Recientemente estuve en un seminario sobre inteligencia emocional en el que comenzaron definiendo, de forma muy sencilla, lo que significaba inteligencia: “La capacidad de solventar problemas”. Al profundizar, distinguieron entre la inteligencia fluida, como la capacidad de la persona para adaptarse y enfrentar situaciones nuevas, de forma ágil y sin aprendizaje previo (más relacionada con la genética), y la inteligencia cristalizada, asociada más a la experiencia y la historia de aprendizaje de una persona.
En el mundo cloud, donde la aparición de nuevos problemas, tanto de negocio como de tecnología, es una constante, la simbiosis de ambas inteligencias (la fluida y la cristalizada) se hace indispensable. Veamos adónde quiero llegar:
En los últimos dos años los desarrolladores de aplicaciones prefieren trabajar en una plataforma cloud, moderna, elástica y muy orientada al desarrollo de aplicaciones customer faced (en las que la experiencia de usuario debe ser óptima), por lo que es necesario proporcionarles herramientas que les ayuden a obtener los servicios de las distintas plataformas en la nube. Los desarrolladores se han adaptado a este nuevo paradigma cloud sin aprendizaje previo (la inteligencia fluida que antes comentaba) y sacan además todo el partido, casi de forma innata, a cuanto estas nuevas plataformas aportan. La ambición última es que el desarrollador construya la infraestructura que necesita su aplicación sin que para ello sea un experto en TI.
Por otro lado, las áreas de TI deben de dar respuesta a las exigencias de los consumidores, es una tendencia que ya no pueden ni quieren parar, pero también son las responsables del rendimiento de los nuevos servicios en la nube, además de conocer lo que cuestan así como de adaptarlos e integrarlos dentro de los sistemas existentes en las compañías y cumplir con la regulación asociada. La inteligencia adquirida durante los años de experiencia de operar y administrar entornos heterogéneos y complejos (en este caso es la inteligencia cristalizada) les hace entender que un marco de gobierno común, que gestione la complejidad y diversidad de las distintas cloud, es imprescindible. Y es aquí donde los entornos multicloud cobran fuerza, ya que las capacidades que proporcionan mejoran la monitorización, aceleran los tiempos de provisión y refuerzan el uso de las configuraciones estándar.
En los últimos 24 meses el desarrollo de nuevas aplicaciones “Born in cloud” ha tenido un crecimiento exponencial; una explosión que se enmarca dentro de la transformación digital que da respuesta a nuevos negocios o startups. Un ejemplo de estas aplicaciones son las colaborativas (como, por ejemplo, apps que proporcionan información on line del estado del tráfico gracias a los datos proporcionados por millones de usuarios repartidos por toda la geografía). Los programadores hacen uso, como hemos visto antes, de los distintos proveedores de cloud para sus desarrollos, pero ellos no se centran en los detalles de cómo funciona una cloud, ni en la monitorización o el coste asociado, y tampoco quieren perder tiempo buscando cuál es la mejor. Lo que desean es poder beneficiarse de las ventajas de los distintos cloud providers de una forma transparente para ellos y, para esto, las plataformas multicloud proporcionan un portal de autoservicio, orientado al consumidor (los desarrolladores), que cubre los aspectos de entrega del servicio tanto de la infraestructura como de la aplicación (gestión del ciclo de vida, plantillas de aplicación e infraestructura, migración…). Pero, además, los entornos multicloud también resuelven las necesidades de las áreas TI al incluir un portal de administrador, que da respuesta a las necesidades de operación y gobierno: rendimiento, gestión de la disponibilidad, además de regular el uso que los consumidores realizan de los distintos servicios cloud, con cuotas que permiten el control del coste asociado.
Podríamos decir que las tradicionales diferencias entre las áreas de infraestructura y desarrollo son resueltas en el marco de encuentro que proporciona el multicloud, ya que logra un equilibrio, balanceando entre las exigentes necesidades de los desarrolladores, a quienes proporciona un conjunto de herramientas que mejoran la entrega de sus desarrollos y la responsabilidad de disponibilidad y gobierno de servicio que se exige a las áreas de TI cuando se adoptan entornos cloud. Como decía al principio de este post, la inteligencia es la capacidad de resolver problemas. ¿No os parece que es precisamente lo que hace multicloud con las necesidades por parte de desarrollo e infraestructura?

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