Dar golpecitos a los melones como si fueran un cajón flamenco, como dice el anuncio de un supermercado, o caminar por la ciudad en busca de la sombra en plan videojuego son algunos tics del verano. Para ayudarnos con ambas cosas existen ya app. Con Shadowmap, por ejemplo, es posible planificar los paseos o las compras en ciudades de medio mundo evitando el solazo. También se abren paso las playas inteligentes.
Este verano Telefónica ha llevado 5G a las playas de más de 150 localidades españolas. La tecnología nos echa también un capote en la orilla del mar. Puede ser la forma más cómoda de reservar tumbona o mesa en el chiringuito. O de saber, a través del móvil, si hay oleaje o no, para cargar con la tabla de surf o dejarla en casa. Gracias al IoT desplegado a lo largo de la costa se obtiene información sobre los rayos ultravioleta o la velocidad del viento, podemos obtener alertas sobre la exposición solar o ayuda si se despista un niño.
Sin medusas ni colillas
MedusApp o BeachBot ayudan por mar y tierra.
MedusApp es una app, diseñada para la investigación y la prevención, que alerta de la presencia de medusas. La plataforma tiene una parte de recopilación de datos y clasificación de especies por parte de científicos. Un mapa de avistamientos también permite a los usuarios reportar incidentes y marcar el punto GPS donde han ocurrido. De esta forma, sirve para advertir a los bañistas sobre su presencia.
Pero, al fin y al cabo, ellas son parte esencial del ecosistema marino. Lo que no es de recibo es lo del plástico en los océanos. Cada año vertemos al mar 12.000 millones de toneladas… lo que refleja una enorme falta de civismo y ningún respeto por la naturaleza.
La tecnología también ha demostrado su utilidad para cuidar del planeta. Por ejemplo, Clearbot es una máquina capaz de eliminar el plástico marino. O pensemos en el proyecto Smartlagoon, un gemelo digital para salvar el Mar Menor.
Por otro lado, las colillas suponen más del 30 por ciento de los residuos encontrados en las playas españolas. Y no solo ensucian, también contaminan el agua. De las colillas en la arena se encarga el robot autónomo BeachBot, con ayuda de la inteligencia artificial. Puede encontrar los restos de cigarrillo incluso si están parcialmente enterrados. Para ello se está entrenando al sistema con imágenes reales a través de un sistema de aprendizaje automático.
El robot, de unos 80 centímetros de ancho, consta de dos cámaras integradas para mirar hacia adelante y hacia abajo y brazos robóticos para recoger las colillas y colocarlas en un contenedor que incorpora en su interior. Funciona con baterías y ofrece una autonomía de aproximadamente una hora. En su estreno recogió diez colillas en media hora.
Se está trabajando para que tenga “ayudantes”: unos pequeños bots de mapeo que se encargarán de buscar las colillas para que BeachBot solo tenga que acudir a recogerlas.
Pero, aunque este piloto es una gran iniciativa, los ingenieros responsables del proyecto han asegurado que en realidad uno de sus objetivos es crear concienciación sobre la “basuraleza” y cambiar el comportamiento humano, la raíz del problema. Playas inteligentes sí, pero también usuarios a la altura.
Playas seguras con control de ocupación
Lo cierto es que más allá de la anécdota, la digitalización de las playas es un fenómeno creciente, que también ha acelerado la pandemia. Asoma en el horizonte un nuevo modelo de playa. IoT, big data, inteligencia artificial o cloud son herramientas clave para mejorar la gestión de estos espacios.
El año pasado veíamos que Telefónica Empresas desarrolló un sofisticado sistema de videovigilancia que permite detectar en tiempo real el porcentaje de ocupación de las playas. Emplea cámaras IP con conectividad 4G, dotadas de un potente software con inteligencia y visión artificial que contabiliza personas. Garantiza la privacidad y, con una fiabilidad del 99 por ciento, contribuye a los destinos turísticos seguros.
Drones vigilantes de las playas y socorristas
Por el aire y en modo dron se puede ver ya un nuevo perfil de vigilante y socorrista de la playa.
Incorporan altavoz disuasorio, son capaces de llegar a una alerta en la mitad de tiempo, de adelantarse al profesional de salvamento para entregar un flotador a la persona en apuros, de acceder sin problema a entornos peligrosos como un acantilado o de transmitir información a través de una cámara a sus compañeros humanos para que estos pueden evaluar mejor la actuación de rescate.
Ya se ven en las playas de Cádiz y en otras muchas de nuestro litoral.
Una gestión turística innovadora de las playas
La Oficina de Destinos Turísticos Inteligentes de la Comunidad Valenciana (DTICV) persigue desde hace años “un nuevo modelo de playa más inclusiva, más integradora, accesible, sostenible y con servicios más avanzados para el usuario”. Se está probando en Benicàssim, Gandia y Benidorm y busca reconvertir estos destinos turísticos maduros en destinos turísticos inteligentes, sobre la base de la corresponsabilidad y cooperación público-privada y la participación ciudadana.
La idea es que una red conectada de dispositivos inteligentes que recoge e intercambia datos de diversa naturaleza se pueda extender desde el océano a la zona de aparcamiento de la ciudad y contribuya a la sostenibilidad, la eficiencia y una mejor experiencia de residentes y turistas.
Las playas inteligentes cambiarán la forma en que los visitantes pueden consumir turismo de sol y playa.
Objetivo Birmania era un grupo de los ochenta que cantaba “Desidia al borde del mar”. Hoy el tema sería “WiFi en la orilla”. Cada vez está en más playas españolas y, dado que ni en este paradisiaco entorno somos capaces de desconectar, quizá las playas inteligentes deberían incorporar un proxy para el correo corporativo.
Para el año que viene -ahí dejo la idea- también estaría bien la app “Clavar sombrillas para dummies”, porque a veces cuando sopla el levante es como estar en mitad de una prueba de lanzamiento de jabalina.
Imagen: m01229
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