Nos recuerda "Menos tech y más Platón" que éste decía que el conocimiento es mucho más que la suma de los datos y de los números. Más que la realidad sensorial que captan nuestros sentidos o las máquinas que construimos. Decía que, por sí solos, estos datos podrían confundirnos como aquellas sombras del eterno mito de la caverna. Hablaba, por ello, del mundo perenne e inmutable de las ideas y de una sabiduría que a priori existe. Luego Aristóteles realizó un camino diferente y, según él, la construcción del conocimiento partiría de la propia experiencia de la realidad tangible y de los razonamientos para alcanzar esa sustancia universal del saber…
Los techies y los fuzzies
Y quizá en esta dualidad de pareceres (permitidme la grosera simplificación) hayamos terminado en este siglo XXI con dos bandos enfrentados: los techies y los fuzzies. Los primeros, aristotélicos, ingenieros, tecnólogos y, en general, todo el conjunto de perfiles científicos. Y, al otro lado del ring, los amantes de Platón, aquellos que estudiaron letras, que se sumergieron en la historia, el arte, la psicología…
Ambas podrían parecer razas disjuntas que hablan y, por desgracia, se disputan una estúpida hegemonía para intentar explicar nuestro mundo. Ahora aparentemente lidera la legión aristotélica, la tecnología de Silicon Valley y sus grandes empresas, los algoritmos que organizan nuestros mercados financieros y mueven las fábricas, la innovación y la digitalización que impregna todos los aspectos de la sociedad actual.
¿Para qué servirán dentro de poco los filósofos?, ¿y los antropólogos? O los arqueólogos y expertos en lenguas muertas… ¿Se han apoderado definitivamente los techies de la revolución digital? Estas preguntas nos vienen a la cabeza especialmente a los que somos padres, cuando empujamos a nuestros hijos a aprender robótica y nos preguntamos si habrá un lugar para todos ellos en las nuevas profesiones del mañana. O si seremos sustituidos por procesadores sintéticos. La clave está en humanizar la tecnología.
"Menos tech y más Platón", nominado al mejor libro de empresa
De esto y mucho más habla Scott Hartley en su fantástico libro “Menos tech y más Platón", publicado por LID Editorial, nominado a los premios Know Square al mejor libro de empresa. Scott utiliza una cita de Voltaire para ilustrar su pensamiento: “Tenemos que empezar a juzgar a una persona sobre la base de sus preguntas, no de sus respuestas”. Y su obra es un compendio de retratos valientes de fuzzies que interrogan la realidad y reinterpretan la tecnología para dotarla de sentido. Por sus páginas desfilan fuzzies con valiosas perspectivas sobre eHealth, la conducción autónoma, la seguridad o el gobierno abierto, entre otros temas.

Habilidades blandas y pensamiento crítico
El autor del libro apuesta decididamente por las habilidades “blandas” de los fuzzies como el factor cohesionador de los equipos de trabajo. Se refiere a su empatía para trazar estrategias en el despliegue de la digitalización o en la interpretación del dato. Ejemplifica a fuzzies que crean innovadoras narrativas con realidad virtual con las que desean mejorar nuestro mundo. Con ellas nos permiten comprender situaciones de conflicto que difícilmente nunca viviremos, y tratan de ayudan a mejorar las recaudaciones en proyectos humanitarios.
Sobre los nuevos algoritmos, Scott nos advierte de sus peligros . Especialmente cuando se hace un mal uso de ellos y contribuyen a aumentan la desigualdad y poner en jaque a la democracia. Por ejemplo, según la Unión Americana de Libertades Civiles los afroamericanos tienen 3,73 más probabilidades de ser arrestados en Estados Unidos por posesión de marihuana, a pesar de que en realidad consuman casi la misma cantidad que el resto. Y son los procedimientos viciados de elaboración de perfiles raciales y otros aspectos sociales los que confunden a un algoritmo ciego. Esos algoritmos masivos y perniciosos no hacen sino retroalimentar las discriminaciones… Pero ¿cómo podemos protegernos de ellos? Sencillamente con equipos humanos en los que convivan techies y fuzzies que entiendan la realidad social e impulsen el pensamiento crítico. Se trata de humanizar la tecnología.
El futuro pasa por un humanismo digital
Personalmente coincido en muchas de las afirmaciones de Scott. Por ejemplo, creo que por muy inteligentes que parezcan las máquinas enloquecerán si no hay conciencias humanas que las guíen. Turing descifró la máquina Enigma en la Segunda Guerra Mundial utilizando su talento matemático… pero también su innata intuición. Se podrá automatizar el trabajo rutinario pero, no nos engañemos, la abstracción y el razonamiento crítico quedan lejos de ser simulados. Los techies podrán inventar nuevos caballos digitales cada vez más rápidos aunque sin fuzzies que los monten no servirá para nada.
Scott concluye en "Menos tech y más Platón" que las máquinas no pueden intuir, crear ni sentir. Son incapaces de crear una simple idea original. Ésta no es para nada una mala noticia, todo lo contrario. Significa que el futuro estará en manos del ser humano y, en especial, de este delicado equilibrio entre sus habilidades más tecnológicas y su capacidad para comportarse de manera sensible, aquello que lo identifica con su propia naturaleza contingente.
Imagen: CEBImagery

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