Voy a escribir sobre un tema de actualidad… y polémico. Hay dos posturas enfrentadas y el peligro, por tanto, de que a quien lo lea le pueda parecer terriblemente feminista u horriblemente machista. Simplemente voy a mostrar algunos datos y a hablar de mi experiencia como mujer que ha trabajado toda su vida en tecnología.
Estudié la licenciatura en informática en la Universidad Politécnica de Madrid hace más de veinte años y el porcentaje de mujeres era realmente bajo. No tengo el dato, pero no recuerdo más de diez chicas en el primer curso. Pero eso no era algo incómodo ni extraño: ya sabía que no era la “típica carrera que eligen las chicas”. Yo lo veía más como una forma de sentirme especial.
El Ministerio de Educación publica anualmente estadísticas de las que se pueden obtener datos interesantes para entender qué tipo de estudios eligen los alumnos según su género. Según la última Estadística de Indicadores Universitarios, con datos del curso 2016-2017, ese año hubo un 54,4 por ciento de mujeres de nuevo ingreso frente a un 45,6 por ciento de hombres. En todos los estudios universitarios accedieron más mujeres, excepto en Ciencias (52,3 por ciento hombres), en Informática (87,9 por ciento) y en Ingeniería, Industria y Construcción (73,8 por ciento). De esta forma, podríamos decir que la carrera “más femenina” es la de Educación con un 77,5 por ciento de mujeres y la “más masculina”, Informática, con casi un 88 por ciento de hombres.
Que la distribución de hombres y mujeres sea tan diferente según la carrera no debería suponer ningún problema. Cada alumno debe poder elegir lo que le apetezca estudiar. El problema aparece cuando hay un género que sistemáticamente no está eligiendo las carreras con más futuro laboral porque puede representar una condena al paro o la precariedad laboral.
¿Por qué las mujeres no eligen carreras técnicas? Podría suponerse que porque se les “dan mal”.
Sin embargo, no parece que sea el caso. En la siguiente tabla se observa que las mujeres tuvieron un porcentaje de éxito mayor en todos los ámbitos de estudio, es decir, aprueban con mayor probabilidad que los hombres, aunque en algunos, como la Informática, la diferencia es menor que en otros como en Educación.
Porcentaje de la tasa de éxito entre número de créditos superados y número de créditos presentados y el género según el tipo de carrera.
¿No les gusta la tecnología?
Personalmente no detecto esa falta de interés femenino. Creo que vemos por igual a chicas y chicos conectados a Internet, con pantallas de todo tipo, en redes sociales o con videojuegos.
Recuerdo que muchos de mis compañeros comenzaron a estudiar la carrera de Informática porque les gustaba jugar con el ordenador. Muchos de ellos también se frustraron al descubrir que la carrera no tenía absolutamente nada que ver con darle al joystick.
Si observamos la tasa de abandono de las carreras técnicas en el primer año, vemos que hay un mayor porcentaje de hombres que de mujeres que las dejan. Por supuesto puede haber multitud de factores, pero uno importante puede ser que descubren que no les gusta.
¿Por qué elegí yo estudiar Informática? Fue cuestión de pragmatismo. Tenía que ser una ingeniería para poder encontrar trabajo y elegí Informática porque pensé que si elegía Telecomunicaciones tendría que trabajar en una empresa de teléfonos, si elegía Industriales en una fábrica y si escogía Aeronáutica tendría que hacerlo con aviones. En cambio, si elegía Informática podría trabajar en cualquier sitio y no me quería cerrar puertas.
Faltan referentes femeninos en carreras técnicas
Es importante dar visibilidad a mujeres en ciencias y en tecnología, para que sirvan de ejemplo a las generaciones más jóvenes. Es un tema que ya se está trabajando mucho en colegios y demás instituciones: mis hijos ya han hecho cinco trabajos sobre Marie Curie.
Yo me crie en la década de los 80-90 con referentes femeninos como Sabrina, las Mama Chicho y Ana Obregón, que era bióloga (y lo sigue siendo, hasta donde sé). Y no por tener esos referentes me convertí en cabaretera. Probablemente ahí sí tuvo que ver mi talento y mi físico, pero ésa es otra historia. Lo que quiero decir es que por más trabajos que hagan sobre Marie Curie no creo que despertemos el interés tecnológico en las féminas.
Pero venimos de una sociedad en la que las mujeres no podían dedicarse a las ciencias, y las pocas que pudieron hacerlo publicaron sus trabajos con el nombre de sus maridos o padres. Lo que debemos hacer es trabajar para que las mujeres del futuro puedan crear, inventar, investigar o hacer lo que les dé la gana con su propio nombre y se las reconozca.
Aún hoy los personajes femeninos que se ven en películas, series y libros y las que aparecen en las letras de las canciones repiten los mismos comportamientos y refuerzan una imagen, por eso las niñas de hoy en día van a tener que luchar para salirse del rebaño. Los referentes son muy importantes. Pero no porque sean científicas o tecnólogas, sino por ser mujeres que hacen uso de su cerebro y no solo de su cuerpo.
Entonces, ¿qué hacemos para que las niñas estudien carreras técnicas?
En este punto creo que hay un problema genérico en cómo educamos a nuestros hijos. Desde pequeños les preguntamos qué quieren ser de mayores y ellos responden, como si fuera el deseo concedido por el genio de la lámpara: astronauta, princesa, futbolista. Ninguno responde que quiere ser oficinista o contable. Cuando llega la hora de elegir la carrera universitaria muchos niños (sí, porque todavía son niños) ven esa elección como una continuación de aquel deseo infantil, como si la carrera fuera la herramienta mágica que va a convertir su deseo en realidad. Y eligen ser biólogos marinos porque les gustan las ballenas, aunque vivan a 500 km del mar y haya diez puestos de biólogos marinos en toda España (estoy exagerando).
Aquí creo que es labor de los padres y educadores explicarles que deben elegir estudios universitarios que tengan salidas laborales. Por supuesto, se trata de que encuentren lo que más les guste, pero también conviene tener los pies en el suelo. Porque lo siento pero no creo que el universo se vaya a alinear para que alguien consiga sus deseos por anhelarlos con la suficiente fuerza.
Y, ¿qué ocurre una vez en el mercado laboral?
Conozco a muchas mujeres que, sin haber estudiado una carrera técnica, han acabado trabajando en el ámbito tecnológico simplemente porque es de lo que hay trabajo. Pero parten de una posición de desventaja frente a compañeros masculinos que sí han estudiado carreras en ese ámbito y, de partida, tendrán más conocimiento y probabilidades de progresar.
Yo empecé programando, como casi todos los informáticos. Y no recuerdo que la proporción de mujeres estuviera tan descompensada como en la carrera. No he vivido ninguna situación en la que se me tratara de peor forma por ser mujer ni durante mis estudios ni en mis primeros años de trabajo, los más técnicos. A una amiga sí le preguntaron si estudiaba Informática para “cazar” marido, lo cual recuerda a la película “Oficial y Caballero”, pero a mí nunca me ha pasado nada parecido.
Jamás he tenido un problema por ser mujer en el ámbito tecnológico. Y eso no quiere decir que no haya vivido el machismo. Pero lo he sufrido cuando he estado en ámbitos relacionados con la gestión. Hay muchas menos mujeres que hombres en posiciones de poder en España y cuanto más alto más se huele la naftalina del machismo.
Después de toda esta argumentación, mi consejo si eres mujer tratando de elegir una carrera es que estudies una Ingeniería para poder conseguir un buen trabajo, y para que ojalá en el futuro mis nietos hagan trabajos sobre ti.
Y si eres un hombre, también, que eso de ser “youtuber” solo da de comer a unos pocos.

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