En la era de la información, el reinado de los datos es un hecho indiscutible. Tanto como para revivir en versión digital el mito de “El Dorado” con la promesa de pingües beneficios de la mano de soluciones nacidas al amparo de la conjunción entre big data y open data. Datos accesibles y procesamiento inteligente es la combinación ganadora de un fenómeno que trasciende lo tecnológico para apuntalar una cultura favorable al intercambio de información en entornos colaborativos. Volúmenes ingentes de datos como materia prima para generar servicios de valor añadido destinados a la industria y el comercio, pero también a la sanidad y el transporte, al turismo o la cultura.
Hablar de open data es hacerlo de innovación y de un caladero de proyectos empresariales que buscan explotar información procedente de distintas fuentes para fines muy diversos. Solo en Europa, la reutilización de la información podría hacer crecer el PIB casi un 2 por ciento en 2020, mientras que en España se estima que la explotación de información pública genera un volumen de negocio anual de entre 450 y 500 millones de euros, con prometedoras perspectivas para el sector infomediario. Sin embargo, no nos encontramos frente a un fenómeno de carácter estrictamente empresarial. El diálogo entre el sector público y el privado favorece un retorno de la inversión no solo en términos económicos, sino también sociales y culturales.
Esto es así porque la “cultura de los datos abiertos” propicia políticas de transparencia tanto en la Administración Pública como en la gestión de las empresas, y concede un renovado protagonismo al ciudadano. Jornadas como el Día Internacional del Derecho a la Información, celebrada el pasado 28 de septiembre, insisten cada año en el “derecho a saber” y en la obligación que tienen las administraciones de articular los mecanismos necesarios para dar respuesta a las demandas de información de los ciudadanos.
En este contexto es en el que desde 2009 la iniciativa Aporta promueve en España, a través del Portal Datos.gob.es, una plataforma favorable para la reutilización de información pública por parte de ciudadanos y administraciones, a la vez que potencia la creación de empresas cuyo modelo de negocio se base en la explotación de dichos datos. No en vano la inversión europea en este campo, a través de distintos programas, asciende nada menos que a 440 millones de euros, tal y como se indicó recientemente en el Encuentro Aporta 2016 .
Y es que open data ha sido actualidad durante este mes que debutó con la celebración en Madrid del evento más importante sobre el tema, la Conferencia Internacional de Datos Abiertos (IODC 16) que, en su cuarta edición, se celebraba en Europa por primera vez. Todo un acontecimiento del que ya se escribió en este blog . La elección de Madrid como sede buscó favorecer la participación de países latinoamericanos y africanos, pero también reconocer el esfuerzo realizado por España en los últimos años para constituir un referente en el ámbito de la OCDE y avanzar posiciones en el ranking de paises presentes en el Open Data Barometer, elaborado por la Web Foundation.
Pero, al margen de la voluntad por promover la reutilización de información del sector público (RISP) o del consumo de dichos datos por empresas vinculadas al sector infomediario, la Conferencia quiso también dar voz a otras corporaciones que habían protagonizado proyectos de distinto calado relacionados con datos abiertos y transparencia corporativa. Así, dentro de la sesión dedicada a Open Data and Business, intervino Richard Benjamins, director del área de Business intelligence y big data en Telefónica, que presentó el portal Atlas, en el que se publican regularmente resultados e informes de la compañía, junto a otro tipo de iniciativas que, como los hackathones, buscan incentivar la innovación en este ámbito y favorecer el desarrollo de aplicaciones que permiten, por ejemplo, reducir el tiempo que tarda una ambulancia en llegar al lugar del accidente o crear mapas con las mejores ubicaciones para los parques de bomberos.
También hubo otras perspectivas, como la de Informa, empresa española orientada al ámbito del B2B (Business to Business) que basa su modelo de negocio en la explotación de fuentes como el BOE. Richard Stirling, por parte del Open Data Institute, presentó distintos proyectos que buscan crear una red mundial de startup basadas en la explotación de datos abiertos, con incubadoras de empresas en Londres, Malasia o Méjico. Pero, más allá de la transversalidad geográfica y sectorial de este fenómeno, las experiencias compartidas por ponentes de cuarenta países mostraron como el open data puede convertirse además en un eficaz motor de cambio social y cultural, y alumbrar multitud de soluciones orientadas a servicios para el ciudadano.
El camino, sin embargo, tiene aún muchas incógnitas por despejar y, entre ellas, destaca todo lo relacionado con la articulación de un modelo de licencias de uso, compatibles con la protección de datos personales y derechos de autor. El esfuerzo, no obstante, merece la pena si tenemos en cuenta el potencial económico de open data en conjunción con otras tecnologías (big data, sistemas georreferenciados, web semántica, inteligencia artificial, etc.). Nos encontramos ante un nicho de empleo potencial, dado que en España la reutilización de información genera un volumen de negocio anual superior a los mil millones de euros, si se suma la información procedente de fuentes públicas y privadas.
Como afirmó Carlos Barrabés en la conferencia de clausura del evento organizado por la Biblioteca Nacional de España (BNE) sobre “La Cultura de los Datos Abiertos “, la llegada del 5G, con velocidades de conexión sin precedentes, y el desarrollo de todo un ecosistema de dispositivos orientados a la explotación intensiva de información en el contexto de una sociedad hiperconectada, prepara la “tormenta tecnológica perfecta” para consolidar el reinado de los datos cuyos tentáculos se extienden también al campo de nuestro patrimonio documental. ¿Qué papel juegan las instituciones culturales en esta nueva “economía del conocimiento”?, ¿cómo revierte la inversión destinada a digitalización de nuestro patrimonio en el ciudadano? De todo ello hablaremos próximamente.
Imagen: garlandcannon

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