Cuando de pequeña vi el vídeo musical de Pink Floyd de la canción de The Wall, me dejó seriamente preocupada. Una serie de profesores guían a alumnos sin cara ni personalidad propia a una gran escuela-fábrica y acaban generando carne picada para preciosas y homogéneas salchichas. La metáfora no es demasiado rebuscada: el proceso formativo machaca la carne de cada alumno despersonalizado, en un proceso industrializado para crear individuos iguales. Sigue dándome escalofríos.
Pero el tema está aún vigente. El fracaso escolar, el bajo rendimiento, el abandono o hasta el maltrato a profesores en las aulas. Algo no funciona correctamente en el modelo educativo en los países del “primer mundo”.
Hace 200 años, la educación era algo solo reservado a personas con un alto poder adquisitivo. Un profesor o institutriz formaba a uno o muy pocos alumnos. Y la mayoría de la población era completamente analfabeta. Y se dio un gran avance: un profesor para grupos de muchos alumnos de forma que se abarató el proceso (hasta llegar a hacerse gratuito o sufragado por los gobiernos) y se extendió la educación a un tanto por ciento de población muy alto. Sin duda, un gran avance. (Ver vídeo de Sir Ken Robinson– Changing Education Paradigms)
Pero para abaratar y masificar procesos hay que industrializar. Crear economías de escala: el objetivo es que el tanto por ciento de analfabetismo sea casi cero. Perder la personalización y la individualización de cada persona para conseguir que todas tengan un baño educativo.
Pero una vez se reduce el tanto por ciento de analfabetismo de un país a un valor adecuado, surge el problema de la calidad de la educación. No todos los alumnos aprenden igual: la segmentación actual es por edades y se da por hecho que todos los niños de una misma edad tienen una capacidad de aprendizaje semejante.
Pero no es así: los niños no aprenden igual que las niñas. Esto se hace evidente cuanto más jóvenes son, cuanto menos han estado en el proceso de homogeneización de la educación industrializada. Su proceso de maduración también es completamente distinto.
El nivel de aprendizaje de dos niños que han nacido en el mismo año tampoco es igual. Y no se trata solo de niños listos y niños tontos, para cada asignatura cada alumno tiene una capacidad o una predisposición distinta.
Y, ¿cuál es la respuesta?.
- ¿Separar por género?. Creo que la riqueza que da convivir niños y niñas para sus relaciones futuras es casi más importante que la diferenciación educativa que pudiera haber. Además, se puede caer muy fácilmente en sexismos o discriminaciones al dar una educación diferente a cada colectivo. Y, ¿sabemos hacer contenidos diferentes por género basados realmente en su forma de aprendizaje y no limitarse a princesas rosas para las niñas y camiones azules para los niños?.
- ¿Separar por niveles de aprendizaje en cada asignatura?. ¿Y catalogar a un niño como “lento de aprendizaje en matemáticas” no lo va a limitar en su vida a superarse o a mejorar?, ¿no va a hacer que ya siempre se autolimite o deje de esforzarse, porque, total, es que es lento, no puede dar más de sí?. Tampoco me parece adecuado.
Y el problema es el mismo. El tratar de hacer grupos con alguna caraterística común. Grupos tiene que haber para permitir la industrialización, pero no pueden ser discriminatorios de ninguna forma. Es la educación la que tiene que ser personalizada no para cada grupo sino para cada individuo.
Pero, si cada alumno tiene un profesor particular que le conoce, le motiva, le guía, ¿no estamos encareciendo el proceso?. Y un profesor puede hacer esto en el aula, asignar tipologías de ejercicios distintos, explicaciones diferenciadas, fomentar que cada alumno aprenda a su ritmo pero, ¿no le estamos haciendo trabajar 10 veces más?. Me temo que habrá profesores que lo hagan encantados y otros que no estén dispuestos.
Y entonces aparece la tecnología y, en concreto, el e-learning. Surge como herramienta de educación a distancia pero permite la personalización al nivel de cada alumno. ¿Es el e-learning la respuesta?.
A largo plazo puede, pero a corto me temo que no, y me explico. Las herramientas de e-learning son solo un canal, que puede ser muy rico visualmente y aportar un elemento de motivación extra pero, no deja de ser un canal más entre profesor-alumno. Los contenidos que vea el alumno se los habrá asignado su profesor. Y habrá profesores que generen o consigan recursos estupendos y sepan cómo utilizarlos y otros que no sepan encontrarlos o no quieran dedicar el tiempo y el entusiasmo que se requiere. A largo plazo habrá más recursos y más herramientas para explicar como usarlos mejor con cada tipo de alumno, pero siempre dependerá en alguna manera del profesor. Y aún no confío en los sistemas inteligentes de tutoría.
De nuevo, la tecnología es solo un medio y no puede ser la respuesta exclusiva.

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