Los amigos de los datos abiertos (open data) estamos de enhorabuena. Durante los pasados días 7 y 8 de octubre se celebró el Congreso Internacional de Open Data (IODC16) en Madrid, una cita aderezada por una gran cantidad de eventos durante los tres días previos: el encuentro Aporta y protagonismo en Red.es, Medialab e IFEMA, entre otros.
Habrá que esperar a las cifras oficiales pero se esperaba a más de 1.500 asistentes a las 82 sesiones programadas en las que más de 330 expertos exponían sus experiencias en campos tan diversos como la sanidad, el medioambiente, el periodismo, la agricultura, la educación, la cultura, la ayuda humanitaria, la gestión de desastres, el transporte, las ciudades inteligentes, etc.
Con una organización impecable y un panel de expertos espectacular, quizá su mayor virtud sea también el mayor reproche que le podamos hacer a este evento. Y es que, como un niño en una heladería, nos enfrentábamos a la terrible disyuntiva de optar por un helado de mango y cereza y tener que dejar de lado otros maravillosos de chocolate, tutifruti, sandía, mandarina o tiramisú. Tanto es así que podríamos hablar de muchos congresos en uno, el mío versó sobre ciudades y plataformas, y vi con gran envidia otros que trataron de gobernanza, transparencia, medioambiente, acción social, modelos de negocio, etc.
Fue una satisfacción observar en las distintas experiencias de éxito que se contaron en los paneles en los que estuve que la filosofía de los datos abiertos está viva y saludable, es ampliamente conocida y va diversificando su ámbito de acción. Se va asentando como un camino para generar conocimiento abierto y servir de base para la construcción colaborativa de servicios útiles y, eventualmente, de alto impacto social.
Así nos contaron la experiencia de la ciudad de Méjico, en la que los usuarios de autobuses municipales y otras concesiones administrativas de transporte, colaboran a través de una aplicación móvil para georreferenciar los recorridos e identificar sus horarios. O cómo se usan las técnicas de datos abiertos para coordinar comunidades pesqueras indígenas en Estados Unidos, evaluar el impacto en el medioambiente y reforzar las tradiciones existentes. También muy interesante el uso de datos abiertos para la rendición de cuentas, impulso de la responsabilidad corporativa y motor del cambio en el entorno ferroviario francés. Y cómo, gracias a los datos abiertos y la celebración de concursos (hackatones), se abordan con éxito problemas urbanos en Latinoamérica.
Lejos quedan las discusiones sobre tecnología, apenas hubo un panel de expertos dedicado a ello. Y esto significa que se asume que la tecnología está disponible, madura y existen opciones adecuadas para lo que se necesite hacer.
Tampoco se escucharon invocaciones al extraordinario valor de los datos y su impacto económico en las empresas. Supongo que se deberá a que éramos todos unos convencidos del valor inherente al uso y publicación de los datos y que, a medida que se extienden las experiencias de open data, se percibe que el valor se creará pero no será de un modo explosivo como se profetizaba. Por el contrario, sí que se manifestaban los beneficios de cada experiencia: utilidad social, activación de la innovación, del talento, generación de ahorros, de conocimiento, capacidad para abordar problemas….
Sigue manifestándose la dificultad a la hora de abordar este tipo de proyectos, ya que requiere un fuerte liderazgo que los impulse, una organización con voluntad de cambio, un fuerte esfuerzo en depuración de datos, valor para publicar la información y una gran constancia que mantenga la iniciativa activa. Cobran fuerza discusiones asociadas a la conveniencia de dejar la publicación de datos en manos públicas o convertirlas en entidades colaboradoras, sobre la necesidad de homogeneizar los servicios que prestan los portales de cara a reutilizadores (APIs) y la normalización de los datos que se tienen que publicar de forma que los juegos de datos referentes a un determinado asunto, por ejemplo presupuestos, presenten el mismo aspecto en los portales de las distintas organizaciones que los publiquen.
Por último, quedó claro, por lo menos para mí, que la forma de construir datos abiertos pasa por proyectos concretos que lo impulsen y que permitan identificar los beneficios que se generen, tanto los tangibles como los intangibles. Y hasta aquí llegó la conferencia a la que yo asistí. Sé que me perdí mucho, así que si la vivisteis de otra forma os agradeceré que dejéis un comentario con vuestras conclusiones y entre todos podamos crear una imagen más precisa.
Imagen: Descrier

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