Para mostrar cómo la digitalización está integrada en nuestro día a día, hoy no me voy a centrar en el concepto de puesto de trabajo. Lo voy a abordar a través de un campo más artístico, la música. En concreto, veremos cómo ha cambiado el proceso de creación y aprendizaje que un músico puede hacer con su instrumento.
Para ello, voy a contar mi experiencia personal, ya que desde hace unos meses voy a clases de jazz y he vivido esta transformación en primera persona. Con estas clases y la práctica que hago por mi cuenta, mi objetivo es aprender los principales estándares y no hacer el ridículo en alguna jam para aficionados en la que me anime a subir.
Ya hacía varios años que no ensayaba de forma continua y me faltaba un hábito de estudio medianamente serio. Ahora lo tengo y, gracias a las ventajas del entorno digital, puedo ensayar en movilidad. Entre otras cosas, puedo acceder a los datos (canciones, audios, partituras…) desde cualquier lugar y ¡compartirlos! También puedo utilizar las mismas aplicaciones en entornos multidispositivo.
Antes, un músico dependía de varios equipos como un afinador, grabador y reproductor para escuchar los patrones o acompañamientos, además de una carpeta con las partituras. Ahora, con cualquier dispositivo (da igual que sea uno u otro porque en realidad lo tenemos en cloud) es posible afinar el instrumento con el smartphone, seleccionar el acompañamiento para improvisar (se puede cambiar el tempo, instrumentos o modificar la estructura de la canción en vivo), grabar un tema en un entorno “multipista” simulando las bases, el acompañamiento y los efectos, editarlo y compartirlo al instante con otros músicos, familiares o el mismo profesor.
El aprendizaje evoluciona y se vuelve más interactivo. De hecho, los recursos digitales y presenciales se complementan y se benefician mutuamente: Apps cada vez más optimizadas basadas en píldoras de aprendizaje de teoría musical y solfeo; cursos online o webinars de consumo bajo demanda; accesos a playlists personalizadas, clases a distancia y comunidades sociales que crecen en miembros y contenido creado de forma colaborativa.
En definitiva, en este nuevo entorno, el músico ya no depende de un lugar físico en concreto. Con un dispositivo desde el que pueda acceder a cloud y sus aplicaciones, su instrumento, su talento y sus ganas de aprender es suficiente para ensayar y componer.
Pero ¡un momento!, ¿si cambiamos en la anterior frase músico por trabajador y el concepto de ensayo e instrumento por puesto de trabajo, no estoy definiendo el concepto de puesto de trabajo digital del que quería huir inicialmente?
Imagen: Fabrice Plas

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