y es que a todos nos llama la atención. A mí me ocurrió el pasado mes de septiembre en la Campus Party Europa. Allí me enseñaron (y probé) mis primeras Google Glasses de la mano de Andreu Ibañez.
Luego han ido llegando muchos más: relojes, pulseras, ropa, cascos… Analistas como ABI Research, entre otras, predicen un gran negocio detrás. Y cuando primero la Feria Internacional de Electrónica de Consumo (CES) y luego el Mobile World Congress (MWC) se entregan a los encantos de este negocio es momento de pensar que algo pasa realmente y no sólo son demostraciones o un bluf mediático.
Lo cierto es que si rascamos un poco vemos que la situación se encuentra mucho más avanzada de lo que pudiera parecer: sin ir más lejos, he comprado sin darme cuenta en rebajas una prenda para la nieve equipada con el sistema antiavalanchas Recco. Se trata sólo de elegir entre la funcionalidad más atractiva según los gustos de cada uno: un reloj inteligente tipo Pebble que nos permite chequear todo lo que consideremos importante sin tener que sacar el teléfono del bolsillo o el Samsung Gear Fit, que nos chiva los mensajes que recibimos e incorpora atractivas aplicaciones para los fanáticos del deporte. Para registrar la actividad física también está la pulsera NikeFuel o podemos optar por el el Smartband de Sony, que monitoriza la actividad diaria.
Presiento que hay mucho recorrido y se me ocurren muchos interesantes nuevos usos para estos dispositivos. Hace ya un par de años que oímos hablar de un traje inteligente de bomberos que incrementaba la seguridad del Cuerpo. Telefónica participó en el proyecto y este año aprovechaba MWC para mostrar otra novedad: un casco de moto inteligente, que ayuda en la conducción y hasta en caso de accidente.
Su apuesta por este tipo de dispositivos es clara, como revela el acuerdo al que ha llegado con LG, Samsung o Sony Mobile y podría establecer nuevas colaboraciones, en este sentido, en el mundo de la moda.
Si el reloj de pulsera democratizó el tiempo y lo acercó a nuestro hecho cotidiano, quiero pensar que la ropa inteligente (por conectada) podrá “pegar lo digital a la piel”. El gesto de pasear mirando el móvil será visto como algo “obsoleto” porque será más cierto que nunca que “nuestra ropa habla de nosotros”: nos permitirá conocer mejor qué nos sucede pero también qué sucede a otros y a nuestro alrededor en cada momento.
Ahora… a imaginar con los ojos cerrados.

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