Los ingenieros sabemos bien que solo la tensión valida definitivamente aquellos sistemas y procesos que diseñamos. Que solo conocemos la verdadera adecuación de la solución que planteamos a las necesidades del contexto que la requiere cuando la sometemos a cuantas circunstancias adversas somos capaces de imaginar.
Ante la incertidumbre del actual entorno social y económico, cada vez más voces afirman que nuestros modelos de negocio, de gobernanza, de aprendizaje y de liderazgo no resultan ya eficaces.
Entre un cuestionamiento general de todo está el del modelo de gestión empresarial.
El poder de los datos frente a las emociones en la toma de decisiones
Con el argumento de que es preciso hacer las cosas de forma distinta si se quieren obtener resultados diferentes, hay quien reclama que demos todo el poder al big data y a la inteligencia artificial. Ante la falta de “resultados” de las decisiones que toman quienes hoy gestionan, piden que se dé la oportunidad de hacerlo a los algoritmos, ponernos en manos de los datos y dejar de lado las “emociones e intereses” que a los humanos “nos dominan” y que nos impiden tomar esas “decisiones eficientes” que necesitamos.
Muchos lo ven una barbaridad, pero cada vez son más quienes no consideran una locura sacar a las personas de la ecuación de la toma de decisiones.
Personalmente estoy convencida de la enorme utilidad de utilizar la tecnología como ayuda a la toma de decisiones. Es necesario apoyarse en algoritmos con potencia suficiente para analizar millones de datos y poder extraer de ellos información en tiempo real. Y son precisas herramientas que permitan medir, evaluar y afinar de forma constante el efecto de las decisiones que vamos tomando.
Necesidad de un nuevo modelo de liderazgo que proteja el bienestar de todos
Pero sé que nada de eso nos conducirá a un mundo mejor si las personas no estamos presentes y avanzamos hacia un nuevo modelo de liderazgo. Un liderazgo que sustituya los tradicionales objetivos de poder, control y eficiencia pura por otros relacionados con la ayuda, la comunidad y el bienestar de las personas y del planeta.
Me gusta llamarlo un liderazgo influyente. Y se caracteriza por tomar decisiones con el objetivo de proteger el bienestar de todos y no solo de unos pocos. Debe apoyarse en la tecnología y tener los derechos humanos como faro y guía de actuación.
Ahora que tanto se habla de automatización y reconversión laboral, llega el momento de que los líderes adopten las ventajas de la inteligencia artificial para potenciar -aunque suene paradójico- sus cualidades más humanas. Se trata de sumar los esfuerzos de las personas y las máquinas, en lugar de competir con ellas, y mantener nosotros el mando gracias al desarrollo exponencial de eso que solo los humanos sabemos hacer, de esas capacidades “no automatizables”.
Capacidades inequívocamente humanas
- Empatía. Hace falta escuchar más y mejor para mejorar el alcance y la efectividad de nuestras decisiones.
- Sentido de humanidad, enfocado a propósitos con los que todos ganemos.
- Liderazgo horizontal en busca de empoderar e influir, en lugar de controlar y figurar.
- Equilibrio entre lo global y lo particular, dando poder a los pequeños detalles que tanto influyen. Hay que bascular con prudencia entre el dato y la intuición, saber hacerse las preguntas adecuadas y tomar las decisiones correctas con la información en la mano.
- Flexibilidad de pensamiento y de acción para adaptarnos con agilidad a un contexto que cambia cada día y donde ya nada es seguro.
- Confianza en la inteligencia colectiva y en el equipo
- Y, desde luego, la pasión y el compromiso total.
Hacia un modelo de gobernanza femenino
Ante este panorama de necesidades en las que casi todos estamos ya de acuerdo, no es descabellado pensar que las mujeres estamos ante una enorme responsabilidad. Porque, por primera vez en la historia, entran en juego valores que nos son cercanos. Así que, esta vez, partimos con cierta ventaja.
Me produce alegría escuchar que el nuevo modelo de gobernanza global tiene mimbres para un claro liderazgo femenino. Me encantará ver en los próximos años a más mujeres “influyentes” contribuir a mejorar el mundo con la tecnología como fiel escudera.
Y me hará feliz contribuir a ello desde mi humilde posición, que hoy es la de señalar la oportunidad al tiempo que alerto para evitar que caigamos en la vanidad de pensar que esos valores son exclusivamente de las mujeres.
Ante el reto que tenemos por delante, aquí no sobra nadie.
Imagen: geralt/pixabay

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