Hace 30 años se puso de moda la computación distribuida: multitud de computadoras distantes físicamente pero unidas gracias a una red de telecomunicaciones, trabajando en conjunto y alcanzando capacidades de procesamiento mayores de las que cualquier máquina por sí sola podría alcanzar.
De esta forma surgieron proyectos imposibles, que requerirían de una capacidad de procesamiento tan alta y un presupuesto tal para conseguirla, que nunca podrían haberse llevado a cabo. Me viene a la cabeza el proyecto SETI (en concreto SETI@home) que utilizaba la capacidad sobrante de ordenadores de usuarios anónimos que voluntariamente se unían al proyecto para la búsqueda de vida inteligente extraterrestre. Así, mientras el usuario se tomaba un café, su salvapantallas se dedicaba a buscar hombrecitos verdes.
Así contado no parece demasiado impactante, pero cuando descubres que, utilizando el mismo software de reutilización de capacidad sobrante de ordenadores remotos (BOINC) se alcanza de media en 24 horas una capacidad de 3,848.01 TeraFLOPS hoy en día, pues da que pensar. Sobre todo porque no requiere de inversiones en comprar nuevas máquinas.
En los últimos años ha surgido otra moda. Las redes sociales, los juegos en red, Internet 2.0: espacios en los que una serie de individuos distribuidos geográficamente interactúan entre sí con fines varios, entretenerse, conocerse mejor o, simplemente, sentirse menos solos. Los principios en ambos casos son los mismos: las personas, al igual que las máquinas, tienen una capacidad de procesamiento, o de pensamiento, se encuentran de forma remota unidas por redes de datos (Internet en la mayoría de los casos) y puede que algunas nunca hayan llegado a conocerse, pero todas coinciden en algún momento en un espacio común.
En el caso de los juegos en red destaca el ejemplo de World of Warcraft, en el que multitud de jugadores en red participan en una aventura dentro de un mundo fantástico para llegar a diversas metas.
¿Cómo podemos usar esa capacidad de procesamiento individual de todas esas personas trabajando de forma distribuida para alcanzar una capacidad mayor a la que se obtendría con la suma de sus partes?
Existen iniciativas de crear juegos en los que el objetivo sea resolver problemas concretos (pobreza, escasez de petróleo, problemas medioambientales, …) pero ahí siempre existe el problema de quién invierte el dinero necesario para elaborar el juego y quién utiliza el conocimiento aprendido y cómo (Ver). Hasta da un poco de miedo que ese aprendizaje pudiera caer en malas manos.
Pero a lo mejor no hay que buscar objetivos tan amplios y, a veces, utópicos. A lo mejor la misma idea se puede utilizar en el ámbito de la empresa, para diseñar nuevos productos, procesos, estrategias.
Quizás el objetivo deba ser algo que requiera de una capacidad de pensamiento mayor a la de una sola persona o un equipo de trabajo haciendo brainstorming.
Quizás las herramientas técnicas ya las tengamos y solo tengamos que canalizar la capacidad de pensamiento en una dirección.
Quizás estemos a punto de dar el siguiente paso y llegar a canalizar el pensamiento distribuido, el que nos permita, para un fin concreto, llegar a pensar como abejas unidas en red (o como los Insectores de El Juego de Ender), como un solo organismo compuesto de muchos cerebros. Capaces de resolver problemas más complejos, en menor tiempo y con un coste inferior. Ventaja competitiva.
Quizás, quizás, quizás, … seguramente haya que seguir pensando en esto.

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