La pandemia nos dejó imágenes insólitas de ciudades balneario y sin vehículos. Mi recuerdo de aquellos días, preocupación aparte, es una sensación de sosiego amenizada por el canto de los pájaros. Pero aquellas tardes dieron pronto paso de nuevo a los atascos, como si nada hubiese ocurrido o simplemente nos hubiésemos detenido a reflexionar. Aquella otra ciudad posible fue un dulce sueño. Y un paso hacia modelos laborales más flexibles.
La pandemia nos impuso el teletrabajo. Las empresas que no lo tenían previsto tuvieron que implementar soluciones como planes de contingencia para facilitar esta modalidad. Durante los últimos 18 meses hemos trabajado desde casa aún más duro que en la oficina pero, a cambio, hemos disfrutado de una cierta flexibilidad. Hemos evitado los atascos y conciliado la vida personal con la laboral, a pesar de las videoreuniones interminables. ¿Será este otro dulce sueño del que también nos tengamos que despertar?
Con la gran mayoría de la población ya vacunada, parece que hay una cierta urgencia por volver al modelo laboral presencial. Desde el punto de vista empresarial, hay opiniones dispares acerca de si el teletrabajo ha aumentado o disminuido la productividad. Sobre lo que hay mayor consenso es acerca de cierta perdida de la cultura empresarial. El networking clásico también se ha resentido de la falta de contacto humano. Por ello, y coincidiendo con la vuelta al cole, la mayoría de las grandes empresas ya ha anunciado sus planes de repliegue del teletrabajo o para compaginarlo con el modelo presencial.
Modelos laborales más flexibles
Parece que triunfará un mundo híbrido: modelos laborales más flexibles. Según un reciente informe de Boston Consulting Group, sólo el 10 por ciento de las empresas se plantea la vuelta a un modelo totalmente presencial en la oficina. El 65 por ciento propondrá un modelo en el que se trabaje desde casa entre dos y tres días a la semana, mientras que el 25 por ciento de los empresarios propone cuatro días de teletrabajo.
¿Y qué piensan los empleados? Lejos del establecimiento de un número fijo de días en remoto o en la oficina, prefieren un modelo flexible en el que cada uno programe libremente la semana en función de sus objetivos, de las necesidades laborales y de los compromisos familiares y personales.
Según el mismo informe de Boston Consulting Group, el 98 por ciento de los trabajadores desea disponer de esta flexibilidad. Todo esto nos hace recordar que el mayor activo de cualquier organización son las personas. Cada vez es más difícil conseguir y conservar perfiles millennials con competencias técnicas. Los nómadas digitales también desearán trabajar para empresas que apuesten por un modelo de teletrabajo totalmente flexible.
Debemos reflexionar, además, sobre el papel de la tecnología. Nos hemos vuelto esclavos de ella, hasta el punto de que ya se habla de “el síndrome de Zoom”. Pero los usuarios no deben estar al servicio de la tecnología, sino las herramientas tecnológicas al servicio de los empleados. Hemos implementado soluciones de colaboración como Microsoft Teams, Cisco Webex o Zoom pero no se ha puesto énfasis en herramientas que permitan socializar virtualmente con los compañeros y nos hagan partícipes de la cultura empresarial.
Por ello, antes de planificar el modelo de teletrabajo habría que plantear un cambio cultural y en el estilo de liderazgo. Hay que romper con el estilo de gestión jerárquico y por horas para fomentar el trabajo por objetivos. Además, habría que hacer una planificación estratégica sobre las herramientas tecnológicas como habilitadoras del networking y de la cultura empresarial.
Esperemos que la urgencia por la vuelta al cole no nos haga perder la oportunidad del cambio en el modelo empresarial.
Imagen: Pixabay/Alexandra_koch

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